MI PRIMER ENCUENTRO CON CARILDA
Luis Sexto
El 12 de julio de 1987, la revista Bohemia publicó esta entrevista con la autora de Al sur de mi garganta. A pesar de mi impericia, el genio de la poetisa supo echarme la mano para que hoy, 26 años después, me parezca útil reproducirla
El portón y los ventanales están casi siempre cerrados, y ante la madera y los herrajes coloniales el transeúnte ocasional percibe una atmósfera de misterio en la casa de la calzada de Tirry 81- en Matanzas- donde parece que sólo hubo vida en época remota cuando alguna señora salía a la puerta a comprar verduras y quizá una niña asomaba unos ojos asombrados por entre altos barrotes.
Son apariencias. Porque allí, aunque el amor mantiene en el aire los olores del pasado, sigue habitando la vida, la ilusión y, sobre todo, la poesía.
Es la casa de Carilda Oliver Labra, mujer sola, rodeada, sin embargo, por la presencia innumerable y distante de los lectores de sus libros: autora de tumultuosos poemas eróticos, suaves estrofas de evocación familiar y enardecidos versos políticos.
Demoró en abrirme. La casa es amplia, profunda. Y mis toques tardaron en llegar a las habitaciones del fondo, más allá de un breve patio florecido por donde penetra un cuadrado de sol.
Intensas pupilas verdes. Rostro rejuvenecido por la sonrisa. La miré mientras le explicaba que pretendía oír –y revelar- sus secretos, si es que guarda alguno porque –dije- los poetas no tienen secretos: todos los fijan en poemas que son como periódicos unipersonales. Ella, modificando mis propósitos, accedió a compartir parte de sus meditaciones…
HE VIVIDO MÁS DE LOS QUE HE LEÍDO
- Usted –recordé- dice en un verso: “Qué bueno que mi desesperación fuese prestada/ que yo viviera de libros”. ¿Puede un poeta vivir de libros?
- Un poeta que se aparte de la vida y en vez de lanzarse a la calle y recoger en esencia misma las motivaciones de lo cotidiano y real, se nutra únicamente de libros alcanzará a ser un actor libresco, apoyado en experiencias ajenas, en hechos que ya fueron recreados a través de intelectos diferentes y que, al ofrecerse de nuevo en otro parto artístico, no poseerán esa chispa genuina, ese hálito de autenticidad que laten en la verdadera obra de los creadores.
- ¿Hasta dónde, pues, son necesarios los libros?
- Si fuéramos a fijar en términos matemáticos la respuesta, siguiendo, desde luego, mi personal circunstancia, los libros sólo serían necesarios en un treinta por ciento, mientras que la experiencia vital no podría limitarse a menos del setenta por ciento. Podemos escribir sin haber leído, pero no sin haber vivido, aunque dudo mucho de la calidad del producto en ambos casos. Las dos condiciones son indispensables. En cuanto a mí, afirmaría que he vivido más de lo que he leído.
- En la última décima de su poema dedicado al asalto al cuartel Goicuría, en abril de 1956, usted increpa al verso, al poema, diciéndole: “Tienes que hacer muchas cosas”. Explique qué cosas tiene que hacer la poesía en el mundo?
Alzó la vista hacia las vigas del techo. Permaneció unos instantes como arrobada.
- Decir la verdad, alabar y crear lo bello, contribuir al gozo intelectual, aliarnos a otros hombres, denunciar la injusticia, enriquecer la vida misma. En una época como aquella, bajo la tiranía de Batista, la poesía tuvo que convertirse en clarín, pólvora, rayo…
NO PODER DESLINDAR POESÍA DE PANFLETO
- ¿Cuáles son, a propósito, los riesgos cuando se canta a hechos y figuras políticos?
- Aunque trasparente sinceridad, el poeta siempre podrá parecer inmediatizado, parcial, partidista a juicio de sus enemigos. Afronta también otro peligro, inherente a la creación comprometida: no poder deslindar, a veces, la verdadera poesía del mal panfleto. Es un género difícil, y tanto lo es que existen muy pocos poetas políticos grandes. Y aún estos, con señaladas excepciones, no lograron en varias de sus piezas políticas la misma eficiencia artística que en el resto de su obra.
- Pero ¿podría ser válida una obra poética que evada los temas políticos y sociales…?
- Una obra así será parcialmente válida. Esos temas no son más que la prolongación de nuestra propia individualidad. Ocuparse de uno mismo y no de otros es casi imposible en la creación artística. Ello la haría subjetiva, ensimismada, egoísta.
“Ahora – prosiguió- el creador lucha por conquistas imprescindibles para la superación del hombre, y se le ve en tareas que en vez de limitar su don lo fecundan y vivifican. Los escritores en su mayoría están dando una batalla por el desarme y la paz del mundo. Y ello es más provechoso que cantarle a una puesta de sol. Claro, no hay que excluir el cultivo de la cuerda íntima. Pero un poeta no estará justificado si se pone a cantarle a una rosa cuando su gente y su tierra sufren una catástrofe natural, o las calamidades de una tiranía, o cualquier otro dolor colectivo”.
Se detuvo. Oímos el tímido maullido de un gato. Poco después el animal entró en la sala. Carilda lo miró con ternura.
Yo pregunté intentando colocar algunas espinas en el interrogatorio.
- ¿Y para usted en qué parte de su obra radica lo mejor?
- La respuesta es ardua… máxime cuando nada de lo que he escrito me dejó complacida. No voy a citarle determinados textos. Diría que la zona de mi obra en la cual considero que está lo más acertado, es aquella abarcadora de los poemas en los que, al tratar de expresar el amor erótico, el amor de la pareja, lo integro al amor por todos, al amor universal. La poesía pasa entonces de goce estético a ser una ofrenda colectiva.
LA BUENA DÉCIMA ES UN MILAGRO
- Usted utiliza con frecuencia la décima, ¿no se siente disminuida al emplear una forma tan usada incluso por quienes no son poetas?
-¿Disminuida? Me enaltece la décima. Aunque de origen español, es la estrofa predilecta de nuestro pueblo. En la actualidad tenemos decimistas muy felices. Desde luego, es difícil. O sea, al componerla podemos pecar de facilistas, de amanerados: lindar con la vulgaridad, o, por el contrario, resentirse de frialdad, de rigidez, de pérdida de frescura si nos esforzamos demasiado en depurarla.
“Una décima será perfecta – añadió- si a pesar de tener un encabalgamiento no lo parece: si es una gota de música y, a la par, una gota de sabiduría, si no se espera, al oírla, la rima como campanada de reloj; si disimula que es décima y a la vez esplende como décima… No sé si me hago entender: la buena décima es un milagro”.
CUBA HACE GUARDIA EN MIS NOCHES
Carilda se levantó. Aplazó con un gesto la próxima pregunta, y trajo una pequeña caja donde supuse que conservaba recuerdos de su existencia ya sexagenaria. Mostró fotografías, que con la crónica gráfica de su belleza. En las imágenes de su juventud noté la mirada de una mujer firme, enérgica, a un paso de transformarse en garra. Luego sacó medallas: galardones merecidos por su brillantez poética, entre ellos el premio nacional de poesía a su primer libro Al sur de mi garganta, en1949. Para la poetisa ese texto “nació virgen y sin intelectualismos”. Cuando lo escribió – a partir de 1945- sólo tenía 25 años, “y no era culta, no tenía relaciones en el mundo de las letras”. “Era un cuaderno desmañado, aunque puro. En él se incubaba el conversacionalismo, pero yo no lo sabía”.
Le pregunté:
- Heine escribió que el pasado es la patria del alma: ¿podría aplicársele a usted esa definición por su recurrencia a la infancia y al pasado familiar?
- Suscribo en parte la sentencia de Heine. Tuve una niñez feliz y una familia maravillosa. Una aún me llena de fuerza y armonía; la otra, a pesar de que vive lejos de mis ojos, me fulgura por dentro. Ese pasado es, en efectos, la patria de mi alma. Mas, por suerte, no vivo de tales bienes. Está Cuba también acompañándome. Ella es quien hace guardia en mis noches, y me sostiene.
- Dicen que usted es una suerte de noctámbula, que trabaja de noche, ¿qué encantos tiene para usted la noche?
Vi como la malicia de una niña en sus ojos.
- La noche ejerce magia sobre mi. Todos los propósitos para disciplinarme han sido inútiles. Me la paso inventando historietas, fingiendo figuras en las sombras del cuarto, oliendo la albahaca, la dama de noche, el galán que entra por la ventana, interpretando rumores, oyendo grillos inexistentes, y aunque haya ido a la cama temprano termino por levantarme. La noche es cariñosa. Todo ese misterioso mundo, todo ese insondable cosmos, toda esa tiniebla que me sirve de madre, luego se me hace luz dentro.
- ¿Usted busca el poema o le viene espontáneamente; parte de una idea, de una frase?
- Parto de una idea, de una frase o conjunto de frases que aparentemente son sólo frutos de la intuición ya que me asaltan por sorpresa. Pero, si analizamos, son el efecto de una causa, viva desde hace tiempo en nuestro interior. El desarrollo ha sido subconsciente y el primer verso, al nacer, ha servido de chispa reveladora de todo un proceso de contemplación o participación en una experiencia humana. Hay otro modo de escribir: cuando nos proponemos un poema sobre algo que nos interesa, pero no sé por qué el acto de hacer poesía, si es absolutamente volitivo, le quita un poco de magia a la creación. Al menos ese es mi caso.
NO SOY UNA ESCRITORA DISCIPLINADA
-¿Escribe sus poemas de un tirón?
- De un golpe, y no puedo agregarles nada después. Eso sí, vuelvo a releerlos varias veces, en distintos días, y a cada nueva lectura les quito alguna línea hasta llegar a lo más sobrio y económico posible.
-¿Ha estado mucho tiempo sin escribir: digamos, una semana, un mes?
-Frente a grandes cataclismos espirituales estuve muchos meses sin escribir. Cuando toda mi familia abandonó el país, no logré poner una letra en dos años. Cuando perdí a mi esposo, en septiembre de 1981, no pude escribir hasta abril del siguiente año. Entonces, de un tirón, hice un libro dedicado a él: Se me ha perdido un hombre, texto que desarrolla todas las formas de la versificación española.
“No soy una escritora disciplinada: nunca he podido trabajar a diario. Pero cuando llevo tiempo sin hacerlo me consume una desazón extraña, una inconformidad ante todo…”
UN LINDO EJÉRCITO DE PALABRAS
-Usted, por momentos, utiliza en sus poemas frases aparentemente antipoéticas, como esta: “Váyanse a la madre que los parió”. ¿Se percata de que pueden ser una ruptura del lenguaje poético?
-No fueron puestas a propósito: salieron disparadas sin yo poder evitarlas. Me percato muy bien de que, como usted dice, son una especie de ruptura, pero resultaron imprescindibles para dar una exacta dimensión de la violencia e impetuosidad de mis sentimientos. Lo mismo que la plástica y la música colaboran en el instante de la creación poética, es natural que la prosa (o la conversación) venga en ayuda de la poesía cuando esta no se basta a sí misma.
- ¿Y no es un riesgo?
- Es ciento… Sólo en manos inexpertas. Por otra parte, si la poesía precisara de un lenguaje específico, volveríamos al Modernismo. En nuestra época, cuando el hombre se ha arriesgado a todo, muy pobre sería el creador que sólo tuviese en uso un lindo ejército de palabras…”
- ¿Cuáles son sus poetas favoritos?
- No soy muy original: siguen siendo los de la Biblia, Bécquer, Sor Juana Inés de la Cruz, Antonio Machado, Darío, Martí, Gabriela Mistral, Neruda, Vallejo, Rilke y Rimbaud.
- ¿A quiénes lee actualmente?
- A Einstein y los físicos modernos.
¿Broma o verdad? No le pregunté. En el transcurso de la entrevista, Carilda fue a veces lacónica, sentenciosa: a ratos irónica o ingeniosa como cuando quise saber si ella escribía para darse gusto a sí misma y me respondió: “La poesía no es asunto de hablar una consigo misma”. Y cuando pretendí conocer las causas de su residencia estable en Matanzas –fuera de la cual nunca ha podido concebir un verso -, dijo entonces con ánimo de punto y final:
- Porque me tocó nacer en ella. Fue un amor a primera vista.
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