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PATRIA Y HUMANIDAD

CUIDADO CON EL PAN

CUIDADO CON EL PAN

 Luis Sexto

Apostillas ingenuas

A veces nos inquieta la percepción de que el país avanza despaciosamente. Pero hemos de tener en cuenta que, tal vez,  la cautela  en un procesó de transformación, no implica ir despacio, sino andar con paso reflexivo, tocando  el suelo antes  de levantar el pie. A mi modo de ver, ese proceder cuidadoso pretende esquivar  posibles errores  y sobre todo evitar decisiones y actos improvisados. Visto el asunto desde lo racional,   la velocidad de la actualización ha sido programada;  digo su velocidad, porque sus resultados implican otro punto de vista.

Mis observaciones me impulsan a afirmar que la idea de lentitud puede estar condicionada por la urgencia con que nuestras necesidades nos espolean. En verdad, muchos, la mayoría de los cubanos necesitan ver el país libre de trabas, asentado sobre un orden económico expedito, cuyas reglas no recorten soluciones, sino las multipliquen y las aviven para lograr la prosperidad tan ansiada. Ese sentimiento de urgencia, sólo podrá desaparecer cuando las necesidades vayan  despareciendo.

Sin embargo, la situación, objetivamente juzgada, nos impele a creer que en cuanto a algunos de sus resultados, la actualización avanza con lentitud. Es decir, el proceso de adopción de leyes y reglas responde a fechas, a momentos razonables para dictar aperturas y reordenamientos. Parece elemental, reflexionar, discutir, legislar son momentos previos para determinar apertura legales, establecer nuevos espacios económicos, mas no operan como el Capitán Maravillas con su contraseña: Decimos "Shazán", vemos un chispazo, y el hombre normal se convierte en un superhombre, o la vida se envuelve en la luminosidad de una estrella.

Admitamos que los comics quedaron atrás. Ahora  vivimos una realidad con perfiles de tragedia. ?Acaso fracasar en la readecuación de nuestra sociedad y sus perfiles económicos y políticos bajo un socialismo racional, justo distribuidor de riquezas, y garante de nuestra independencia no tendría el efecto de una tragedia inmensurable?

A juicio, pues, de este comentarista, teniendo en cuenta el dialéctico retraso entre la conciencia social con respecto del ser social, la percepción de demora no radica en el proceso jurídico, económico y político de las transformaciones. Opera, más bien, en la vieja mentalidad que retrasa la ejecución correcta de lo legislado por los órganos del gobierno. La vieja  mentalidad predominante no acaba de entender, por una parte, que la actividad del trabajo y del comercio privados; que la presencia de inversiones extranjeras; la existencia nuevos procedimientos y enfoques, y la  consecuente modificación de la conducta,  no supone un cambio de principios.

Pero el problema no consiste en la traslúcida neblina de la mañana. Es más denso. Porque  si unos pueden preocuparse honrada y disciplinadamente por  la integridad de principios políticos y  de objetivos sociales tantos años defendidos, otros se inquietan deshonrosa y arbitrariamente  por la pérdida de un ejercicio de poder burocrático que les ofrecía oportunidades para  asegurar un modo de  ir  pasando  a contrapelo de la ética y de la ley.

Me explico. Si todavía en ciertas lugares sigue vigente el no controlado descontrol,  si  todavía se presentan  informes falseados en  este o aquel sitio,  si aún se estima que se puede mantener algún carguito sin estar apto, aparentando actuar con los brazos cruzados,  si  esas  deformaciones son aún visibles,  se comprende que la vieja mentalidad  continúe  defendiendo su viejo  lema de  que la dejen vivir, aunque ella no  deje vivir.

¿Y qué haremos?  Posiblemente, y esperamos que no sea una reacción tardía, alguna vez el rigor tendrá  que  entrar aquí y allá, sacudiendo el polvo y el moho, para que el  polvo y el moho no retrasen la articulación de la  prosperidad, ni distorsionen la percepción del pueblo sobre la efectividad de todo cuanto el país se propone con un afán renovador. Pareceré alarmista, pero no podemos permitir que el pan se nos queme a la puerta del horno.

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