LA LLEGADA DE DON QUIJOTE
¿Cuándo llegó Don Quijote a Cuba? Tal vez lo básico no sea saber la fecha en la que el Caballero de la Triste Figura desembarcó en este país, donde, por demás, han sobrado los Quijotes en bronce y, sobre todo, en fibra humana y revolucionaria. Lo esencial es saber que llegó. Al menos, certeramente, solo sé cuándo llegó el descocado Manchego a mi existencia.
Como a muchos de mis compatriotas, se me presentó en 1960. La Imprenta Nacional, fundada por la Revolución, publicó en tirada y precio de pueblo, como uno de sus números inaugurales, la novela de Miguel de Cervantes. Compré los tres tomos -¿o eran cuatro?- en los portales de Cuatro Caminos, en la profunda Habana, donde los voceaban como a un periódico. ¡Vaya, salió Don Quijote! ¡Vaya, Don Quijo barato!
Desde entonces, por mis fantasías de adolescente transitó la aspiración de escribir un libro sobre El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. Más tarde comprendí que era un texto innecesario. Había leído las aproximaciones de Unamuno, Azorín, Madariaga, Rodríguez Marín, Justo de Lara, y cualquier intento mío habría resultado una copia. Hubiera escrito, en particular, que la España colonialista y usurera, cometió un error, o deletreó una de sus paradojas, al enviar a Don Quijote al Nuevo Mundo. Remitió, junto con la opresión, el espíritu de libertad y justicia que el loco paladín diseminó por estas tierras con sus aventuras cuerdas de convertir casuchas en castillos, cocineras en estrellas, pencos en corceles. Y zafios en hombres.
No tardaron los españoles en despacharlo hacia estos rumbos. Confundida o ingenua, la Santa Hermandad del control ideológico lo dejó subir a los galeones y lo dejó bajar. Ocurrió casi al mismo tiempo en el que Don Alonso Quijano echó a andar sobre Rocinante por el campo de Montiel, en sus primeros episodios. Es decir, meses o semanas después que en la Península empezó a circular la edición príncipe de 1605, Don Quijote arribaba a la América española. Aún se ignora la cantidad de libros amontonados en los barcos que zarparon ese año hacia este lado del Atlántico, pero ciertos historiadores –como el norteamericano Irving A. Leonard- sostienen que es probable que el grueso de la primera edición del Quijote haya sido enviado a colonias españolas en América. Y en ese viaje pudo haberse quedado en La Habana, puerto entonces de blasfemias etílicas y sueños largos…
1 comentario
Ricardo -
Somos la voz de Cristo que grita en el desierto de esta isla. Esta voz me dice que todos estáis en estado de pecado mortal a causa de la crueldad y de los padecimientos que hacéis sufrir a esta población inocente. Decidme ¿con que derecho, en nombre de que justicia tenéis a los indios en una esclavitud tan cruel y terrible? ¿Con que derecho habéis desencadenado tantas guerras execrables contra esta gente que vivía en paz en su propia tierra? ¿Por qué les oprimís de esta manera no dándoles de comer y no curándoles cuando están enfermos? ¿Es que acaso no son hombres? ¿No tienen también ellos un alma como toda criatura racional? ¿No tenéis el deber de amarles como a vosotros mismo?
Estas palabras fueron pronunciadas por Antonio de Montesinos hace unos poquitos años, allá por 1511 en Santo Domingo. ¿Se imaginan a un inglés denunciando estos hechos hace cinco siglos?
No me imagino a un Don Quijote inglés o francés.