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PATRIA Y HUMANIDAD

Cultura

ÁRBOLES EN TU APELLIDO

ÁRBOLES EN TU APELLIDO

 

Mi amigo Leonardo Albeo Valdés Ferrer me envío estas décimas dedicadas a Ana Belén Montes, puertorriqueña que cumple 25 años de prisión en los Estados Unidos,acusada de "conspiración para cometer espionaje para el gobierno de Cuba".  Leonardo, nacido en El Santo, municipio de Encrucijada, el 7 de enero de 1966, es profesor, investigador, narrador, poeta y compositor musical, además de licenciado en derecho y máster en psicopedagogía, por la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas. 

 

 

Tienes, Ana Belén Montes,

árboles en tu apellido

donde fabrican su nido

tocororos y sinsontes.

Los cubanos horizontes

tocan el tres y la tuba.

El papel pautado incuba

del cuatro su melodía,

y abrazos de poesía

llegan a tu piel, de Cuba.

 

 

No hubo pecado en tus ojos,

no existe dolo en tus manos,

tampoco avisos malsanos

ni motivos para enojos.

¿Por qué insisten los cerrojos

en apresar tus oídos?

Muchos brazos extendidos

pueden unir las orillas

y hacer que tus manecillas

encuentren otros sentidos.

 

(01-06-1015)

CARTA DE UNA PROFESORA

CARTA DE UNA  PROFESORA


Por Jorge Alberto Gerardi


Escrito por una profesora de un instituto público.

 

Nota: Aunque no es autor del post,  el gestor de  este blog lo coloca on line  porque comparte las ideas aquí expresadas, aunque no sean de una cubana o de un cubano, y considera que pueden estimular a la reflexión

 Yo no soy víctima de la Ley Nacional de Educación. Tengo 69 años y he tenido la suerte de estudiar bajo unos planes educativos buenos, que primaban el esfuerzo y la formación de los alumnos por encima de las estadísticas de aprobados y de la propaganda política.

En jardín (así se llamaba entonces lo que hoy es "educación infantil", mire usted) empecé a estudiar con una cartilla que todavía recuerdo perfectamente: la A de "araña", la E de "elefante", la I de "iglesia" la O de "ojo" y la U de "uña".
Luego, cuando eras un poco mayor, llegaba Semillitas, un librito con poco más de 100 páginas y un montón de lecturas, no como ahora, que pagas por tres tomos llenos de dibujos que apenas traen texto. Eso sí, en el Semillitas, no había que colorear ninguna página, que para eso
teníamos cuadernos. En Primaria estudiábamos Lengua, Matemáticas, Ciencias, no teníamos Educación Física.

En 6º de Primaria, si en un examen tenías una falta de ortografía del tipo de "b en vez de v" o cinco faltas de acentos, te bajaban y bien bajada la nota.

En Bachillerato, estudié Historia de España, latín, Literatura y Filosofía. Leí El Quijote y el Lazarillo de Tormes; leí las "Coplas a la Muerte de su Padre" de Jorge Manrique, a Garcilaso, a Góngora, a Lope de Vega o a Espronceda...

Pero, sobre todo, aprendí a hablar y a escribir con corrección. Aprendí a amar nuestra lengua, nuestra historia y nuestra cultura. Y... vamos con la Gramática.

En castellano existen los participios activos como derivado de los tiempos verbales.

El participio activo del verbo atacar es "atacante"; el de salir es "saliente"; el de cantar es "cantante" y el de existir, "existente".
¿Cuál es el del verbo ser?  Es "ente", que significa "el que tiene identidad", en definitiva "el que es". Por ello, cuando queremos nombrar a la persona que denota capacidad de ejercer la acción que expresa el verbo, se añade a este la terminación "ente". Así, al que preside, se le llama "presidente" y nunca "presidenta", independientemente del género (masculino o femenino) del que realiza la acción.

De manera análoga, se dice "capilla ardiente", no "ardienta"; se dice "estudiante", no "estudianta";  se dice "independiente" y no "independienta"; "paciente", no “pacienta"; "dirigente", no dirigenta"; "residente", no "residenta”.

Y ahora, la pregunta: nuestros políticos y muchos periodistas (hombres y mujeres, que los hombres que ejercen el periodismo no son "periodistos"), ¿hacen mal uso de la lengua por motivos ideológicos o por ignorancia de la Gramática de la Lengua Española? Creo que por la dos razones. Es más, creo que la ignorancia les lleva a aplicar patrones ideológicos y la misma aplicación automática de esos patrones ideológicos los hacen más ignorantes (a ellos y a sus seguidores).
Les propongo que pasen el mensaje a vuestros amigos y conocidos, en la  esperanza de que llegue finalmente a esos ignorantes semovientes (no "ignorantas semovientas", aunque ocupen carteras ministeriales). Lamento haber aguado la fiesta a un grupo de hombres que se habían asociado en defensa del género y que habían firmado un manifiesto.

Algunos de los firmantes eran: el dentisto, el poeto, el sindicalisto, el pediatro, el pianisto, el golfisto, el arreglisto, el funambulisto, el proyectisto, el turisto, el contratisto, el paisajisto, el taxisto, el artisto, elperiodisto, el taxidermisto, el telefonisto, el masajisto, el gasisto, el trompetisto, el violinisto, el maquinisto, el electricisto, el oculisto, el policío del esquino y, sobre todo, ¡el machisto!

SI ESTE ASUNTO "NO TE DA IGUAL", PÁSALO, POR AHÍ, CON SUERTE, TERMINAHACIENDO BIEN HASTA EN LOS MINISTERIOS.
Porque no es lo mismo tener "UN CARGO PÚBLICO" que ser "UNA CARGA PÚBLICA".

7 de noviembre de 2015.


LETRA DEL AÑO 2016

PREDICCIONES DE IFA PARA CUBA Y EL MUNDO

 

A los sacerdotes de Ifá, a los hermanos Oriates, Babaloshas, Iyaloshas e Iworos.

Pueblo religioso en general y a quien pueda interesar.

 

El día 31 de Diciembre del 2015 se reúnen en en la sede social de la Sociedad Cultural Yoruba los miembros de la Comisión Organizadora de la Letra del Año Miguel Febles Padrón “Awo Odi Ka” y el Consejo de Mayores de Cuba, para realizar la Ceremonia de Apertura del Año 2016.

 

Esta ceremonia fue Presidida por el Sacerdote de Ifá Ángel Padrón Cárdenas “Awo Baba Eyiobe” y el respaldo de los Sacerdotes de Ifa de todas las familias de Cuba y sus descendientes en el Mundo, sacó La Letra el Sacerdote más pequeño.

 

Signo Regente: OBEYONO

 

Oración Profética: “Un beneficio de comprender con mayor equidad siguiendo los patrones de Elégbà”.

 

Onishe a Elegba: Eyebale (Sacrificio) Otan

Onishe Ara: Sarayeye con 3 Jio Jio y Baños con Atiponla y Cascarilla, Otan

 

EBBO: 1 Pollon Blanco, un mazo de berro y demás ingrediente, Otan

 

Divinidad Regente: OGGUN

 

Divinidad Acompañante: OSHUN

 

Bandera del Año: VERDE CON RIBETES AMARILLOS

 

bandera verde con ribetes amarillos

 

 

 ENFERMEDADES DE CUIDADO EXTREMO

 

1.- Enfermedades digestivas (Alteraciones del Páncreas).

2.- Enfermedades neurológicas (Embolias).

3.- Brotes de Epidemias e Intoxicación masiva.

 

Acontecimientos de Interés Social

 

1.- Estallidos migratorios.

2.- Incremento de las Inversiones extranjeras.

3.- Apertura de los convenios y encuentro entre países.

4.- Estallidos sociales provocados por la desesperación.

 

Recomendaciones:

 

1.- Evitar contaminación ambiental.

2.- Garantizar la recogida de basura y saneamiento de barrios y sitios marginales.

3.- Extremar las medidas higiénicas y sanitarias para evitar la proliferación de epidemias.

5.- Establecer acuerdos favorables respecto a la política migratoria.

6.- Preservar los conceptos éticos y morales de los religiosos practicantes.

7.- Cuidado con la confección, manipulación y distribución de alimentos.

8.- Utilizar el dialogo como herramienta importante en la solución de los conflictos.

9.- Lograr un equilibrio entre los salarios y el alto costo de los artículos de primera necesidad.

10. El respeto debe reinar en las relaciones con la familia y el medio social donde nos desenvolvemos.

11.- Signo que augura peligro de guerra.

12.- Signo que advierte de descontrol en las gestiones económicas.

13.- Un peligroso aumento de actos terroristas.

14.- Estimular la procreación de la familia, creando métodos que garanticen el aseguramiento de los infantes.

15.- Recomendamos que las personas consulten con sus Padrinos en busca de orientaciones precisas.

 

Recomendadas en este signo.

 

NOTA: Tomar como referencia los modelos positivos (avances) y los modelos negativos (errores) de los años

1994, 1999 y 2002. Donde este Odu tuvo regencia.

 

Refranes Conductuales del Odù

 

“El gandido agranda el vientre y achica su cabeza”.

“La Paciencia te hace Rey”

“El dinero en el mundo lo encontramos, y en el mundo lo dejamos”.

“Cuando tenemos guerra con nuestra propia cabeza, siempre salimos vencidos”.

“La orgullosa laguna se aparta del arroyuelo, como si el agua no fuera lo común entre ambas”.

 

Agradecemos a los Órganos Masivos de Comunicación que hacen posible que estas Predicciones lleguen a todos los rincones del Mundo.

 

LOS SACERDOTES DE IFA DE CUBA Y EL MUNDO LES DESEAN UN FELIZ AÑO 2016

EL PEREGRINO AMERICANO

EL PEREGRINO AMERICANO

 

Leemos lo siguiente en una crónica informativa de la periodista cubana Rosa Miriam Elizalde sobre la visita de Franciso a Washington:

"Una colega me llama la atención sobre algo curioso: Bergoglio menciona en el Congreso a cuatro figuras de los Estados Unidos, pero solo se detalla la biografía de dos de ellas en los documentos que reparte el Vaticano antes del discurso en el Capitolio. “Los cuatro fantásticos”, como los llama el vaticanista John Allen Jr, son el presidente Abraham Lincoln; el líder de los derechos civiles Martin Luther King Jr.; el monje trapense y escritor Thomas Merton, y la activista social Dorothy Day. Es como si dijeran que los dos primeros son harto conocidos y lo otros, puestos en un mismo altar por el Papa, son unos perfectos desconocidos para muchos, empezando por los  legisladores estadounidenses". 

SobreThomas Merton reproduzco esta crónica. El monje trapense del monasterio de Getsemani, Kentucky,  ha sido uno de mis autores predilectos. La escribí hace años. Su libro más célebre es su autobiografía: La montaña de los siete círculos. Visitó a Cuba, y al santuario del Cobre en la década DE 1940. El Papa no se equivoca al realzarlo.

Luis Sexto

   EL SITIO QUIZÁS CAREZCA DE importancia; lo principal resulta el encuentro con un autor o con una obra. Me acuerdo, sin embargo, que hallé aquel libro, que tanto influyó en  mi vocación literaria, entre las fichas de la biblioteca Gener y Del Monte en Matanzas. Porque buscándolo con vehemencia, no lo había encontrado en otros centros y porque algunos episodios descritos en aquel texto se relacionaban de cierta manera con el lugar donde lo leí en noches sucesivas. Hacia las ocho, después de haber terminado el trabajo en la delegación provincial del ministerio del Azúcar y de haber comido en la pizzería de la calle del 2 de Mayo tras  una cola de una o dos horas, pedí a Blanquita – ¿así se llamaba una de las bibliotecarias?- La montaña de los siete círculos, autobiografía del monje y escritor norteamericano Thomas Merton.

   Decursaba mi edad por los aparentemente inacabables 24 años. El almanaque había digerido los primeros cuatro meses de 1969.  Y mi vida giraba y tropezaba en la búsqueda de líderes espirituales, de índices confiables que dibujaran las señales para hallar el asiento definitivo del espíritu, que oscilaba entre la abnegación y el desbordamiento. Thomas Merton no me era desconocido. Ya había leído más de una vez su libro de apuntes e impresiones monásticas titulado El signo de Jonás, y Semillas de contemplación, Conjeturas de un espectador culpable, Semillas de destrucción. Y en el propio 1969, degusté su canto bilingüe al Che Guevara, en una selección de poemas dedicados al guerrillero recién asesinado, publicada por el Instituto Cubano del Libro. Un poema, para mí, desconcertante: porque provenía de un autor a quien no le podrían faltar prejuicios para  incomprender  a “ese niño de la música callada”.

   Muchas de sus páginas,  aun conmoviéndome, me resultaban insólitas: todavía  no estaba completamente al tanto de la ética y la estética de Merton. Y pienso que otros lectores pudieron también desconcertarse ante una especificidad intelectual que, de acuerdo con la tradición, no podía arroparse bajo la cogulla de un monje dado a la soledad y el silencio. Después aprendí que nada era sorprendente en Merton, Hermano Louis en el monasterio cisterciense de Nuestra Señora de Getsemaní, en Louisville, Kentucky. Y alcancé una devota comprensión de ese místico contemporáneo especializado en  la convivencia de los opuestos o lo disímil.

   Quizás por su hábito de obrar a contrapelo de un canon rígido, iracundo, intolerante  sorprendía a cuantos se suscribían al prejuicio en materia de opiniones. Su serena y ancha  mirada lo condujo a estudiar el budismo Zen con el propósito ecuménico de acercar al Oriente y el Occidente en lo religioso. Y lo impulsó, con las velas de un nuevo signo de Jonás,  a un hotel de Bangkok donde murió electrocutado en 1968 al encender un ventilador mientras esperaba entrevistarse con el Dalai Lama.

    En 1948, Merton comenzó su obra literaria conmoviendo  a los lectores con La montaña de los siete círculos, su autobiografía, escrita a raíz de su ingreso en el monasterio cisterciense de Nuestra Señora de Getsemaní, en Kentucky. Allí experimentó que el ser humano a veces no  puede escapar de aquello que lo mortifica o le reduce el sentido de la vida. La contradicción parece manifestarse como un sistema dentro de la recurrencia circular de los días, y en un recodo, sin haber supuesto, se reencuentra con el fardo que estimó dejar atrás. Quiso, pues, sumergirse en el silencio y el anonimato, y en cambio, luego de la explosión de su autobiografía, se convirtió en uno de los escritores católicos más atractivo por el estilo, la audacia del pensamiento y la visión tan cercana al hombre y sus problemas en el siglo XX. Fue, por ello, obligado a mantener un diálogo constante con incalculables lectores que, incluso, le escribían, y él a algunos debía responderles como en una dirección espiritual a distancia.

   La letra fue su principal oración por este mundo cuyo indulto tendrá que concederlo  Dios un día en que “esté enfermo”, según César Vallejo. Y por tanto su tarea primordial  en el monasterio, además de orar,  leer libros sagrados o edificantes, ejercitar la liturgia, el canto gregoriano  y el trabajo manual, consistió en escribir libros por mandato de su Abad, a quien lo subordinaba el voto de obediencia.

   Con su retiro desdoblado en militancia activa,  Merton desacredita el tan extendido prejuicio que supone a los monjes contemplativos en la Trapa,  la Cartuja o una abadía benedictina,  prófugos del movimiento gregario de la civilización. El apartamiento es solo aparente. El monje no abjura de la sociedad; se repliega.

   La montaña de los siete círculos me puso  al tanto de la vida de Merton y de su conversión al catolicismo. Y me lo erigió en una especie de guía, ideal, meta. Cuántas veces tuve nostalgias del ambiente recóndito, neblinoso, pacífico de Getsemaní, y con cuánta insistencia pretendí escribir con la original precisión de Merton.  En ese texto que lo inicia en la literatura y en un peculiar apostolado mediante libros, artículos periodísticos y cartas, cuenta sus contactos con Cuba antes de su ingreso en el monasterio. En 1940, visitó a  la “Isla luminosa”. En Camagüey comenzó a leer bajo una palma real el texto español de la autobiografía de Santa Teresa. Recorrió templos de La Habana. Caminó en Matanzas por el parque de la Libertad; conversó con los paseantes aburridos –como me aburría yo años más tarde cuando mis deberes me trasladaron a orillas del San Juan y el Yumurí- en una ciudad excesivamente discreta, silente, plena de opacidades que se resuelven también como los encantos más disfrutables de Matanzas.

   Merton llegó, en particular, a Santiago de Cuba donde realizó el gesto más trascendental de ese viaje. Ante la imagen de Nuestra Señora  de la Caridad, en el Cobre, se postró como un peregrino desvalido, humilde, converso reciente que intentaba olvidar  las cervezas del Coney Island de Nueva York  y las arenas movedizas de una dedicación intelectual sin más futuro que el vacío. A la Patrona de Cuba le pidió su intercesión para que Dios le concediera la gracia de ser aceptado como aspirante al sacerdocio. Dos décadas después, una correspondencia bastante estable irradió desde la abadía de Getsemaní  su magisterio entre varios poetas cubanos. Cintio Vitier contó, a su modo grácil y hondo a la vez, esa relación con un monje que a pesar de haber eludido el mundo seguía inquietándose por el mundo. Ese monje le había encarecido la necesidad de pasar poemas de ojo en ojo, como un periódico que, en vez de noticias, informara sobre los valores hacia los cuales, inquebrantablemente, el Hombre había sido llamado desde cuando la poesía empezó a ser una entrega sangrante,  precio del rescate de la animalidad.

   Tanto el viaje a Cuba como la relación con intelectuales cubanos, hace a Merton  un poco nuestro. Y un poco mío. Mío, porque en momentos de angustia, de afrontamiento del hacha que había de cercenar uno de mis miembros más amados y urgidos, la lectura de El Signo de Jonás ha sido una oración  sucesiva, renuente a la interrupción. ¿Cuántas veces he pasado esas páginas, ya cristalizadas, desenhebradas en mi volumen de la Editorial Sudamericana? Me parece creer que hasta hoy suman más de diez. Está subrayado. Anotado. También aprehendido. La atmósfera de prístina humildad, de imbíbita actitud ante la Naturaleza, esencia poética de la contemplación, me ha transpuesto hacia las colinas y los pinares de Getsemaní. Cuando he necesitado relajarme, al cerrar los ojos la imagen que se transforma en mi “mantra” evoca al monasterio trapense de Louisville.  

   Aspiré a visitarlo como un aprendiz a su maestro. Quise, como mínimo, andar por sus senderos, entrar en la iglesia donde Merton por más de 30 años cantó salmos en la madrugada.  La oportunidad  llegó. Solo un viaje desde Miami en automóvil, que nadie de mi familia me negaría. Pero si el monje escritor podría ser uno de mis padres literarios y éticos, mi hijo, entonces mortalmente enfermo en aquella ciudad adonde habíamos llegado para intentar curar su mal no sé por obra de cuántas decisiones solidarias, eliminó la  disyuntiva, proscrita de antemano. Primero mi obligación paterna; luego la filial. Si el niño no estaba en condiciones de acompañarme, de llevarse en su viaje definitivo a deshora  la paz recóndita del monasterio, el olor medieval del silencio, yo no podía dejarlo solo, aunque quedara con su abuela. 

   Esa actitud de renuncia, esa matemática que discrimina los signos que pueden avalorar el egoísmo, para potenciar cuantos acompañan la abnegación solidaria, Merton me la había trasmitido hacía muchos años. Porque no importa el lugar donde lo veas o lo leas. Lo primordial es que lo lleves dentro[1]

 



[1] Una antología titulada Poemas al Che, del Instituto Cubano del Libro, publicada dos años después del asesinato de Ernesto Guevara en La Higuera, Bolivia, el 8 de octubre de 1967, recoge un poema aparentemente insólito: el de Thomas Merton.

LETTERS TO CHE: CANTO BILINGÜE

Te escribo cartas, Che, / En la sazón de lluvias/ Envenenadas./ They came without faces/ Found you with eyeless rays/  The tin grasshoppers/ With five-cornered magic/ Wanting to feed you/ To the man-eating computer/  Te escribo cartas, Guerrero,/ Vestido de hojas y lunas/  But you won and became/ The rarest jungle tree/ A lost leopard/ Out of metal’s way/Te escribo cartas/ Hermano invisible /Gato de la noche lejana/ Cat of far nights/ Whisper of a Bolivian kettle/ Cry/  Of an Inca hill/ Te escribo cartas, Niño/  De la música callada.  

 

 

 

LOS 500 DE REMEDIOS JUNTO A PEDRO CAPDEVILA

LOS 500 DE REMEDIOS JUNTO A PEDRO CAPDEVILA

 

Por Analía Casado Medina

Desde el Centro Pablo

   A San Juan de los Remedios –a su cumpleaños 500 –, a la ciudad, a sus vecinos, a los que viven y a los que moran en nuestra memoria, está dedicada la nueva entrega del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau a través de sus Ediciones La Memoria: Pedro Capdevila, el remediano amigo de Pablo, libro al cuidado de Leonardo Depestre Catony que será presentado por el investigador el próximo martes 23 de junio a las 3 de la tarde en la Casa de la Cultura de esa villa. Allí asistirán representantes de las organizaciones culturales de la ciudad, junto a Víctor Casaus y María Santucho, director y coordinadora del Centro Pablo, para festejar este aporte, desde la literatura y el testimonio, a las celebraciones por el aniversario de la fundación de Remedios.

“Doble redescubrimiento pretenden estas páginas. Uno el de la figura y obra de Pedro Capdevila; otro, el de la antigua y acogedora ciudad de San Juan de los Remedios, a la altura ya del medio milenio de su fundación”, puede leerse en las palabras de contracubierta de este hermoso volumen que se suma a la colección Homenajes de la casa de publicaciones.

Una extensa variedad de textos e imágenes, inéditos en más de una ocasión, podrá recorrer el lector en esta compilación que nos revela al periodista, investigador, lingüista, escritor e historiador que fuera Capdevila, a quien Emilio Roig de Leuchsenring considerara “el gran folklorista contemporáneo de Remedios”. 

Destacan entre esta multiplicidad de documentos –rescatados digitalmente, dicho sea de paso, de los archivos de la ciudad y de bibliotecas personales– las cartas intercambiadas entre Capdevila y Pablo de la Torriente Brau, algunas publicadas íntegramente por primera vez. Estas epístolas, donde priman el tono jocoso y la confidencia, hablan de una entrañable amistad que superó las distancias, los exilios, los tiempos en presidio: “Pedro tuvo en Pablo un amigo cabal”, señala Depestre Catony antes de apuntar en el prólogo: “Pedro es quien mecanografía los trabajos literarios de Pablo, quien pasa en limpio los libros, los corrige, guarda copias y deja listos para su publicación”. 

Pero, decíamos, es esta una amistad de ida y vuelta: “Pedro está siempre presente en el recuerdo de Pablo, dondequiera que se encuentre, o posiblemente con mayor fuerza y afecto en la lejanía”, añade el compilador, también remediano, en su bien documentado texto introductorio.

Además, una muestra de los materiales preparados por Capdevila para algunas publicaciones de su época es incorporada a este volumen, así como un conjunto de fotografías, testimonio gráfico casi desconocido que fue posible obtener y digitalizar gracias a la cooperación de Pedro Capdevila Echenique, hijo del protagonista de este libro y del artista de la plástica Roaidi Cartaya, entusiasta colaborador en esta tarea de preservación de los recuerdos del escritor remediano.

Inmerecidamente postergado por el olvido, como tantos autores e intelectuales de provincia, ha sido Pedro Capdevila; continúa con esta nueva entrega la vocación centropabliana de rescatar la memoria, que definitivamente ayuda a saber de dónde venimos, quiénes somos y hacia dónde vamos.

 

UN VIOLÍN EN REMEDIOS

UN VIOLÍN EN REMEDIOS

 

Luis Sexto

San Juan de los Remedios, ciudad del norte de la provincia de Villa Clara,  cumplirá el 24 de junio próximo, 500 años de fundada como asentamiento español en Cuba. Y qué son 500 años. Poco en la historia. Pero la historia de Cuba cuenta precisamente cinco siglos.  Entre nosotros, pues, no es poco.

Remedios derivó desde sus inicios  en un pueblo, una ciudad mágica. Desde antiguo, ciertos papeles hablan de que en la octava villa de Cuba –titulo que recibió en 1545- se apareció el diablo, aunque los fines que procuraba tal aparición envuelta en  olor a azufre, era más bien económico, pues lo que el diablo recomendaba por boca de una posesa era trasladar la villa a otras tierras que pertenecían a determinados propietarios. Por tanto, cualquier cosa que tenga que ver con lo esotérico puede disponer de un escenario apropiado en Remedios. Y de ese rasgo local fantástico se sirve Jesús Díaz Rojas, escritor remediano nacido en 1958, a quien la editorial Capiro le publicó un libro de cuentos titulado también mágicamente: Un violín por las noches de luna nueva.

Un violín por las noches de luna nueva está compuesto de cinco cuentos que se explayan en 90 páginas. Es decir, no son cuentos breves. Para llegar al final hay que recorrer un espacio que el oficio de Jesús Díaz Rojas cubre con descripciones y detalles que justifican cada página de las historias que cuenta. Son historias, más bien tradiciones o leyendas que el narrador va recreando, va como agregándoles elementos, versiones que separan a Un violín por las noches de luna nueva de la intención folclórica para insertarse en la literatura. Son, me parece, como cuentos de cuentos de misterio. Por ejemplo, el libro lo abre el titulado La verdadera historia de la llorona de la calle La mar. Con el calificativo  de verdadera parece evidente el propósito de ofrecer otra versión de la leyenda que aún alienta entre los remedianos.

 Díaz Rojas emplea en este su libro el método del realismo mágico, esa combinación de lo real y lo onírico o lo mítico. Y debo decir que resulta muy acertado. Sabe el valor de lo que recrea, y  como soporte de sus versiones a veces enervantes, y excitantes, particularmente en las escenas eróticas, coloca una base histórica que se expresa en el conocimiento de Remedios y de su arquitectura, sus templos y ermitas, fuertes y sitios signados por la tradición mágica. Tal precisión en los detalles visibles, facilita que lo fantasioso gane la limpieza de lo posible o existente.

 En fin, si encontramos a nuestro paso Un violín por las noches de luna nueva, no lo apartemos. Entre sus páginas nos llaman La llorona, los fantasmas de la ermita, la bailarina fantasmal de la calle Jesús del Monte. En esos personajes está  la definición de la interiorizada poesía que recorre a San Juan de los Remedios y su constante atmósfera de insólita presencia.

 

PARA UNA (OTRA) LECTURA DE PEDRO JUNCO

PARA UNA (OTRA) LECTURA DE PEDRO JUNCO

 

Por EDUARDO MONTES DE OCA*

En andas de la editorial Pablo de la Torriente, tenemos a la vista
Nosotros, que nos queremos tanto, de Luis Sexto y Viñas Alfonso, libro
equipado para la trascendencia

Supongo que durante años Luis Sexto y Viñas Alfonso han hecho lo imposible para mantener la amistad lejos del sumidero del agravio. Sí,por qué excluirse mutuamente en el disfrute de un mismo objeto de la pasión, del misterio que los desasosegaba desde siempre: la memoria de Pedro Junco, por el que confiesan cobijar a la vez interés, excitado por los perfiles paradójicos de su personalidad, y compasión, inducida por una obra grávida del unamuniano “sentimiento trágico” que depara
el contraste de las ansias de infinito y la irreductible finitud, constatada harto temprano por el pinareño ilustre (1920-1943).

En andas de la editorial Pablo de la Torriente, tenemos a la vista Nosotros, que nos queremos tanto, libro equipado para la trascendencia, pues en él se tensan las respectivas capacidades investigativas que, en criterio del prologuista, Alexis Castañeda Pérez de Alejo, sitúa a los autores a millas de trillos al uso y banalidades oportunistas, y la voluntad de estilo, término un tanto fuera de moda, en medio de la
chatura del mercado totalitario.

A manera de pórtico, Sexto y Viñas nos ubican en el Pinar del Río y el ambiente que influyeron en el compositor, procedente de una típica familia cubana de clase media, con orientaciones generales por el bienestar, el confort y el buen parecer, y no por la cultura, que propicia un ascenso de la espiritualidad y las costumbres, conforme
subraya Castañeda.

La probidad intelectual de estos dos hombres los ha impelido a desnudar el sedimento impresionista que, el introductor dixit, ha anidado en los acercamientos a Pedrito Junco, primero entre los que lo conocieron, lo admiraron y fueron sus cofrades, y en la prensa provinciana de la época. (Sin ofenderse, por favor;  objetividad obliga). Esta visión nunca fue superada, y se ha venido repitiendo con inclinación paranoide.

Perennemente se destacan los visos de heroicidad romántica y se sobredimensionan las dotes artístico-literarias. Además, Junco reunía todos los requerimientos del mito: murió en flor y, según la versión popular, de una enfermedad arraigada en el arte y el martirologio en general. Legó la estela inapagada, tal vez inapagable, de una pieza,
Nosotros, que ha sido considerada testamento y prueba irrecusable de su propensión al sacrificio.

Sin aprensiones penetrarán en estas páginas los espíritus que no se arredran ante la dialéctica de lo continuo, la tradición, y lo discontinuo, incluido el quebrantamiento de estereotipos. Pero podrán adentrarse asimismo los que sucumben al canto de sirenas, porque aquí se desmonta la leyenda con delicadeza impar, como con terapéutica languidez, mediante el cotejo de documentos, testimonios, y se arriba a conclusiones juzgadas irrebatibles por lectores avisados. Y si, en esa carrera de aproximaciones que es la historiografía, alguien llega a contradecir con acierto algunas de las tesis plasmadas, aceptemos que el texto insufla oxígeno a una bendición que debería explayarse en son de divisa y derrotero: la duda. Porque sin ella, sin la duda, no
habría saber alguno.

Pero descansemos de Descartes, y de Perogrullo, para ensalzar el modo como Luis y Viñas van tejiendo en este paradigmático reportaje una trama casi policial, con el inherente suspenso, el dato solapado que entrevemos. Pistas. Guiños. Y claro que, paulatinamente, el panorama va cobrando transparencia meridiana, como en los mejores textos de detectives.

Preguntémonos con el socorrido prologuista: ¿Murió de tuberculosis, y por eso “debemos separarnos, no me preguntes más”? ¿Nosotros representa la revelación de una decisión tremenda o tremendista del compositor? ¿Quién fue la destinataria? Porque “no es falta de cariño, te quiero con el alma”, mujer anónima, mujer velada. ¿Asustadiza? Protéjanos Dios del pecado de indiscreción. Solo apuntemos que los autores refuerzan o refutan lo sostenido incluso hoy. Y que, honrados profesionales, reconocen que “hasta donde pudimos, entramos en las zonas oscuras. Y nos dimos cuenta de que, en lo poco que habló de sí, además de sus canciones, nos fue sorprendiendo sin decirlo todo para dejarnos, como atisbo, luz, herencia, un enigma –una contradicción imprecisable- que perdura y parece no agotarse en su discurrir por el tiempo”… Ah, el enigma, el misterio inabarcable en toda su envergadura. He ahí un motivo, otro, para desandar estas páginas sin
pausa y con unción, como en puntillas, evitando turbarle a Pedrito el dulce sueño con la amada.
 Entonces, nos equivocábamos al principio. Este librito por el volumen, libro por la meticulosidad cognoscitiva y lingüística, sí robustece el mito. Ese mito que es la propia vida. La vida, que fluye sin las cotas impuestas por la literatura, sin el ordenamiento cronológico, causal, férreo de la ciencia. El mito que, quiérase o no, se resiste a difuminarse, y se agiganta deslastrado de vaguedades. Porque el solo
hecho de haber sorbido el néctar de las musas, y quedar grabado en el imaginario de la nación y de allende los mares, es la victoria definitiva de Pedro Junco. Abismémonos, pues, en su (re)descubrimiento.

*Subdirector editorial de Bohemia. Este artículo apareció en la columna Cosas de hoy. 3 de abril de 2014

La Editorial Letra Viva, de Coral Gables, ha puesto una edición de este libro en: http://www.amazon.com/Nosotros-que-queremos-tanto-Spanish/dp/0989412598/ref=sr_1_1?s=books&ie=UTF8&qid=1397563703&sr=1-1&keywords=Nosotros%2C+que+nos+queremos+tanto

 

¿TE ATREVES A ESCRIBIR DE TU LIBRO FAVORITO?

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III Concurso Caridad Pineda In Memoriam de Promoción de la Lectura

 El Comité Provincial de la UNEAC en Santiago de Cuba auspicia el III Concurso Caridad Pineda In Memoriam de Promoción de la Lectura con la colaboración de la Asociación Cubana de Bibliotecarios (ASCUBI) y la emisora Radio Siboney.

 Podrán participar cubanos residentes en territorio nacional con un texto de hasta cinco cuartillas que comente el libro que marcó su vida, en letra Arial  de 12 puntos, a espacio y medio, firmado con seudónimo. En sobre sellado incluirán nombre, apellidos, número de carné de identidad y datos de localización   Será indispensable presentar el texto en original y dos copias.

  El jurado, constituido por personalidades de las letras en Cuba, concederá un Gran Premio de 500 pesos MN; un premio de 300 MN al mejor autor de la tercera edad (más de 60 años) y tantas menciones considere. La Asociación Hermanos Saíz otorgará un premio colateral al autor novel (hasta 35 años) y otras instituciones premiarán.

  Los trabajos se recepcionarán en el Comité Provincial de la UNEAC, Calle Heredia 266 entre Carnicería y San Félix, Santiago de Cuba; o si lo prefiere a Radio Siboney, Calle 8 n. 56 entre A e Independencia, Reparto Sueño, Santiago de Cuba. Se admite envío por correo electrónico a las direcciones  cmdv@rsiboney.icrt.cu, escribanode@gmail.com, ambas inclusive. El asunto será: “III Concurso Caridad Pineda In Memoriam”, adjuntando dos documentos Word. En uno, el relato firmado con seudónimo; y en el otro, nombre, apellidos y datos de localización.

  El plazo de admisión vence el 17 de agosto de este año y los premios se entregarán el 9 de septiembre en la sede de la UNEAC santiaguera. Los organizadores contactarán a los galardonados en CUALQUIER parte del país.  

   Caridad Pineda Anglada (1933-2012) fue una insigne educadora santiaguera, poeta natural y defensora tenaz de la lectura desde las aulas y la comunidad.