PEDRO LUIS LAZO, EL RASCACIELOS DE CUBA
Por Luis Sexto
Presentación del libro del mismo nombre, en el Parque Central de La Habana, el 27 de agosto de 2010
En cuarenta años ejerciendo el periodismo, he escrito hasta de jockey sobre césped; nunca de béisbol. Sin embargo, mucho he gritado en el estadio Latinoamercano del Cerro, en La Habana, ante el milagro de mis ídolos, que han podido ser también los mismos dioses venerados por los centenares de aficionados aquí presentes. Cuántas veces adiviné el jonrón por el crujido del bate al golpear la esférica. Y antes de sobrepasar el batazo la tercera base, ya yo estaba en pie, como por obra de un chuchazo, celebrando la nueva decoración de la pizarra. Es decir, nunca he escrito de pelota, pero he sentido la pelota hasta llorar, hasta incluso quebrar mi promesa juvenil de nunca escribir de pelota, porque, amigos míos, de pelota sabemos todos en Cuba. Y hacer el ridículo es como una raya más para quien aspira a tigre y solo se queda en gato doméstico.
Pero el periodista ha de estar siempre dispuesto a morir, es decir, preparado para asumir el riesgo aunque en ello le vaya el crédito. Y cumplo hoy, ante tantas personas ilustradas en los saberes del béisbol, la petición del autor del libro que voy a presentarles, hombre este, en su condición humana, tan redondo como la Batos o la Mizuno; tan recio como un bate, y tan audaz como el guante que aparece de súbito, inexplicablemente, más allá de la media luna deteniendo un seguro jit. Ese hombre, Juan Antonio Martínez de Osaba y Goenaga, nombre con distancia de jonrón, es mi amigo en la simplicidad de la vida guajira y en la dedicación al oficio de escribir, oficio que suele ofrecer la incertidumbre y la inconformidad como secuela.
Nunca escribí de pelota, pero sé que en este libro titulado Pedro Luis Lazo, el rascacielos de Cuba, publicado por la editorial Hermanos Loynaz, está desarrollado el conflicto esencial del béisbol. Como es sabido, ese conflicto es la guerra entre un lanzador que se propone anular al bateador y un bateador que elucubra el modo de quitarle, al menos, una base, una modesta base, al lanzador. El ex pelotero Osaba, como bateador tiene más libros que veces al bate; y Lazo, ah, Lazo, el pítcher derecho estelar del equipo Cuba, le ha dado algún pelotazo a más de un número o a una letra. Es este libro, en fin, un desafío dominical. Sí, uno de esos juegos que, luego de su final, deben dejar espacio para la discusión.
Tajantemente he de decir, ante todo, que este libro titulado Pedro Luis Lazo, el rascacielos de Cuba, no es una biografía. ¿Y qué quiere ser este libro? A mi modesto parecer, este libro quiere ser un monumento, la exaltación de un jugador excepcional al salón de la fama que la mayoría de los cubanos llevamos dentro, porque sentimos el béisbol como la gran parábola de nuestra historia, historia nuestra que constantemente ha estado remontando pizarras adversas a batazo limpio o mediante el cambio de velocidad o la bola escondida.
Amigos:
Imaginemos que soy un narrador portentoso y por tanto voy a decir, antes de que ustedes lo lean, el porqué Osaba incrementará con abundancia sus numeritos individuales al terminar este juego. Lo primero que nos cautivará es que Osaba, previamente vive lo que habrá de escribir. Hay en este libro una vocación por ir al sitio donde el héroe nació, a meterse entre las personas que alguna vez significaron algo para el héroe. Es como el mejor periodismo, ese que se moja los pies, investigando en el terreno y luego trasladándonos al terreno, de modo que lo veamos y lo toquemos. En lenguaje de medios, puedo decir que este libro emplea mayoritariamente la transmisión televisiva, aunque de vez en cuando acude a la radio.
Este libro es, en suma, un reportaje coral, a muchas voces; un vívido, vivido coloquial documento periodístico. Y en verdad, el tino con que Osaba escribe no le podría dictar otra técnica que no fuese presentar a Lazo en plenitud de noticia, en logro aún actuante, en ser humano haciendo rebosar de gloria sus 37 o 38 años de edad. Esta es la mejor virtud de Pedro Luis Lazo, el rascacielos de Cuba: pintar al ya mítico Lazo de cuerpo y vida enteros, como sol en su cenit, león en su pradera, cañón en batalla. Y es así, porque no estamos evaluando, ni evocando la cola de un cometa que pasó, sino el astro que todavía dispone de muchos años de luz.
La tradición judeocristiana nos recomienda que se elogie a los seres humanos después de fallecidos. Lauda post mortem, dice el latín bíblico. Y esta cultura tan antigua está teniendo en cuenta a ciertas figuras que, luego de ser elogiadas, empiezan a “creerse cosas”, y se desparraman en medio del mareo de la fama. Pero en ese sentido, Lazo gana este juego que lo enaltece, que lo encumbra poniéndolo para siempre en un libro que nunca habremos de quemar o descontaminar. El talento de Lazo, la efectividad de Lazo, la ética de Lazo, la simpatía humana de Lazo como pelotero, nunca correrán el peligro de echar hacia atrás hasta el punto de contradecir o negar todos los hechos y las opiniones que el autor, Martínez de Osaba, recoge en las páginas de este libro. Y la certeza se apoya en la confianza de que Pedro Luis Lazo quedará en la historia del béisbol cubano como Osaba demuestra con devota capacidad gráfica: como un rascacielos del coraje, la habilidad, el carácter de quien, mejorándose cada día, honra a sus semejantes y en particular a la patria que lo recibió y le dio el nombre y la tradición.
Amigos:
No podemos hablar de un libro enfatizando solo en su contenido, o en su tema. Tengo ineludiblemente que juzgar las palabras y con las palabras medir la eficacia con que el escritor las junta. Y lo digo con placer: Osaba es un escritor, que además de saber qué dice, sabe también cómo lo dice. No dudo que cuando cualquiera de nosotros escriba, un editor o un corrector vengan luego y nos tachen este o aquel gazapos. Pero lo que lamentablemente no pueden dar un editor o un corrector, a pesar de la utilidad que los editores y correctores tienen, y a pesar de cuanto hemos de agradecerles; no pueden dar, ni añadir, digo, la disposición esencial de ser claro, de poner una palabra junto a la otra de modo que en vez de arrastrarse, caminen como sobre el aire. Y de acuerdo con mi experiencia en este oficio de escribir, la prosa de Osaba nos arrastra como una conversación. Esto es, no tiene el lector que halarla, porque a fin de cuentas se desliza hasta llegar a jon…
Luego detengámonos en la estructura. Este libro es sobre Lazo. Pero Lazo no es Lazo en abstracto. Lazo es, fundamentalmente, el producto de una tradición, de una cultura, además de un sistema. Y de pronto el escritor detiene el libro, como si se fuera a primera, tras de haber ganado la base por bolas. Y sobre la almohadilla, pasa revista a la historia del pitcheo en Cuba en sus figuras básicas. Y nos va presentando, como en una emisión de radio –sin ver, pero oyendo- los horcones sobre los que descansan el brazo, la técnica y la sabiduría de Pedro Luis Lazo. El lector lo agradece: el poco ducho en el béisbol, lo agradece porque aumenta su caudal histórico, y el que conoce la crónica numerosa de la pelota, lo agradece porque le recuerdan y precisan lo sabido. Así, así vamos avanzado hacia el final de este juego escrito, y al final Osaba le da voz y espacio en el terreno a los que no aparecen comúnmente: a los aficionados, a los espectadores. Leyendo estos juicios uno se percata de que, sin que las distintas personas que hablan –escritores, poetas, abogados, periodistas, historiadores- se hayan puesto de acuerdo, todas coinciden, sin dudar, en que el béisbol es un manifestación de cultura y que Pedro Luis Lazo agrega una dosis de arte a la técnica y los movimientos del lanzador.
Después, en las últimas páginas, después de terminado el desafío, salen del “dogaut” los compañeros de Lazo, directores y jugadores que confirman cuanto vale Pedro Luis. El libro, como es natural, se remata con las estadísticas. Un pelotero es él y sus estadísticas. Pero sobre todo es su valor y su honra. Y del valor y de la honra de Pedro Luis Lazo, de su erguirse ante las dificultades y los errores, está lleno este rascacielos que el mismo Lazo es y ha permitido que le construyan con la sencillez de la verdad.
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Fabian Pacheco Csanova -
Fabian Pacheco Casanova -
Fabian Pacheco Casanova -
Luis Sexto -
Fabian Pacheco Casanova -