«EL DECLIVE DE ESTADOS UNIDOS ES INEVITABLE»
Por Michel Colom
Brzezinski proponía en su libro una estrategia agresiva y maquiavélica para salvar al Imperio estadounidense. Pero, ¿cree él mismo que funcionará? Por muy sorprendente que parezca, la respuesta es no.
«A largo plazo la política global está condenada a hacerse cada vez menos propicia a la concentración de un poder hegemónico en las manos de un solo Estado. Por lo tanto, Estados Unidos no sólo es la primera superpotencia global, muy probablemente será la última» (p. 267).
La razón se debe a la evolución de la economía: «El poder económico también corre peligro de dispersarse. En los próximos años ningún país será susceptible de alcanzar aproximadamente el 30% del PIB mundial, cifra que Estados Unidos ha mantenido durante la mayor parte del siglo XX, por no hablar de la barrera del 50% que alcanzó en 1945. Según ciertos cálculos, Estados Unidos todavía podría detentar el 20% del PIB mundial a finales de esta década para caer a un 10-15% de aquí a 2020, mientras que las cifras de otras potencias (Europa, China, Japón) aumentarían para igualar de forma aproximada el nivel de Estados Unidos. (...) Una vez que se haya iniciado el declive del liderazgo estadounidense, ningún Estado aislado podrá asegurar la supremacía de la que goza hoy Estados Unidos» (p. 267-8).
«Una vez que se haya iniciado el declive del liderazgo estadounidense». Por lo tanto, Brzezinski no habla de una posibilidad, sino de una certidumbre. Escribe esto en 1997. Hoy resulta claro que el declive ha iniciado totalmente. El mundo llega a ser multipolar.
Pero, ¿quizá Brzezinski es un pesimista aislado? ¿Quizá los neocons que inspiraron a Bush son más 'optimistas', si nos atrevemos a usar esta palabra? Pues bien, de hecho no lo son mucho más. En el texto fundador de toda la política de la administración, el Project for a New American Century (PNAC, Proyecto para un Nuevo Siglo Estadounidense), redactado en 1992 por Paul Wolfowitz y sus amigos, encontramos, por supuesto, toda la ideología de la nueva cruzada militarista, pero también un observación que llama la atención: «Actualmente Estados Unidos no tiene ningún rival mundial. El objetivo de la gran estrategia de Estados Unidos debe ser preservar y extender esta posición ventajosa el mayor tiempo posible (...) Preservar esta situación estratégica deseable en la que se encuentra Estados Unidos en este momento exige unas capacidades militares predominantes a nivel mundial» (7).
«El mayor tiempo posible». Por lo tanto, también aquí se cree que no será posible que Estados Unidos sea eternamente el amo del mundo. He aquí una gran paradoja. El mundo entero teme a Estados Unidos. Pero los dirigentes estadounidenses, por su parte, saben que están al mando del Titanic. Y están divididos en dos opciones respecto a cómo salvar al Imperio tanto como sea posible...
DOS OPCIONES PARA SALVAR AL IMPERIO
¿Cuál será la política estadounidense en los próximos años? La elección de uno u otro presidente es, desde luego, una indicación, pero no es decisiva.
Recordemos que durante la campaña presidencial de 2000 George Bush había prometido ¡una política internacional mucho más humilde y menos intervencionista que la de su predecesor! Mientras que el otro candidato, Al Gore, había propuesto un presupuesto militar más alto que el de Bush. Creemos que las grandes orientaciones de la política internacional no las deciden los presidentes, sino las multinacionales en función de sus necesidades del momento y de su evaluación de la relación de fuerzas mundial.
Y, precisamente, tras el balance de fracaso de los años de Bush que acabamos de describir la elite estadounidense parece bastante dividida respecto al camino que hay que seguir. ¿Cómo salir de esta delicada situación?
La primera opción posible es la opción militarista. En estos últimos años la han encarnado los neocons de Bush con la estrategia de Wolfowitz. La agresión y la intimidación como estrategia general. Multiplicar las guerras, inflar al máximo los gastos en el complejo militar-industrial para obtener el crecimiento y el dominio de las multinacionales estadounidense, y también para intimidar a aliados y rivales.
La otra opción es la defendida por Brzezinski y que a él le gusta llamar 'soft power' (poder blando). Otros hablan de un 'imperialismo inteligente'. Se trata, de hecho, de lograr los mismos objetivos de Estados Unidos pero por medio de unas formas de violencia menos directas y visibles, contando menos con las intervenciones militares estadounidenses, muy costosas, y más con los servicios secretos, las maniobras de desestabilización, las guerras por medio de países interpuestos y también con la corrupción...
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Fabian Pacheco Casanova -