UN MENSAJE DEL OTRO LADO
Lo reproduzco porque quien lo firma -cuyo nombre callo por obvias razones de seguridad para él- es aun, a pesar de los años, amigo verdadero del titular de esta bitácora, que, a su vez, lo estima como siempre. Vive en la emigración; yo sigo en Cuba. Pero su mensaje me confirma que la calidad humana que lo distinguió una vez sigue actuante, discerniendo lo justo de lo injusto, lo racional de lo irracional.
Hace varios días estaba por responderte algo relacionado con el tema que tocaste de las “Dos visiones de la feria”... Me alegra, ojala algunos de los tantos cretinos que pululan por acá y por otros tantos puntos de esta Unión de Estados y de otros tantos confines, se detuvieran a pensar un rato sobre sus verdaderas nostalgias. Claro que siempre habrá muchos que opinen lo mismo relacionado con el tema. Añoran la tierra que los vio nacer, pero la que ellos conocieron: la de los clubes, cabarets, los negritos limpiando zapatos y las putas por doquier.
Pero todo ello a espaldas del dolor de los que sufrían sin tener nostalgias, pero con sus penas acuestas en busca de respuestas a sus sufrimientos y abandonos.Para mi el tema de las nostalgias se me presenta en primer termino por la familia, luego por las calles que recorrimos, los parques donde nos sentamos no a rumiar penas, sino a ver a mi hija montar sus primeros velocípedos y bicicleta, los buenos amigos, el cielo azul como ninguno, las satisfacciones del trabajo en algunos momentos.
Y todo ello lo enfrento con un buen libro entre las manos (en estas época se me hace ya difícil no leer a diario).
Con mi silencio, la tranquilidad de mi casa y con mis enfermedades, quizás o viva mas o menos años, pero nunca podré sustraerme a mi modo de ser, sin rencores, sin odios, sin malos deseos para los que nos dañaron, etcétera…
Y créeme que me resulta difícil al chocar con personas como Claire Weimbach, que por supuesto, son las que mas abundan aquí. Para mi Cuba sigue siendo mi patria, mi cuna, la tierra que guarda los restos de mi padre, el lugar donde yo también quisiera reposar . Y a estas tantas Claire que abundan por el mundo y a los tantos coterráneos que igualmente nos rodean por acá, no queda otra cosa que ignorarlos, como el sol a las sombras cuando quiere salir.
Cada uno labra su destino, pero muchos no sabemos cómo enfrentarlo todavía y pese a que muchos opinan también que la patria es el lugar donde vivimos y nos sentimos bien, para mi seguirá siendo siempre ara y no pedestal, como aprendimos del Maestro, de Martí. Y te digo más, en términos políticos, cada día rechazo más a los guerreristas de pasteles, croquetas y bocaditos, con sus recomendaciones a los de allá de salir a la calle. A los que, ya que no tuvieron el valor de enfrentar sus males, deberían tener el pudor de callarlos.
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Fabian Pacheco Casanova -