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PATRIA Y HUMANIDAD

PASO POR EL PASO

PASO POR EL PASO

Por Luis Sexto

Crónica

Al marcharse del Paso del Ghisallo, el viajero prevé que aquel encuentro casual será como una lágrima colgada de la memoria. Ese instante será único hoy e irrepetible mañana. Y lo más que lo retendrá ligado a aquel paisaje donde la altura señorea y el cielo vocea la desconocida hospitalidad de la cumbre, habrá de ser la devoción que allí, en la soledad de la ruta, se les entrega a los que se adjuntan a dos tubulares y parados sobre las bielas de la pasión reencarnan el ideal de excederse a sí mismos, el más antiguo del mundo.

El viajero ha pasado como cualquier paseante beneficiado por la casualidad. El paisaje abrupto, rocoso o arbolado a trechos, de pronto se humaniza. De un rellano surge el campanil de una iglesita y cerca asoma un monumento. Baja del automóvil; se asoma a los desriscaderos desde donde, muy abajo, se ve el agua brumosa del lago Como, y luego se ubica con fervor ante el metal ardiente que en negro dibuja a un rutero, caballero en su bípedo de tubos, y a otro  en el suelo, con las manos resignadas a no asir  la gloria que acaba de perder.

Tal vez el viajero nunca más ponga sus plantas  en el Paso del Ghisallo, en los Alpes. Ese puerto figura en el mapa del giro a Lombardía, en Italia, e inscrito entre los cinco clásicos europeos a los cuales se les atribuye la condición de monumentales. El lombardo tira del gatillo en octubre. Ghisallo es un tramo  desafiante en el itinerario. Y el más renombrado por su dificultad. Curvas estrictas que parecen exigir de máquina y ciclistas la ductilidad de un círculo, la ligereza de una hoja en el viento y la raíz de una roca. 

Más abajo, un museo dedicado al ciclismo. Y arriba, cerca del bloque escultórico, la capilla guarece a Nuestra Señora del Ghisallo, patrona de los ciclistas desde 1948. Son tantos los templos en Italia que uno espera hallar lo mismo en todos: formas del arte y la fe. Pero, en Ghisallo, muestran más que las imágenes y las llamas de las velas. Dentro, nos deslumbra otro museo, gratuito museo donde se amontonan las ofrendas de quienes creen en la Madonna y le agradecen el triunfo. Eddy Merckx, Francesco Moser, Saronni, Coppi, Felice Gimondi colgaron del techo, sus bicicletas, casi etéreas. Y uno las imagina pedalear perpetuamente en el tiempo, hacia la meta donde se ceñirán la majestad heroica que vacía el cono del olvido. Junto a ellas, otros atributos, camisetas y fotografías, adornan aquel recinto abovedado.

Como periodista, el viajero había azuzado su emoción ante el denuedo de la cuadrilla abigarrada de ruedas y piernas en la Vuelta a Cuba. No conoce otro deporte de tan abnegada valentía, de tan consciente voluntad para acatar los accidentes de la ruta. Pura humanidad en su génesis más desnuda. Pero nunca se había conmovido tanto cuando, en el santuario, se detuvo a leer y observar las fotos de los ruteros muertos en el giro.

Luego partió hacia Bellagio, villa escalonada a orillas de una de las ramas que forman la “Y” al revés del Como. En el trayecto va recordando las caras juveniles o aniñadas de los difuntos, caídos -decía un letrero luctuoso en aquel cuadro honorífico- persiguiendo un “sueño de gloria”. A esa frase, el recuerdo juntó las palabras leídas en  la tarja al pie de la escultura, letras de poeta donde había una oración original: “…Después Dios creó la bicicleta”. Y seguía la finalidad de acto tan reciente: “para que el hombre no fuese instrumento de fatiga y exaltación en el camino de la vida”. ¿Verdad? Y el viajero sonrió cuando, hace 20 años, la fatiga y la exaltación lo estremecían en su pedaleo hacia Bohemia en una bicicleta que hoy merecería un monumento, aunque el tripulante solo buscara, en vez de la gloria, la seguridad de llegar en hora a su trabajo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

6 comentarios

Carlos -

Don Luis, usted tiene el encanto narrativo de las imagenes vivas que transmite con su letra y nos hacen vivir la descripcion con sentidos que van mas alla de la voz interna del lector para convertirse en olores y colores. Y lo increible es que lo hace sin llegar al barroco de Carpentier, sino con una simplesa de formas que causan sana envidia en quienes como yo pueden entenderlo y disfrutarlo pero son incapaces de reproducirlo.
Gracias.

el cubiche -

Querida Tanganika. No importa el lado que ven los Villalobos. Lo importante es preguntarse porque los villalobos fueron obligados a montar bicicleta o morirse de hambre? Y por que razon alguien como tu que ves el otro lado lees el Herald todos los dias. No recuerdo que los villalobos pudieran leer el Herald en la isla, al menos yo no podia, porque nuestro Coma Andante proclamo que el internet era un peligro para su revolucion, y asi obligo a 11 millones de cubanos a mirar un solo lado, EL SUYO.

Tanganika -

Y por qué leeemos en el Herald todos los días, robos, asesinatos, matanzas en escuelas, y sin embargo, montamos en automóviles. Los Villalobos son tuertos, ven solo de un solo lado, del que les paga.

Rodolfo Villalobo -

Y que me dicen de los que murieron "desnucados"cuando los truhanes y ladrones en el afan de robarles la dichosa bicicleta,tendieron un alambre de acera a acera,casi siempre a la altura del pecho o del cuello,donde quedaba colgando hasta la eternidad el pobre ciclista que agotado regresaba a casa de sus menesteres"resolviendo"el diario problema
de su subsistencia.GLORIA ETERNA A LOS MARTIRES DE LA PATRIA

Miguelon Villalobo -

En realidad nadie conocera nunca la cifra
de los "caidos"de las bicicletas en Cuba durante esos anos asperos,lo triste es que tampoco fue persiguiendo "suenos de gloria"si no luchando por subsistir y por conseguir que poner en la mesa en los platos de nuestros hijos,en la tarja cubana bien podiamos nosotros escribir..."Despues Fidel trajo la bicicleta,pero nunca vimos a ninguno de sus parientes montados en ellas"

Antonico el Camborio -

Cuanta necesidad tuvimos los cubanos de haber contado con esta Madonna,en los cruentos anos del periodo especial,cuando nuestro triste charlatan nos monto a todos en bicicleta,para"resistir" la perdida de el subsidio que,se agoto con el desmantelamiento del socialismo en Europa,todavia recuerdo mi desconfianza frente a la PIDGEON de manufactura china que un dia me "otorgaron",para poder llegar al trabajo,como una prueba mas de los exitos rotundos de nuestro sistema y del proletariado.Sin penas ni glorias nuestro remendon en jefe puso a pedalear de un dia para otro a cientos de miles de hombres,mujeres ancianos y ninos,sin premios ni metas volantes nuestras
bicicletas fueron la defensa contra el deterioro total que se arraigo en nuestros montes y ciudades,por supuesto que faltaron los monumentos a los caidos...caidos debajo de las ruedas de camiones y rastras,de los cuales la mayotia fueron directo para el cielo y los menos quedaron renquenado para siempre.Yo tenia un primo que era neurocirujano y tenia que pedalear casi treinta kilometros para llegar hasta el hospital y poder entonces operar a sus pacientes...Bien dice el periodista en su
articulo,pueblo el mio de abnegada valentía, de tan consciente voluntad para acatar los accidentes de la ruta.Pero carajo!por que nos tuvo a nosotros que pasar esto.