DE REGRESO... A SOBREVIVIR
Luis Sexto
Ediciones La Luz, dirigida por afiliados a la asociación Hermanos Saíz de jóvenes escritores y artistas, publicó en 2015 la poesía completa de Gastón Baquero, grueso volumen compilado y prologados por Pío E. Serrano y con epílogo de Manuel García Verdecia.
Baquero nació en 1914, en Banes, antigua provincia de Oriente, hoy perteneciente a Holguín -ciudad donde radica Ediciones la Luz-, y falleció en Madrid en 1997. Este grueso volumen titulado Como un cirio dulcemente encendido, es la obra de un poeta cubano, sea dicho para evitar equívocos, poeta cubanísimo, aunque el periodista y el político se exiliara al triunfarla revolución en 1959.
Estimo, pues, que Ediciones la Luz acaba de ofrecerle un servicio a la cultura cubana. Porque Cuba, su poesía, su literatura no pueden prescindir de la obra de Gastón Baquero. Y creo, además, que esa acción está en plena concordancia con la justicia, ese sol del mundo moral que dijo Luz y Caballero.
No puedo en este espacio exponer un estudio de la poesía de Gastón Baquero, como tampoco de sus ensayos, publicados por Ediciones la Luz un tiempo antes. Puedo sí, opinar sobre su verso. Que es, por lo común, ancho, orquestado sobre una tropología neobarroca que recurre a referencias mitológicas e históricas. La poesía de Baquero es la expresión de un poeta culto, que trasciende el culto al desahogo para ahondar en el instante lírico ligado a lo exterior, sin ser exteriorista.
Muchos han dicho que la vida es riesgo, lucha, imprevistos. También riesgo, lucha, imprevistos debió de implicar para el poeta adueñarse de la poesía, esa sustancia apenas definible. Y entre tantos riesgos y trampas de la lengua, el poeta afrontará una disyuntiva entre otras: que lo escrito o compuesto sea una visión perecedera de lo eterno, como sentenció alguien que ahora no recuerdo, o desde la condición de poeta llamado como ser vivo a la caducidad, resulte el poema una visión eterna de lo perecedero.
Comprobemos si podemos leer hoy, todavía, estos versos, sin sentir el aire subterráneo de la poesía. Oigamos los primeros versos del soneto titulado "Retrato". Este pobre señor, gordo y herido,/ que lleva mariposas en los hombros/ oculta tras la risa y el olvido/ la pesadumbre de todos los escombros". Y continúa. "Él dice que lo tiene merecido/ porque aceptó vivir, que no hay asombro/ en flotar como un pez muerto y podrido/ con la cruz del vivir sobre los hombros". Y el último terceto revela sobre este señor, que podría ser el mismo poeta: “Sólo quiere una cosa, solo una:/ descubrir el sendero que lo lleve/ a hundirse para siembre en las estrellas”.
Como sabemos, Gastón Baquero ya no está de este lado del río de la vida. Sin embargo, está como quería: bajo las estrellas, donde sobrevive su poesía como visión perenne de lo que perece.
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