LA GEOMETRÍA DEL DEBATE
Por Luis Sexto
Tal vez el espacio no me alcance ahora para demostrar geométricamente cómo se puede circular el cuadrado o cuadricular el círculo; bastaría, sin embargo, para recomendar la lectura de un libro que intenta realizar la cuadratura del círculo. Y se titula así, La cuadratura del círculo, esta colección de reportajes que la editorial Abril, juntamente con Juventud Rebelde, publicó y presentó en las Feria del Libro de La Habana.
Bajo el epígrafe de Periodismo incómodo, este volumen de casi 300 páginas recoge reportajes publicados en este diario en los últimos tiempos, con una característica primordial: son textos que indagan en situaciones conflictivas, mediante un periodismo que se moja los pies y se echa al torrente de los problemas que afectan a nuestra sociedad.
La cuadratura del círculo demuestra que no todo el periodismo cubano es gris, inexpresivo, complaciente, propagandístico. Cuanto leeremos, o releeremos, en estas páginas nos delinea una verdad: cuando el periodismo se ejerce agudamente, acompañado por la responsabilidad, pueden ofrecerse páginas sugerentes y avizoras. Páginas que se erigen en un alerta, en un instrumento para colaborar en el mejoramiento de la obra de la Revolución. Si la prensa se aplicara solo a elogiar o a reportar acríticamente eventos y reuniones, nuestra sociedad carecería de un arma estratégica. Porque qué les sucede a los organismos vivo si no sudan, si no expulsan sus toxinas.
La prensa -y quizás mi experiencia periodística avala esta opinión- compone uno de los espacios aún no totalmente aprovechados en Cuba. Cuando Raúl se refirió en 2007 a cambios de conceptos, me figuro que también incluía el cambio de la mentalidad predominante entre nosotros; a esa visión rígida, solemne, casi litúrgica con que asumimos las relaciones sociales. Alguien, por ejemplo, emite un criterio inusual en una asamblea, y la reacción de los presentes o de algunos de los presentes estalla como si todo el andamiaje político del país amenazara con desplomarse por una opinión un tanto fuera de lo común. Vivimos perennemente en guardia, en una mentalidad de control y autocontrol que, sacadas las cuentas, solo enrarece y deforma el clima de creación y trabajo en el país. Esa actitud, a mi modo de ver, es el principal daño del bloqueo económico norteamericano, que así deriva en autobloqueo.
Por supuesto, esa mentalidad de hierro fundido tiene diversos ingredientes. Uno de ellos se remite a la estructura vertical de nuestra sociedad. Lo que quizás, por razones de supervivencia, fue necesario en un momento, hoy, en circunstancias internas y externas distintas, entorpece el avance hacia un país superior, capaz de multiplicar las posibilidades del gobierno del pueblo, para el pueblo y, sobre todo, con el pueblo, ente que compone la imprescindible base horizontal en Cuba. Si esa base faltara, cualquier sistema de raíz popular se transformaría en régimen burocrático. Por tanto, ese concepto estrecho de los deberes políticos, ese creer que hacemos bien cuando callamos la verdad o reprimimos un juicio polémico, porque todo peligra si pensamos en voz alta, determina que muchos de los espacios sean pobremente utilizados. ¿En qué han venido a resultar las asambleas, o algunas de las asambleas, de rendición de cuentas, espacio eminentemente democrático y socialista que, en diversos aspectos ya carece de la atmósfera de debate que mi memoria aún conserva? Contemporáneamente hemos -yo al menos- soportado que cierto delegado nos advierta: no me hablen de esto, y de esto ni de esto otro... El análisis racional nos recomendaría, en cambio, que por ser esos los asuntos complicados merecerían la discusión colectiva.
Como en una fotocopiadora lamentable, esa escena se repite en organizaciones de masas o de otra índole, donde la esencia de nuestros problemas sufre la discriminación para beneficiar lo menos importante, lo que nada determina, ni supone un paso hacia adelante. La fría retórica, en suma, distingue a muchas acciones y debates.El sector de la prensa, pues, ha seguido parecida fortuna: atascado en un campo que parece minado por las aprensiones y las dudas. Ahora, desde el pasado día 2 y hasta el 14 de marzo, vivimos la jornada de la prensa, centrada en el centenario de Enrique de la Osa, periodista cuyo apellido es también el imperativo de osar. Este lapso de homenajes nos regala la ocasión para continuar reflexionado sobre las diferencias entre el peligro y sus fantasmas, entre la audacia y la rigidez, la comodidad del "dulce no hacer nada" y el progreso. Y en consonancia con estos días, el libro de reportajes de JR, al intentar cuadricular el círculo, nos enseña que, luego de trazada la geometría del compromiso y la responsabilidad, lo que ha sido escrito y publicado en vez de agrietar nuestra unidad, la preserva del deterioro.
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Fabian Pacheco Casanova -
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Aurelio Banderas -