EL GENERAL REGRESO
Por Luis Sexto
Notas sobre un libro polémico
Un libro azuza hoy la polémica en Cuba al discurrir contra los pareceres establecidos por los conceptos históricos predominantes. Titulado El general regreso, con el sello de la Editorial de Ciencias Sociales, el volumen pertenece al historiador Newton Briones Montoto, y estudia esencialmente los preparativos del golpe de Estado del general Fulgencio Batista y los gobiernos previos de Ramón Grau San Martín y Carlos Prío Socarrás (1944-1952), ambos en la órbita del Partido Revolucionario Cubano, conocido como Auténtico.
Y qué hay de polémico. Por supuesto, no es la primera vez que los historiadores cubanos de dentro de Cuba estudian esa etapa. Habitualmente la crítica histórica ha sido implacable con el pasado. La construcción de la sociedad revolucionaria a partir de 1959, aparte de demoler el aparato de la república dependiente prefabricada el 20 de mayo de 1902, necesitó echar abajo la supervivencia ideológica de los intereses derrocados. Esos fueron los términos. Y en esa faena, como suele suceder en épocas de revolución, se fue generalmente justo y exacto, aunque a veces injusto e inexacto por un afán generalizador que no supo ver matices y tendencias en la llamada seudo república; seudo, aparente –aclaro-,porque surgió mutilada por la Enmienda, llamada Platt, que impuso Washington antes de retirar sus tropas de la Isla, y siguió más adelante con la costumbre, luego de ser derogado el apéndice constitucional de 1901 que le otorgaba el derecho a los Estados Unidos de mover los resortes fundamentales del gobierno y la economía en Cuba.
Lo polémico, pues, radica en que el libro de Newton Briones Montoto intenta dar una visión más equilibrada de aquel período, poniendo en su lugar cuanto de negativo hubo, pero también reconociendo lo positivo que pudieron legar los gobiernos “auténticos” y sus personeros, y las figuras que se les opusieron.. Es, por supuesto, uno visión inusual. Y es comprensible que otras voces se lamenten de que un libro tan ágil y profundamente escrito yerre admitiendo algo positivo en el gobierno de Grau o de Prío. Así son las cosas de complicadas en Cuba. Y por momentos la sal sube de tono, porque aquí la existencia no discurre con el esquematismo que difunden desde el exterior algunos medios cuando se meten a editorializar sobre la vida interna cubana. La polémica, cierto, no trasciende a los periódicos: se queda en las llamadas telefónicas, las tertulias o los mensajes electrónicos. Pero lo importante es que se polemiza y que el libro fue publicado por una editora del Ministerio de Cultura y que algunos periodistas, sabiendo lo heterodoxo de algunas de sus apreciaciones, lo han defendido. Y quien escribe esta nota también lo defiende, porque prefiere una historia clara, aunque no sea unánime, a una historia maquillada.
Estimo, así, que El general regreso es, ante todo, un texto escrito como no se escriben comúnmente los libros de Historia. Salvo las páginas iniciales donde el autor se introduce en una especie de ensayo de psicología social cubana, del cual podría prescindir, pues a mi parecer nada le aporta y resulta posiblemente la sección más discutible, el resto del volumen se explaya formalmente con los resortes de una novela. Nadie se va a aburrir: el interés se tensa progresivamente, sobre el fondo de la guerra entre los grupos gangsteriles que caldearon esa etapa como restos malignos de la lucha armada contra la tiranía del general Gerardo Machado (1925-1933), y van surgiendo imágenes –abonadas por el documento, el testimonio, el artículo y la entrevista periodísticos de aquella época- que borran o estorban las que ya el lector se había fijado por el estudio escolar o extra académico de la Historia. Ya sabemos que nada es blanco y negro, o negro o blanco, en la vida. Y menos en la política. La mezcla distingue los actos humanos. Y Newton Briones Montoto se empeña en colocar junto a la luz las sombras, o junto a las sombras la luz. Por ejemplo, Eduardo Chibás. El historiador ahonda en esta figura aún amada por innumerables cubanos. Y descubre sus defectos de voluntarismo, de impulsos obsesivos y absolutos. Y aparece como ha de permanecer un hombre en la Historia: hecho verdad, como una escultura cuyo tamaño y volumen se atenga a su papel movilizador y a sus equívocos retardatarios. Fustigador de la corrupción, abanderado del lema de “Vergüenza contra dinero”, su célebre polémica con Aureliano Sánchez Arango se clarifica en este libro. Chibás, fundador del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo), se equivocó. Confió excesivamente en sus artes dialécticas. Y creyó que la acusación –solo la imputación de robar los dineros del desayuno escolar- bastaría para desacreditar al ministro de Educación del presidente Prío. Lo cierto es que todavía –hace recordar el autor- nadie ha podido demostrar la corrupción de Sánchez Arango. Al menos en el expediente que Chibás le abrió. En agosto de 1951, aún oyéndose los insultos y las imputaciones de la polémica, el líder de la llamada Ortodoxia se disparó un tiro ante los micrófonos de su hora radial en la influyente CMQ. Días después murió.
El pasado, a pesar de este libro equilibrado y valiente, no queda totalmente limpio. Mejor juzgado sí. Pero ningún análisis puede exonerar a aquellos gobiernos, a aquellos políticos, de su corrupción, su lascivia, su parasitismo a costa de la república y el pueblo. Cualquier tiempo pasado fue peor, a pesar de que la justicia les saque al aire los actos benéficos. Esa certeza resiste los embates de cualquier intención reivindicadora. Y de Batista nada positivo se puede decir. Tal vez sus corifeos y testaferros evoquen al general golpista del 10 de marzo de 1952, como “el hombre fuerte” que generosamente les permitió alcanzar las prebendas y las fortunas que basificaron su capital en el exilio.
Para el autor de El general regreso, Batista fue un regreso general para Cuba.
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suhamy -