¿QUIÉN SE LO DICE A SARAMAGO?
Por Luis Sexto
Ciertas personas no leen, sino releen. La observación pertenece a una de las crónicas de Gabriel García Márquez –hechas de sus vivencias y sentencias. Y el novelista cubano José Soler Puig lo corroboró cuando, mientras lo entrevistaba en 1988, me advirtió: -No me preguntes qué estoy leyendo; ya solo releo.
No le pregunté qué releía. Ni tampoco sobre qué estaba escribiendo. Habitualmente los escritores escriben. Dudo de que tengan algún período seco, o asuman un cíclico “tiempo muerto”. Escriben aunque después quemen, trituren o borren. Porque escribir sin haber despejado previamente la ruta, la esencia, la raíz, el itinerario y el fin del discurso, equivale a tirar el anzuelo en aguas contaminadas donde no suelen coletear peces, salvo algún sábalo, especie que asoma la nariz por entre la nata pestífera para pedir oxígeno. Y un sábalo podría ser una frase afortunada, o una idea luminiscente, que tiente, como carnada, la revelación del tema oculto bajo una momentánea sequedad del intelecto.
Alguien pedía -¿Hemingway?- que la inspiración lo alcanzara trabajando; esto es, echando el anzuelo.Pero el problema sería saber por qué uno relee y qué relee. ¿O primeramente habrá que elucidar por qué uno lee esto y no aquello, y relee aquello y no esto? La relectura se desprende de la lectura. Hoy, a pesar de que los secretos de la intimidad humana flotan en los gases cibernéticos, me parece que los pronósticos sobre asuntos tan personales yerran con más frecuencia que antes. Algunos juglares catastrofistas vocean: Ya nadie lee cuentos. O solo novelas de 300 páginas. La poesía tampoco se vende... Y sin embargo, las editoriales, las más sólidas, prosiguen publicando cuentos y poesía, y novelas breves. Y la crítica se entretiene en comentar y promover estos libros, según muestran las páginas cristalinas de la net.
También publican lo inservible. Lo de poco rigor, aunque de mayor lubricidad. Mas el mercado y la moda son falibles consejeros en estos enigmas de la cultura. Recientemente un estudiante de periodismo me confesaba su frustración cuando, al leer sus cuentos de índole realista en un taller literario, la réplica negativa del auditorio se abroqueló en un superficial “ya no se escribe así”, porque estamos en la postmodernidad. Y lo que se estila, de acuerdo con tal concepto, consiste en lustrosos párrafos vacíos de emoción, y carentes de enjundia humana, con el uso del sexo como espectáculo... No se trata de contar una historia; más bien de abolirla. ¿Y quién le sugiere a Saramago que como él escribe, actualmente no se escribe?
Tampoco se trata de invalidar las formas y los preceptos literarios postmodernos. Inquieta, en cambio, que los danzarines de la nueva estética pretendan levantar una carpa gigantesca donde solo se cobijen ellos excluyendo la diversidad de autores y líneas. Porque, al cabo, hay multiplicidad de lectores. Por ello ciertos lectores releen; prefieren lo conocido aceptable al albur de lo ignoto o dudoso. Y si segundas partes nunca son buenas, las relecturas son, por el contrario, comúnmente útiles; suelen bojear, descubrir los entrantes y salientes que no miró el develamiento asombrado, o prejuiciado, de la primera vez. Unamuno, a quien al principio de sus jornadas ensayísticas le reprochaban el estilo distinto, trabajado, creativo, no cedió a las demandas de los facilistas. Continuó escribiendo como sabía y quería confiando, al igual que Sthendal con El rojo y el negro, en ganarse el derecho a la relectura.
Un año antes que a Soler Puig, le pregunté a Carilda Oliver Labra, tan carismática y célebre entonces como ahora, por el título que leía en esos momentos. Un entrevistador no tiene otra opción que acudir a ese tópico como al de cuándo y dónde nació. Los libros que lee también definen a un entrevistado. Y ella contestó:
-A Einstein y los físicos modernos.
3 comentarios
Fabian Pacheco Casanova -
Francis Elier -
Ahora, uno relee porque se canso de explorar nuevas obras, cuando uno recién aprendía a leer siempre aparecía un escritor nuevo, de moda o ajeno en un estante, pero nuevo para uno - infante - luego, cuando acumulas algunas decenas de escritores, ya no te interesa leer de los nuevos autores (en la vida pasa lo mismo, ¿cuando has visto un viejo que genere un cambio?, los cambios son de la gente joven).
jajaja - ¡tremenda cháchara!
Pero vamos, ¿quien necesita que le publiquen un libro si existe Internet?, según mi criterio, Internet viene a rescatar el valor artístico de la literatura, ¿porque?, porque nadie va a pagar por leer una novela en Internet habiendo tantos escritores que escriben de forma gratuita, lo cual no significa que la literatura se extinga, sino, que se potenciara con las millones de historias de los millones de internet-autas.
Y ahí viene lo característico ...
¿Y la calidad? ¿Y el valor artístico?
Eso, se queda en las salas de la universidad, para los estudiantes de arte, porque el arte no es de nadie, porque el arte no es más que la necesidad satisfecha de comunicar algo.
Saludos,
Ricardo -
Le fue concedido un premio literario a Unamuno. Al serle entregado el premio de manos del Rey, le dijo:
-Gracias Señor, me lo merezco.
-Caramba dijo el Rey, hasta ahora todos habían dicho que no se lo merecían.
-y probablemente tenían razón Contestó Unamuno.