LA APLANADORA DE MIAMI: NUEVA VERSIÓN DE LOS "PANZER" HITLERIANOS
Por Luis Sexto
¿Chiste o comedia; ridículo o farsa? Esta es la pregunta con que uno trata de hallar el término justo para redondear una opinión sobre ese acto en que “un mar de fragmentos de discos compactos y fotos de Juanes –como informó El Nuevo Herald- fueron rotos por una aplanadora”, en protesta por el concierto que el reconocido cantante y autor colombiano patrocinó en La Habana el pasado 20 de septiembre.
No contaré la historia. Porque la multitudinaria convergencia de músicos latinoamericanos, europeos y cubanos y un millón de concurrentes a la Plaza de la Revolución es en sí misma historia, protagonizada ante millones de teleespectadores del mundo. Vayamos más bien a lo colateral. Porque el Concierto por la Paz no requiere de interpretaciones: nada subliminal se puede detectar cuando la música y la poesía se esmeran por exaltar lo que nuestro planeta malherido necesita: paz y concordia. Ni siquiera las canciones pudieron sugerir un mensaje enmascarado contra Cuba y la Revolución, como algún medio supuso. Por lo general, esas piezas interpretadas por Juanes, la Tañón, Silvio, Bosé, Víctor Manuel y otros son usualmente escuchadas en Cuba en la radio, la Tv o en DVDs domésticos. ¿Acaso los cubanos de la Isla viven en la edad de piedra?
Yendo, pues, a lo colateral, podíamos decir que en la edad de piedra habitan cuantos, fanatizados en una presunta Vigilia que es solo trasnochado ejercicio de pose “patriótica”, demolieron con aplanadoras y mandarrias la voz y la imagen de unos de los más populares juglares de la actualidad. Admitamos, como sabemos, que esos grupúsculos del llamado exilio, esos que parecen estar a la derecha de toda derecha, cobran sus salarios en la agencia por el “desarrollo de la democracia” o alguna parecida institución federal de los Estados Unidos, de donde, sea dicho de paso, surgieron también los Bin Laden. Pero habrá que seguir preguntando: ¿toda esa algazara, ese espectáculo cuadrupédico, ese remake de los “progromos”nazis contra los judíos, han sido solo para mantener el sueldo? ¿No vemos acaso algo más en ese alarde de demencia?
Al menos, este comentarista ve mucho más. Entremos en la psicología social; evoquemos esa figura llamada en Cuba “guapo de barrio”, que existe con otro nombre en cualquier ciudad del orbe; analicemos su conducta habitualmente destinada a lograr ser temido. Y para ello, grita, amenaza, provoca, dejando entrever en sus desafueros ante cualquier nimiedad que lo beneficie, una histriónica capacidad de alardear que “se faja por lo que sea y con quien sea”. Los corifeos de la Vigilia Mambisa de Miami buscan, pues, meter miedo; delinear con aplanadoras y mandarrias la idea de que su transformación de ciudadanos decentes y comedidos en el desaforado e inescrupuloso mister Hyde del cuento, puede tener como objeto, llegada la oportunidad, además de los discos, también las personas. ¿Y a quiénes intentan aterrorizar? Para responder habrá que estudiar algo de la composición demográfica de Miami, particularmente de Miami. Cerca de un millón de cubanos habitan esta ciudad de la Florida. Y es fácilmente demostrable que la mayoría salieron de Cuba como emigrantes para ser inmigrantes en los Estados Unidos. Conozco varias encuestas serias y honradas que avalan el hecho y cuyos números, por evitar cansarlos, no voy a citar.
Emigrantes e inmigrantes componen una categoría común en nuestro planeta, desde hace siglos; tal vez milenios. Emigran las personas de uno a otro país, de una a otra región, por que desean cambiar de ambiente, solucionar sus problemas económicos, olvidar una pasión frustrada, reunirse con sus seres queridos; en fin, por decenas de causas razonables. La emigración, por su índole de solución personal a problemas individuales o colectivos, no implica esencialmente una actitud política de partido. En una época, al pisar suelo miamense eran obligados a adquirir la falsa conciencia de refugiados. Pero en el curso de 50 años, la emigración ha ido cambiando su naturaleza. Los que eligieron salir de Cuba por razones políticas no son emigrantes, sino exiliados. Es decir, exiliado es aquel que sale de su país por causas políticas, a veces mediante la intervención de una embajada, por vías clandestinas o legales, pero impelido por una militancia partidista o el sustento activo de una doctrina cuya práctica es inadmisible en su tierra. Se marcha con una intención: luchar desde el extranjero contra el poder que los desalojó y recuperar el poder perdido, el statu social y sus tesoros y propiedades.
Por tanto, Vigilia Mambisa y los demás grupúsculos del exilio duro -temprano o tardío según el tiempo en que se exiliaron sus adeptos- se ha percatado que ese cubano al cual solo le interesa trabajar, tener casa, automóvil, beber cerveza los domingos por la mañana con los amigos, y regresar temporalmente a su patria a ver a sus familias y enviar remesas, como cualquier mexicano o centroamericano, puede en algún momento no servirles de aliados. Y de hecho, ante el concierto por la Paz, mientras que de un lado -prensa, radio y TV incluidas- Juanes recibía insultos y amenazas, en la calle el ciudadano de todos los días lo alentaba a seguir en la empresa de solidaria vocación artística del cantor. Lo confesó el propio Juanes.
Para que esta nota no se alargue, invito a recordar que esta gente que grita, amenaza, tiembla entre rencores, cuando en 1990 parecía que todo el socialismo mundial naufragaba, pidió al gobierno norteamericano tres días de licencia para matar en Cuba. Claro, esa propuesta siempre sería el guión de un filme trucado, sin locaciones y presupuesto. Pero en Miami, las amenazas que se profieren allí contra alguien de allí pueden cumplirse. Y por ello uno se inclina a decir: la acción de Vigilia Mambisa es una comedia, un chiste, un gesto ridículo, una farsa. Todo a la vez. Pero resulta también una tragedia. No lo olvidemos. Ellos, como ha dicho una voz inteligente de quien ahora no recuerdo el nombre, solo pueden reconocerles a cualesquiera de los que consideran enemigos el derecho a morir por sus ideas. Y ellos los ejecutan.
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