FINA GARCÍA-MARRUZ
Por Luis Sexto
La experiencia general lo confirma: Ciertos autores a veces se convierten en autores predilectos. Uno los lee la primera vez y se anuda a ellos, se convierten en personas cercanas y recurrentes. En estos días, la Feria del Libro de La Habana le ha dedicado la edición de 2009 a la poetisa Fina García-Marruz, nacida en esta capital en 1923. Poetisa digo y puedo decir más, ensayista, aunque creo hallar una imbricación esencial entre el que escribe poemas y piensa ensayos. Porque, creo, que tanto el método como el estilo del ensayista se apoyan en la lírica, en la poética actitud del que penetra en un tema por un impulso de amor, como en un poema.
Deben permitírmelo hoy. No puedo al hablar de Fina García Marruz, sin desechar mis emociones. La siento como a alguien invisiblemente cercana, influyendo en mí con su delicadeza de espíritu, la maestría de su estilo y la profundidad de su saber y su sabiduría. Demás está decir, pues, que la mantengo entre mis escritores preferidos. Cuando me dispongo a leerla, debo deshollinar mi conciencia: ir a las páginas de Fina, limpio moralmente como un niño recién nacido. Sus libros lo exigen. Porque sus poemas o sus ensayos, en particular, los que asedian la figura y la obra de Martí, son como un bautismo en las aguas de un ejercicio literario tan honrado que contagia de blancura a cuantos se le aproximan.
Es cierto que a veces, la obra se deslinda de su autor. Un gran libro puede estar escrito por alguien cuya conducta no corresponda a sus letras. Puede suceder. Pero en Fina García Marruz, letra y vida forman una misma unidad humana, ética, literaria. Y cubana. Porque esta mujer de cultura enorme, universalizada por sus vivencias y conciencia, es fundamental y vitalmente cubana. Hemos de gritarlo: Fina García Marruz, ¡honra de Cuba! Quien lee alguna de sus obras, ya en versos o en prosa, no la puede jamás olvidar. (Leído en Radio Progreso, La Habana)
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