GANANCIA EN RÍO REVUELTO
Por Lorenzo Gonzalo
Este ha sido un año donde cosas inesperadas han sucedido. No sólo en Estados Unidos, sino también en Europa, donde Inglaterra votó por separarse del Continente, en Italia Grillo gana la partida y Alemania Alternativa ha logrado peligrosos avances en Alemania. Sin embargo, Washington se lleva toda la atención, porque la maquinaria sabiamente fundada por los notables que dirigieron la Guerra de Independencia, ha permitido durante décadas predecir el resultado de sus comicios. Fue un perfecto regulador para garantizar las élites de Poder.
En esta ocasión han florecido conductas que son más típicas de países como los latinoamericanos o de bajo desarrollo político.
Es costumbre que los expresidentes de Estados Unidos queden fuera del juego una vez dejado el cargo, de aquí que los tilden de “patos cojos”. Pero recientemente, Bill Clinton ha expresado opiniones derogatorias de Trump, y Barack Obama repite que no callará sus opiniones políticas, cuando termine su mandato.
Durante la campaña, los insultos subieron de tono y contenido. Sanders, al desafiar el “establishment” fue claro y rotundamente crítico de los poderes financieros y Trump hizo otro tanto, pero además satanizó la inmigración, exaltó el poderío de las fuerzas públicas y rechazó cuanta regulación existe. Si nos guiamos por su discurso es la anarquía absoluta y la debacle total.
Uno de los aspectos que más puede haber incidido en los resultados poco habituales de las elecciones estadounidenses, son las llamadas redes sociales. Este novedoso sistema informático, tiene la ventaja de la difusión generalizada personal, pero lleva en su contra la tendencia de crear cápsulas ideológicas. Un blog no es un medio de información usual. Es un instrumento donde las diversas ideologías se atrincheran, dando lugar a que las personas, en vez de acceder a un abanico de opiniones, se dediquen a escuchar sus propias historias.
En Estados Unidos, los fracasos para adelantar en la solución de requerimientos sociales que golpean fuertemente a las nuevas generaciones, en especial la educación, la salud, el empleo y los salarios, unido a la existencia de dinastías políticas a quienes se culpa con razón de dichas deficiencias, cambió el paisaje electoral de tal manera que todas las predicciones se fueron por la cloaca: la información diseminada por dichas redes, acuñó la necesidad de “rechazar los poderes tradicionales”, sin matizar de manera plural las opciones que esto supone.
Trump, avezado en la publicidad y las actuaciones televisivas sin contenido, estimuladas con jocosidades de mal gusto, ofensas y menosprecio por los demás, aplicó las mismas técnicas a su candidatura. La consigna contra lo establecido, la misma que enarboló Sanders y que tardíamente usó a medias Hillary Clinton, tuvo en él mejores resultados. Las redes, fuentes desinformativas más que de cabal orientación, contribuyeron a sembrar las confusiones.
Los conservadores tradicionales, pocos y poderosos, lo rechazaron al principio, pero comprendieron finalmente que su táctica era la adecuada y con el sueño de que podrán controlar su presidencia, votaron a su favor. El grueso de sus dudosos partidarios, los disgustado con el estatus quo, estimulados por el racismo de su discurso, unido al temor de las inmigraciones incontroladas, le facilitaron el triunfo.
Los cambios migratorios ocurridos desde la década del setenta hasta la fecha, han desbordado las capacidades de los países desarrollados, creando desasosiego dentro de los sectores laborales. A su vez, los desbalances entre las grandes ciudades y las poblaciones pequeñas y rurales, creados por la globalización y las migraciones, han inyectado temores que no son tan infundados como algunos pretenden, favoreciendo una discursiva oportunista y la natural ascendencia de personas como Trump, a los más altos cargos del Estado.
Las predicciones son reservadas, aunque no hay dudas que el gran capital inventará sinecuras para calmar los ánimos nacionales en lo que a Estados Unidos se refiere. En este caso el temor estriba en la ascendencia de la fuerza pública a un pedestal que no le corresponde y el halago extremo al generalato. Internacionalmente la preocupación está fundada en la respuesta que asuman grandes potencias como China y Rusia, las cuales podrían responder cualquier amenaza con una clara respuesta de que, en última instancia, la inmolación no está descartada.
El Norte estadunidense tiene patrones de grandeza que, desde la Segunda Guerra Mundial, son sólo parte de una leyenda colectiva, pero que los conflictos y agresiones posteriores los desmienten. Todas esas guerras, desde Corea, pasando por Vietnam, Irak y el Medio Oriente, las han perdido. Tienen también en su contra, el acomodo a un confort nunca desafiado”, lo cual debilita la disposición a un posible holocausto.
Cuidado con los desafíos. El mundo está cambiando y las respuestas rusas quizás sean una pantalla para dejarse querer, pero es improbable que impliquen una disposición a compartir con Trump sus fantasías de dominación mundial o ayudarlo a consolidar un emporio empresarial que supere a los Soros, Rockefeller y compañía, lo cual, posiblemente, fue el sueño que lo estimuló para aspirar a la Presidencia.
27 de diciembre del 2016
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