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PATRIA Y HUMANIDAD

ASCIENDE EL POETA, ASCIENDE

ASCIENDE EL POETA, ASCIENDE

Luis Sexto

Roberto Manzano no nos ha sorprendido con La Piedra de Sísifo, título de un poema que necesita un folleto de 36 páginas. Es decir, no es un cuaderno de poesía diversa, sino un poema largo, tan largo como un mural con respecto a la pintura de caballete. Y Manzano no nos sorprende por dos razones: ha confesado que le placen las obras monumentales. Y La piedra de Sísifo es un poema monumental, muy ligado al tacto de la estatuaria y la estatura clásica.

Por lo común he creído que los poemas extensos ofrecen muchas oportunidades para que la poesía se pierda y sea sustituida por palabras e imágenes bastardas. Hoy debo corregirme. Posiblemente un poema largo se frustre si el poeta quiebra su medida. Todo poema exige sus límites. Porque si el poeta tiene sólo aire para el poema breve, o de mediana extensión, cuando se excede puede ahogarse en su fracaso. Pero, dicho esto, no me acusen de sostener un concepto aritmético del poema o de la poesía. En toda fórmula matemática, como también en las combinaciones del verso, hay euritmia, armonía, cadencia, precisión entre sus partes, y donde resultan sólo dos, otro número no cabe.

Ahora bien, cuál es la medida poética de Roberto Manzano, nacido en 1949. El autor de Pensamientos libres y Synergos, pertenece, quizás, a la división libre de algunos deportes de combate. Donde actúan diversos pesos. Y Manzano logra conmover y convencer lo mismo en la cabalística cortedad de un haikú que en un poema lírico de proporciones épicas.

De Lírico y épico podemos calificar a La piedra de Sísifo, poema en que, a mi parecer, Manzano traza la parábola recurrente del drama humano: Subir, subir y volver a subir con la piedra de la existencia al hombro. Y por llevar la piedra, Pedro lo han de llamar, y en esta común etimología entre Pedro y piedra el poeta enlaza un mito griego con las invocaciones bíblicas y la salmodia de los peregrinos del desierto. Porque Pedro se llama y firma como Pedro, y el poeta se toca el pecho y es piedra, y el pulso, piedra. Y piedra es este poema que funda, funda sobre piedra y triunfa sobre la piedra y los declives circunstanciales del ascenso.

He leído La piedra de Sísifo dos veces. La primera vez sin interrumpir la lectura, en cuya experiencia fui marcando versos claves. Luego lo leí por partes, según la división del poeta. Unas estrofas ahora, otras después, para lograr una conclusión: es un canto de resonancias clásicas, de invocaciones místicas, de fosforescencia primaveral. Es mucha la mucha luz en este camino que avanza hacia el reencuentro del poeta con su pasado de lirio, como pértiga de sueño que se asienta en el polvo, según una de las imágenes más lancinantes de La Piedra de Sísifo, poema publicado por Colección Sur editores; poema donde se coliga todo cuando de disímil y opuesto presenta la existencia del Hombre.

El poeta Roberto Manzano asciende la irreversible ladera del destino humano, y se va reconociendo progresivamente mientras carga la piedra enorme de un sueño, y lo nombra…

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