EL ESCRIBIDOR Y EL TÍO NOBEL
A propósito de Vargas Llosa
Por Luis Sexto
El premio Nobel es como el invento primordial del millonario que le cedió nombre y dinero: dinamita. Y cada año, en particular en los acápites de literatura y el relativo a la paz, estalla echando a los aires anuencias y desavenencias; rara vez la convergencia. Mario Vargas Llosa no podía ser la excepción. Más bien el otorgamiento del Nobel lo confirma en una especie de trono del debate que habitualmente atiza con sus ideas y posiciones políticas conservadoras, por momentos aberradas, de acuerdo con quienes sostienen ideas opuestas.
Vargas Llosa gusta de oscilar en la paradoja. Su conducta política es contradictoria, pues de la izquierda, con evidente inclinación hacia el extremo, pasó al extremo de la derecha, cuyo ideario ha defendido con tozudez intestinal. Paradójicas resultan también, a simple vista, su obra y sus ideas políticas. Porque si se juzgan desde los conceptos del autor, la obra no admite la acusación de retardatario que le encaja a aquel. Su periodismo es otra cosa. Los académicos suecos no debieron tener en cuenta los artículos o ensayos periodísticos de Vargas Llosa. El propio autor de La ciudad y los perros se encargó de decir hace unos años en Madrid que él no cuidaba la forma de sus textos para periódicos, que solo decía lo que debía decir, sin inquietarse por lo estético. Y ello es otra paradoja. Porque pocos escritores por grandes o pequeños que hayan sido descuidaron esos enunciados urgentes, escritos usualmente para ganar el sustento. Nombremos, como referencia más a mano, a García Márquez, cuyas crónicas y reportajes ilustran una lección de estilo original, convincente y conmovedor. O a Hemingway…
Lo principal en la obra literaria de Vargas Llosa es la altísima condición artística que exaltó “la cartografía de las estructuras del poder y su reflejo agudo de la resistencia del individuo, de su revuelta y de su fracaso”, según la frase textual del acta del Jurado, que no se hizo el “sueco” ante el expediente de Vargas Llosa, sino fue de verdad sueco premiando quizás al más literariamente iluminado de los escritores latinoamericanos.
Parece lógico que desde las izquierdas se haga notar la discordancia entre la posición política y la técnica y la verdad literaria del escritor, pues seguimos utilizando lo político como rasero de la calidad literaria, artística o humana. De la misma manera a veces también confundimos ideología y política. Y como en la práctica se puede ser ideológicamente retrasado y políticamente adelantado en lo coyuntural, lo táctico referido a lo ideológico, se puede ser un escritor excepcional y un político degradado, o mal esposo o mal padre. O viceversa: un escritor inferior puede contener a un excelente político demócrata o revolucionario. Esas analogías, esos engarces no parecen cuadrarle a la vida, más compleja que concebir una historia y vestirla de palabras. Y eso último le exijo a los escritores como característica primordial: usar la palabra, mediante la voluntad de estilo – y todo cuanto de artístico esta categoría implica- como instrumento de reconstrucción ético-estética del ser humano.
Qué tendrá que hacer, pues, un concurso literario, sino premiar la efectividad de la palabra, salvo que el pensamiento, imbricado como tesis en la obra, vaya contra la causa del hombre al promover la violencia o justificando la explotación, exaltando los desvalores que empobrecen la condición humana. ¿Son esos los propósitos que definen la obra del escritor Mario Vargas Llosa? No me parece.
De cualquier manera, lleva en el pecado la penitencia. Por mucha telaraña que envuelvan la militancia e ideas políticas del escritor, por mucho que la ciudadanía española encubra el origen de aquel y el afecto servil por los Estados Unidos pretenda lavar la condición de latinoamericano del autor de La fiesta del Chivo, la obra de Vargas Llosa y el premio Nobel lo desmienten. Y mientras el libro de Introducción a la geografía de las escuelas norteamericana enseña a los niños que en América Latina se ubican muchos de los países más miserables e ignorantes del planeta, la sangre, la lengua, la formación de Mario Vargas Llosa no pueden negar que este escritor pertenece a la región donde en los últimos 60 años se han escrito libros que han marcan la vanguardia literaria en el orbe hispánico. Posiblemente, por ello también lo premiaron.
RESUMEN BIOBIBLIOGRÁFICO
Nacido en la sureña ciudad peruana de Arequipa el 28 de marzo de 1936 en una familia de clase media, fue educado por su madre y sus abuelos maternos en Cochabamba (Bolivia) y luego en Perú. Tras sus estudios en la Academia Militar de Lima, obtuvo una licenciatura en Letras y dio muy joven sus primeros pasos en el periodismo.
Con su obra traducida a 30 lenguas, Vargas Llosa ha sido galardonado con los premios Cervantes, Príncipe de Asturias de las Letras, Biblioteca Breve, el de la Crítica Española, el Premio Nacional de Novela del Perú y el Rómulo Gallegos.
3 comentarios
Fabian pacheco Casanova. -
Carlos -
Felicidades, uno de los posts mas logrados por contenido y forma, para mi modesto gusto.
Carlos -
Pero si Vargas Llosa es superior en ficcion, no es menos cierto que Marques es mejor ensayista. Aunque yo disfruto mucho los articulos del primero por su contenido mas que por su forma.