LAS PARRANDAS DE REMEDIOS
Por Luis Sexto
Una manifestación de cultura comunitaria
El diablo se apareció en San Juan de los Remedios en siglo XVII, para recomendarles a los vecinos que se mudaran hacia las tierras de un hato próximo cuyo propietario era el párroco de esa localidad, octava villa fundada en Cuba por los colonizadores, entre ellos Vasco Porcayo de Figueroa. De esa pelea entre las tropas infernales y los remedianos, de la cual dio cuenta el sabio don Fernando Ortiz, resultó la fundación de la actual ciudad de Santa Clara.
Quizás el demonio pudo sentirse satisfecho y nunca más aparecer en el apacible poblado. Pero ante la existencia y persistencia de las parrandas, se pone en duda tal aseveración, porque el diablo parece haberse quedado nutriendo con sus ardores tales fiestas populares sobradas de música, fuego e imaginación, cada 24 de diciembre. Surgidas en los primeros años del XIX, las parrandas componen parte de la cultura original de Remedios, declarado monumento nacional en 1980. Trabajos de plaza que remedan desde el Empire State hasta la Torre Eiffel, y carrozas con sus coristas, más faroles vistosamente construidos, polkas, rumbas, color, se conciertan en una noche que concluye con el sol del día siguiente.
Los barios de San Salvador, simbolizado por un gallo, y El Carmen, por un gavilán, compiten en ingenio y fantasía al diseñar la arquitectura de los objetos en exhibición. Y también en la capacidad de hacer ruido. Porque un duelo a base de pirotecnia –voladores y fuegos ratifícales- sacude al más amodorrado. Al final no existen ganadores. Ha ganado el pueblo. Su convivencia.
Hay que añadir que al principio fue el ruido, y el ruido brotaba al amanecer. Porque como eran remolones los habitantes de San Juan de los Remedios para acudir a las llamadas misas de aguinaldo, entre el 16 y el 24 de diciembre, un cura astuto habilitó a los niños de cuanto instrumento lograra despertar a fieles tan poco devotos. El ruido , con los años, pasó a ser patrimonio general y se establecieron competencias entre vecinos con el fin de precisar quiénes era los más atronadores. Al parecer, la sensibilidad auditiva de los remedianos convirtió alguna porción del ruido en música. Y surgieron las parrandas cuya influencia ha tocado a muchos pueblos del norte de la provincia de Villa Clara. En Camajuaní, Caibarién, General Carrillo, Vueltas, se repiten esas fiestas cuyo autor y participante es el pueblo mismo.
Remedios mantiene su fisonomía colonial. Entra el visitante en la villa, y lo envuelve una atmósfera antañona. Admirable es el interior de la iglesia parroquial mayor donde se conservan los altares barrocos laminados en oro y una imagen de la Virgen María –dicen que única en el mundo- con el vientre abultado por su gestación sagrada. Remedios, que recibió el título de ciudad en 1874, tuvo en 1513 sus primeras casas. Pero solo fue reconocida como villa por el Rey de España en 1545. Por ello no está entre las primeras siete que se fundaron en Cuba. No obstante, siendo la octava, se distingue entre aquellas que continúan apegadas a su pasado fundacional y defienden su fidelidad a la tradición.
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