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PATRIA Y HUMANIDAD

Política

GANANCIA EN RÍO REVUELTO

GANANCIA EN RÍO REVUELTO

 Por Lorenzo Gonzalo  

  Este ha sido un año donde cosas inesperadas han sucedido. No sólo en Estados Unidos, sino también en Europa, donde Inglaterra votó por separarse del Continente, en Italia Grillo gana la partida y Alemania Alternativa ha logrado peligrosos avances en Alemania. Sin embargo, Washington se lleva toda la atención, porque la maquinaria sabiamente fundada por los notables que dirigieron la Guerra de Independencia, ha permitido durante décadas predecir el resultado de sus comicios. Fue un perfecto regulador para garantizar las élites de Poder. 
  
   En esta ocasión han florecido conductas que son más típicas de países como los latinoamericanos o de bajo desarrollo político. 
  
   Es costumbre que los expresidentes de Estados Unidos queden fuera del juego una vez dejado el cargo, de aquí que los tilden de “patos cojos”. Pero recientemente, Bill Clinton ha expresado opiniones derogatorias de Trump, y Barack Obama repite que no callará sus opiniones políticas, cuando termine su mandato. 
 
   Durante la campaña, los insultos subieron de tono y contenido. Sanders, al desafiar el “establishment” fue claro y rotundamente crítico de los poderes financieros y Trump hizo otro tanto, pero además satanizó la inmigración, exaltó el poderío de las fuerzas públicas y rechazó cuanta regulación existe. Si nos guiamos por su discurso es la anarquía absoluta y la debacle total.
 
   Uno de los aspectos que más puede haber incidido en los resultados poco habituales de las elecciones estadounidenses, son las llamadas redes sociales. Este novedoso sistema informático, tiene la ventaja de la difusión generalizada personal, pero lleva en su contra la tendencia de crear cápsulas ideológicas. Un blog no es un medio de información usual. Es un instrumento donde las diversas ideologías se atrincheran, dando lugar a que las personas, en vez de acceder a un abanico de opiniones, se dediquen a escuchar sus propias historias.
 
   En Estados Unidos, los fracasos para adelantar en la solución de requerimientos sociales que golpean fuertemente a las nuevas generaciones, en especial la educación, la salud, el empleo y los salarios, unido a la existencia de dinastías políticas a quienes se culpa con razón de dichas deficiencias, cambió el paisaje electoral de tal manera que todas las predicciones se fueron por la cloaca: la información diseminada por dichas redes, acuñó la necesidad de “rechazar los poderes tradicionales”, sin matizar de manera plural las opciones que esto supone.
 
   Trump, avezado en la publicidad y las actuaciones televisivas sin contenido, estimuladas con jocosidades de mal gusto, ofensas y menosprecio por los demás, aplicó las mismas técnicas a su candidatura. La consigna contra lo establecido, la misma que enarboló Sanders y que tardíamente usó a medias Hillary Clinton, tuvo en él mejores resultados. Las redes, fuentes desinformativas más que de cabal orientación, contribuyeron a sembrar las confusiones.
 
   Los conservadores tradicionales, pocos y poderosos, lo rechazaron al principio, pero comprendieron finalmente que su táctica era la adecuada y con el sueño de que podrán controlar su presidencia, votaron a su favor. El grueso de sus dudosos partidarios, los disgustado con el estatus quo, estimulados por el racismo de su discurso, unido al temor de las inmigraciones incontroladas, le facilitaron el triunfo.
 
   Los cambios migratorios ocurridos desde la década del setenta hasta la fecha, han desbordado las capacidades de los países desarrollados, creando desasosiego dentro de los sectores laborales. A su vez, los desbalances entre las grandes ciudades y las poblaciones pequeñas y rurales, creados por la globalización y las migraciones, han inyectado temores que no son tan infundados como algunos pretenden, favoreciendo una discursiva oportunista y la natural ascendencia de personas como Trump, a los más altos cargos del Estado.
 
Las predicciones son reservadas, aunque no hay dudas que el gran capital inventará sinecuras para calmar los ánimos nacionales en lo que a Estados Unidos se refiere. En este caso el temor estriba en la ascendencia de la fuerza pública a un pedestal que no le corresponde y el halago extremo al generalato. Internacionalmente la preocupación está fundada en la respuesta que asuman grandes potencias como China y Rusia, las cuales podrían responder cualquier amenaza con una clara respuesta de que, en última instancia, la inmolación no está descartada.
 
   El Norte estadunidense tiene patrones de grandeza que, desde la Segunda Guerra Mundial, son sólo parte de una leyenda colectiva, pero que los conflictos y agresiones posteriores los desmienten. Todas esas guerras, desde Corea, pasando por Vietnam, Irak y el Medio Oriente, las han perdido. Tienen también en su contra, el acomodo a un confort nunca desafiado”, lo cual debilita la disposición a un posible holocausto.
 
   Cuidado con los desafíos. El mundo está cambiando y las respuestas rusas quizás sean una pantalla para dejarse querer, pero es improbable que impliquen una disposición a compartir con Trump sus fantasías de dominación mundial o ayudarlo a consolidar un emporio empresarial que supere a los Soros, Rockefeller y compañía, lo cual, posiblemente, fue el sueño que lo estimuló para aspirar a la Presidencia.
 

27 de diciembre del 2016

EL "FIDELISMO" SE HACE FUTURO

EL "FIDELISMO" SE HACE FUTURO

Por Patricio Zamorano

Director Ejecutivo de http://www.infoamericas.info

 

   Por supuesto, Estados Unidos está confundido hasta la médula respecto de la figura histórica de un ya mítico Fidel Castro. Desde el sábado, cuando se supo de su fallecimiento, los canales de televisión y los periódicos han caído en una cacofonía de contradicciones respecto a su figura. El esfuerzo por destacar los conceptos de “dictador” y “tirano” en voz de los acérrimos anticastristas de Florida (encabezados por Marco Rubio e Ileana Ros-Lehtinen), se mezclan a cada segundo con sus fotos con el papa Francisco, Mandela y su presencia en las cumbres iberoamericanas. Tanto el Presidente Obama como su vocero Josh Earnest se han negado a caer en ese tipo de calificativos y han preferido destacar las posibilidades de profundización de relaciones hacia el futuro.

 

   En un minuto, las noticias en Washington DC se centran en destacar a los grupos conservadores celebrando en Miami la muerte del líder de la Revolución Cubana, para luego enumerar la larga lista de índices macro-nacionales que ponen a Cuba entre los países con mayor expectativa de vida, mejor niveles de alfabetización y uno de los sistemas de salud más progresistas y efectivos del planeta.

 

UN FIDEL “NORTEAMERICANIZADO”

 

   Fidel Castro tiene, en ese sentido, vida propia y particular en este país, y no tiene absolutamente nada que ver con la visión más diversificada en el resto del planeta. En Meet the Press este pasado domingo, uno de los programas más prestigiosos de opinión de EEUU, de la cadena NBC, la corresponsal en el Pentágono del New York Times, Helene Cooper, lo dijo claramente, luego de los exabruptos anti-castristas de parte de panel. “Ustedes presentan una visión (de Fidel Castro) centrada en Estados Unidos (…) Lo que la declaración del Presidente Obama refleja es que nadie en el resto del mundo concuerda con ustedes. El Castro que yo conocí creciendo siendo una niña en Liberia fue el Castro que luchó contra el régimen de Apartheid en Sudáfrica, que Estados Unidos estaba apoyando. Es el Castro que envió soldados cubanos a Angola y que ayudó a terminar con el Apartheid en Sudáfrica. Entonces hay muchas ambivalencias a la hora de mirar a Castro, las que usualmente no se reflejan aquí”.

 

   La línea argumentativa sobre la figura de Fidel se ha trazado casi exclusivamente en función de la política exterior de EEUU hacia la isla. No hay valoración intrínseca, interna, comparativa. Solo meramente anecdótica, ideologizada, simplista. En la cobertura de prensa se ha destacado que Castro sobrevivió a doce presidentes estadounidenses que no pudieron derrocarlo. Se han gastado minutos largos criticando el récord en derechos humanos de la isla, sin entrar en detalles precisos sobre el tema. Se han hecho constantes revisionismos respecto a la crisis de los misiles, se ha hablado sobre la alianza con la Unión Soviética, se han rescatado archivos con un Fidel hablando en inglés en alguna de las visitas tempranas a EEUU  tras haber derrotado a Batista, y se destacaron, además, los múltiples intentos de la CIA para asesinarlo. Pareciera que en EEUU la figura de Castro quedó congelada en un muro imaginario estancado en los 60, cruzado como un fantasma permanente en blanco y negro junto a las figuras de Kennedy y Jruschov.  Un Fidel estático, la amenaza comunista contra la médula capitalista del modelo estadounidense. Es decir, un Fidel de la Guerra Fría. Anacrónico. Estereotipado según los temores políticos de la potencia del norte.

 

   Para una generación de estadounidenses que supera los 60 años, es comprensible. Ese grupo creció escuchando sobre la amenaza comunista, y quedó marcado por los simulacros en las escuelas sobre la llegada de los misiles rusos que se abalanzaban sobre la tierra del Tío Sam como fauces rojas, ayudados por una islita del Caribe llamada Cuba. El mismo uniforme verde-olivo que daba fuerza a las guerrillas de izquierda del continente contra el establishment de elites de derecha significó para esa generación de estadounidenses una amenaza militar increíblemente distorsionada, de una isla de apenas 7 millones de almas en 1959, con una economía pequeñísima comparada con la potencia capitalista del planeta. Cuba, en ese sentido, es una hipérbole para Estados Unidos, un gigante en el imaginario de los norteamericanos. Fidel Castro simbolizó, en ese sentido, todo el miedo irracional plantado en los estadounidenses impresionables frente al avance ilusorio del comunismo de Europa del Este, aunque la amenaza concreta fuera solamente el de las ideas.

 

 

NACE, AHORA, EL “FIDELISMO”

MÁS ALLÁ DEL “CASTRISMO”

 

   El fallecimiento de Fidel Castro es sin duda un fuerte golpe simbólico y emocional al imaginario de izquierda del continente, aunque el castrismo, y aún más, el “fidelismo”, sobrevivirá creo yo, por un enorme tiempo como influencia para todo el progresismo latinoamericano. Y el “fidelismo”, me parece, a medida que Cuba vaya profundizando en las reformas económicas, se irá quizás perfilando en su esencia más profunda y filosófica, decantando los valores fundamentales que emanaron como manantiales irrefrenables a medida que los barbudos fueron bajando de la Sierra Maestra en la marcha triunfal sobre La Habana mientras huía Batista. Por eso diría que para entender a Cuba y su influencia continental hablaremos de ahora en adelante del castrismo-fidelista o del fidelismo a secas. El “fidelismo” será la corriente histórica que se identifique con el legado personalísimo de Fidel, de su concepción humanista del hombre y el Estado, que es a su vez una continuación de Martí y su cubanismo anti-colonial y fundacional, con una fuerte raigambre moral e ideológica basada en una “cubanía” que valora profundamente la independencia y la autonomía, con un nacionalismo férreo solo matizado por el latinoamericanismo anti-imperialista. El castrismo, en ese escenario, pasará a personificar el fondo y forma del constructo institucional y de gobierno que nació tras la Revolución. El castrismo seguirá su evolución a medida que el recambio de líderes vaya perfilando el futuro del sistema político ya en el siglo XXI, con una agenda programática del gobierno-Estado desarrollada a partir de la praxis del Comité Central del Partido Comunista y la estructura de base. El castrismo es, en ese sentido, la praxis de la Revolución. El fidelismo será la esencia moral y política que quede más allá de los vaivenes cotidianos de una historia complejísima.

 

LOS DOS FIDEL, IRRECONCILIABLES

 

   Fidel Castro es sin lugar a dudas la figura más respetada en la izquierda latinoamericana en la historia del siglo XX, por la gesta “imposible” que significó el triunfo de la Revolución cubana, y por la capacidad que tuvo para mantener con vida el sistema político de la isla durante tantas décadas pese a la presión enorme de numerosos gobiernos de Estados Unidos y con el presupuesto militar, de operaciones encubiertas y de espionaje más grande del planeta. Y también una figura mítica para cualquier político tradicional de derecha, que nunca resistió retratarse dando un apretón de manos al ex abogado hijo de terrateniente que una vez se hizo guerrillero y venció con una tropa inicial de 12 hombres a un ejército profesional de miles. Por supuesto, la historia hará decantar la figura de Fidel a través de los años que están por llegar, pero su genialidad militar, su carisma, su manejo político magistral interno e internacional, goza de admiración a lo ancho del espectro político. Obviamente, las familias afectadas directamente tras el triunfo de la Revolución, que perdieron su riqueza o el deseo de vivir en una Cuba que rompió con el modelo tradicional, nunca aceptarán a ese Fidel. Para ellos es el tirano que fusiló a 500 agentes de Batista[1] y lideró un sistema de partido único, y que ha hecho todo lo posible por neutralizar a la disidencia que encontró constantemente en la Embajada de Estados Unidos apoyo moral y logístico, internet gratis y ayuda comunicacional. Esos dos “Fideles” nunca lograrán reconciliarse.

 

   El Fidel romantizado tras la Revolución se confunde un poco con el mismo destino del pueblo cubano, pues ambos se han mantenido incólumes frente a una multitud enorme de crisis económicas, crisis políticas, aislamiento internacional, asesinato comunicacional, caída o cierre de los mercados de sus productos, la caída de la Unión Soviética, el embargo comercial de Estados Unidos. Con todo y aquello, Cuba y el sistema político que lideró Fidel, fueron capaces de mantenerse fuertes y sobreviviendo, pese a adversidades que hubieran tumbado en cosa de horas a cualquier otro gobierno del continente. El análisis no aguanta mayor explicación: al contrario de la visión anti-castrista de Miami, no se puede explicar la sobrevivencia de Fidel como líder de la Revolución solo como el resultado de la represión contra la disidencia. Eso es, me parece, un insulto a uno de los pueblos más educados y de mayor carácter del continente. Quienes insisten en “idealizar” negativamente a Cuba como un simple régimen totalitario debieran entender que la propia Guerra Fría que creó una conciencia de repulsión contra la Revolución Cubana desde Estados Unidos, es la misma fuerza que creó a su vez una identificación personalísima y solidaria entre el cubano y Fidel, el mismo cubano que ha sufrido limitaciones económicas de una isla bajo permanente embargo comercial. A pesar de la contra-campaña anti-castrista, nada puede desconocer la admiración honesta que el cubano de a pie tiene por la figura de Fidel, matizado por el sacrificio que significó no doblegar el país a la gigantesca presión de Estados Unidos. Tanto es así que los grupos disidentes, incluidas las Damas de Blanco y otros, prefirieron explícitamente no salir a manifestarse o alegrarse públicamente por la muerte de Fidel Castro, según sus propias declaraciones de prensa. Ellos saben que pese a sus amplias denuncias de atropello a los derechos humanos centrados en la disidencia, la figura de Castro inspira profundo respeto entre la mayoría de los cubanos.

 

HACER SOBREVIVIR

UN PROYECTO ALTERNATIVO

 

   Al otro lado de la gesta épica de los barbudos de la Sierra Maestra, y luego de las más de cinco décadas de sobrevivencia de la Revolución Cubana, con todo y el embargo de Estados Unidos, para el progresismo de América Latina esto demostró y demuestra que es posible construir proyectos alternativos a la ortodoxia política que impone el modelo estadounidense político y económico. Ahí está el centro de los temores de la elite estadounidense, que Cuba se haya desmarcado de la influencia geopolítica de Estados Unidos, y que pese a eso no se transformara en un Estado fallido. Y en ese sentido, Fidel fallece con un gesto clarísimo de nunca haber claudicado ante la influencia externa de EEUU, respetando siempre la soberanía cubana. Todos los medios de comunicación de Estados Unidos han destacado este punto, como crítica o como alabanza.

 

   Fidel alcanzó por cierto a vivir cercanamente todas las recientes reformas cubanas en el plano económico, que diversifican el modelo tradicional comunista, pero ese proceso se generó desde adentro. En ese sentido, Estados Unidos fue el que finalmente tuvo que generar cambios en su política exterior hacia Cuba, al fracasar el aislacionismo por tantas décadas según admitió el propio presidente Obama, por lo que el castrismo-fidelista en rigor nunca cedió a esa presión foránea. Y eso lo reconoce el ala dura del Partido Republicano, que critica justamente el hecho de que Obama abriera las relaciones diplomáticas sin exigir mayores concesiones a la isla. Nuevamente, no hay duda que el “fidelismo” finalmente se impuso ante esa historia, y su figura principal, Fidel Castro, fallece sin haber transado ante Estados Unidos.

 

   En rigor, Fidel Castro demostró que es posible crear una alternativa de gobierno y un modelo socio-económico totalmente al margen de la influencia hegemónica de Estados Unidos. Muchos gobiernos de izquierda de América Latina han creado sistemas políticos que se han enfrentado a ese modelo, y ninguno tuvo éxito, con excepción del bolivarianismo de Hugo Chávez especialmente durante la primera década de gobierno. Bolivia desarrolla un proceso fuerte de autonomía, hasta ahora con éxito. Es cierto que las revoluciones al estilo cubano, mexicano, ruso, francés, correspondieron a una época, y que son difíciles de llevar adelante en este periodo contemporáneo, pero el simbolismo de refundar a los países desde las bases obreras, las clases medias empobrecidas y el campesinado, de crear un nuevo contrato totalmente distinto entre el Estado y el ser humano basado en valores socialistas, comunistas o comunitarios, y de citar valores supra-continentales desde esa antigua utopía de unión  latinoamericana, se renovaron y mantuvieron con vida gracias a la Revolución Cubana. Y hasta la llegada de la Venezuela de Chávez esa visión sobrevivió casi como una reliquia.

   Aunque con realidades distintas, Cuba sin duda ha influenciado a procesos reformistas o de inspiración revolucionaria en innumerables momentos de la historia y en los últimos años. Desde los procesos de guerra civil en Nicaragua, El Salvador y Guatemala, hasta el Chile de Allende, se ha evolucionado hacia experiencias de profunda reforma dentro de la estructura tradicional de democracia representativa como las llevada a cabo en la Bolivia de Morales, el Ecuador de Correa, el Brasil de Lula y, por supuesto, la Venezuela de Hugo Chávez. Todas han sido experiencias que han tomado al castrismo-fidelista como piedra fundamental de inspiración. Hasta que Chávez articuló el bolivarianismo desde Venezuela, Cuba había sido el único país en producir una convocatoria amplia y en convertirse en un referente a nivel continental de todas las fuerzas progresistas de América Latina. Y de otras regiones del mundo, especialmente África, donde Cuba participó activamente con tropas en varios procesos de independencia y reforma, entre ellos la Sudáfrica de Mandela, el Premio Nobel que siempre agradeció el apoyo de Fidel y del llamado “internacionalismo cubano” en la lucha contra el Apartheid. La verdad, es comunicacionalmente muy incómodo para el establishment estadounidense explicar ante los medios la gran cercanía de Mandela con Fidel, el hecho de que en el funeral del líder africano los invitados de honor fueran Obama y Raúl Castro, y el hecho de que el presidente sudafricano fue por muchos años también considerado un terrorista por el gobierno de Estados Unidos…

 

   Hugo Chávez logró un efecto similar, de aglutinar a los grupos más progresistas no social-demócratas de América Latina, y en ese sentido es un continuismo del castrismo-fidelista, en la forma del bolivarianismo continental y socialista. En ese sentido, el legado de Fidel Castro es sin duda fundamental para entender lo medular de todas estas experiencias de reforma profunda y a nivel constitucional en varios países de América Latina, que reniegan del carácter internacionalista del capitalismo, que rechazan la influencia negativa de Estados Unidos, que defienden el derecho a la autonomía y a la soberanía, y que buscan rescatar el  antiguo sentimiento bolivariano de una América Latina que se asocie en bloque para su propio beneficio y el de sus pueblos.

 

UN PROCESO HISTÓRICO

QUE EEUU NO ENTIENDE

 

   Todo este proceso nunca ha sido entendido ni respetado desde Estados Unidos. La principal crítica ideológica a Cuba en relación con América Latina, el apoyo a las guerrillas latinoamericanas, fue parte de una época en plena Guerra Fría, donde Estados Unidos cumplió su propio rol a la inversa, apoyando a los grupos reaccionarios de choque. Es impactante cómo los análisis del castrismo y su influencia en otros movimientos guerrilleros, hechos ampliamente documentados, no son acompañados en EEUU por el mismo análisis sobre las acciones reactivas generadas desde el país del norte hacia esos procesos, en un conflicto militarizado que alcanzó niveles continentales, especialmente en América Central.

 

   Asimismo, la Cuba post 2000 no tiene nada que ver con ese contexto histórico. Es la Cuba que prestó su suelo para el proceso de paz entre el gobierno colombiano de derecha de Santos y la guerrilla de las FARC, esfuerzo que el propio Estados Unidos apoyó. Es la Cuba que recibió la presidencia de la CELAC de parte de Sebastián Piñera, presidente de la derecha chilena. La Cuba con relaciones diplomáticas y comerciales normales con el resto del planeta, excepto con Estados Unidos.

 

   Fidel y el fidelismo, y muy al pesar de muchos anti-castristas que nunca aceptarán ninguna legitimidad de quienes lideraron la Revolución Cubana de 1959, es sin duda una de las corrientes primordiales para entender la historia latinoamericana de la segunda mitad del siglo XX, factor protagonista de la Guerra Fría y de la lucha Este-Oeste soviética-estadounidense. Una pequeña isla situada en una encrucijada mundial de primer orden. Y aunque los anti-castristas cubanos de Miami celebren sin duda la muerte del líder que perjudicó sus intereses económicos y que afectó fuertemente sus vidas personales, la verdad es que la figura de Fidel trasciende largamente la política partidista pre y post Revolución. Y el apoyo y admiración entre gran parte de la población cubana es sin duda real y palpable, pese a todas las penurias económicas de estos años.

 

   El fallecimiento de Fidel o el potenciamiento del fidelismo no es lo suficientemente fuerte en todo caso para impactar a la corriente electoral-pragmática que empapa a los sistemas políticos de América Latina, que fluctúa más bien bajo el vaivén del avance o retroceso económico de las clases medias y los trabajadores no ideologizados. El fidelismo, en ese sentido, no tiene fuerza electoral, no es una agenda programática en nuestras sociedades debilitantemente pragmáticas.

 

Pero el fidelismo siempre estará presente como fuente moral, histórica e ideológica para los grupos políticos progresistas que vendrán en el futuro. De eso no hay duda. Pese a toda la crítica anti-castrista interna y externa, el Fidel joven treintañero y el nonagenario, el de la barba y la labia explosiva, el del fusil romántico en el brazo alzado celebrando junto al pueblo la huida humillante de Batista que no fue capaz de doblegar a doce barbudos enfrentados contra un reto inverosímil de la historia, fue y será un referente fundacional para otros futuros jóvenes y viejos latinoamericanos, para otras Sierras Maestras, y otros sueños revolucionarios.

 



[1] Torturadores, criminales de guerra, ejecutados luego de ser probados sus crímenes ante un tribunal. Nota  de la Redacción.

EL DERECHO DE NO SER POBRES

EL DERECHO DE NO SER POBRES

Luis Sexto - @Sexto_Luis

   ¿Cuánto? Esa es la pregunta recurrente,  arete labial, que les cuelga a quienes sopesan, miden, estiman la vida en el volumen del bolsillo o la cartera. Son como personajes de Balzac: indiferentes e inescrupulosos. Prefieren  el dinero como  metáfora del mal. Cumbre de la tentación. Excreta de la noche. Y estiércol del diablo, como lo tildó el acidulado Giovanni Papini. Con el dinero financian las elucubraciones armamentistas, sufragan las guerras, pagan a la prensa “napoleónica” con la cual, de haberla concebido, el Gran Corzo nunca hubiera perdido la batalla de Waterloo. Mas, seamos justos: también el dinero impulsa la resistencia, sostiene a las revoluciones, extiende la solidaridad, incluso la caridad. Y opera como medio de relación y signo de distributivo. Todavía la sociedad no le ha hallado sustituto racional, práctico.

   La culpa de sus desmanes no le pertenece en propiedad exclusiva. Hay responsabilidad en el que lo asume como espejo y lo pasea por la calle como suma del poder y la vanidad. El dinero es lo que vale, pregonan. Y, por supuesto, nada que no se obtenga con dinero, sirve.  Para estos cajeros de la vida cotidiana, por favor, tenga usted la bondad, me podría ayudar, hermano, son fórmulas infantiles. Porque la sociedad, la vida, se entrega a los recios, a los que ponen precio a todo. Incluso a  los otros. Y, desde luego, también exhiben su etiqueta de venta. ¿Cuánto me das? ¿Cuánto te doy? Esa es la consigna y su variante recíproca. Y para irse globalizando, incluso, lo mastican en inglés: How much?

   Afrontemos una paradoja. Advierto que podrá disgustar, pero la experiencia social certifica que los pobres también necesitan el dinero. Y yo, una entre las personas  que se inclinan hacia la  izquierda -el lado del corazón-, coincido en defender el derecho de los pobres. Mas ¿qué derechos? Quizás estoy adentrándome en un asunto de alta o profunda teoría. Tal vez, aburra a los lectores. Es probable que a pocos les interese una reflexión un tanto abstracta. Las ideas, sin embargo, nos sirven como armas concretas. Y todos cuantos hoy pensamos, escribimos, polemizamos sobre un mundo mejor, como suele decirse, hemos de depurar las ideas que escoltan, acorazan nuestra lucha.  Cuando pienso en el derecho de los pobres –los últimos, según una terminología reciente-, insisto en precisar a qué derechos nos referimos. Porque el único derecho que yo no les reconozco a los pobres es el derecho de ser pobres, a carecer de los medios que fundamenten una vida decorosa. Y defiendo, por encima de todo, el derecho a dejar de ser pobres, que no equivale a proponer que todos seamos ricos a la usanza clásica: la riqueza como resultado de la injusticia. Y erradicar la injusticia es, precisamente, la tarea de los revolucionarios, sean de cualesquiera confesión religiosa.

   Concuerdo con alzar la pobreza a un balcón de virtud. La pobreza como arte de humildad,  antídoto del lujo, vacuna contra la prepotencia y la corrupción, diseño de la solidaridad.  Estos valores espirituales o morales componen fines de un programa de mejoramiento personal, que tiende a perfeccionar la sociedad y  que no incluye la pobreza como carencia, estrechez, o como dependencia de la dádiva, aunque el regalo provenga del Estado. Las lecciones de la historias están todavía muy cerca. Cierto “socialismo real y fracasado” pretendió hacer las cosas más simples, porque, cuando elegimos desde la pobreza, vestir y calzar y comer se convierten en una operación menos engorrosa, más rápida y barata. Pero también  más angustiosa y frustrante. 

   Quién dudará de que el hombre no pueda vivir sin esperanzas. Es una virtud teologal, atributo de la conciencia religiosa. Y es además una virtud humana, natural, social, de este mundo y de hoy y de cualquier tiempo. Todo individuo es sujeto de la esperanza. Y todo régimen social, por tanto, tiene que ofrecer la esperanza como sostén. En el capitalismo una minoría, que no enumero, la concreta, y muchos amanecen confiando en que, este día, será el de la fortuna, el del salto de la pobreza al bienestar. Esa actitud marca, orienta, hasta cierto punto, la subjetividad que a veces falta para cambiar las cosas. Es, desde luego, una esperanza engañosa y cruel, expresión de una política impolítica.  Pero tan impolítica es la política que niega la esperanza o la aplaza. Un régimen con la esperanza cerrada no sobrevivirá a sus contradicciones.

   Hemos de comprender, como “discípulos de la historia”, que los manuales de la experiencia del llamado socialismo real trataban más bien de acomodar la vida que de acomodarse a las normas de la vida. De ahí brota la afirmación de que es necesario inventar, o reinventar, el socialismo. Y así nuestros sueños a favor de los pobres no implican -pues nos opondríamos a las verdades de la realidad- repartir entre todos la pobreza con cuyos valores precarios se amengua también la libertad. No todos pobres, pues. Más bien, habrá que producir y distribuir en equidad  la riqueza. La igualdad ha de concurrir, generalizarse colectivamente en una cita con las oportunidades no igualitaristas de bienestar. Y aunque cualquiera podría argumentar que esta fórmula no rebasa “el derecho burgués”, yo preferiría empezar, continuar y consolidar  la revolución  mirando las flores que están debajo de mi ventana que añorar las que no se vislumbran en la lejanía.

PARA QUÉ SIRVE LA DIALÉCTICA

PARA QUÉ SIRVE LA DIALÉCTICA

 

Luis Sexto  - @Sexto_Luis

La luz, la lámpara, el faro son recurrentes imágenes en la interpretación de los actos humanos. Mantén la lámpara encendida, nos dice alguien, para que los ladrones no te sorprendan. Enciende las luces largas, nos recomienda algún experto, para que la carretera no se convierta en tu desgracia... Así, más o menos, luz y lámpara nunca pasan de moda en el lenguaje figurado. La lámpara y su destello, como el faro de los navegantes, nos protegen.

   Esa conclusión no proviene de algún poeta. Es la experiencia que llega a nosotros en metáforas, y cuya claridad nos facilita comprender mejor el mensaje. La experiencia es un gran libro de consulta. Y la luz y sus irradiadores vienen siendo la crítica. Sí; se acumulan las experiencias porque la realidad se observa críticamente. Nadie que viva sin discriminar o distinguir lo correcto y lo incorrecto, podrá guardar la experiencia en su mochila.

   Recurro a ideas ya comentadas. Y no me lo reprochen. Una columna es como un yunque; la palabra como un martillo. Y  uno de los herreros  es este modesto periodista a quien le toca machacar sobre el hierro de la vida en Cuba. Algunos me dicen que machaco en frío. Y no me desanimo: me atengo a mi papel y sigo, golpe tras golpe, machacando. Con fe y con esperanza, que no son solo virtudes de naturaleza religiosa, sino también de calidad social y política.

   Hace falta ver la realidad críticamente. Enfocarla desde posiciones complacientes o autocomplacientes, niega la utilidad de la experiencia, incluso de la virtud. Y aun más, se aleja de la luz de la inteligencia, de la acumulación de datos que la historia —la experiencia hecha síntesis y crónica— transmite inapelablemente, recordándonos que así alguna vez se hicieron las cosas y los vientos y la lluvia las arrastraron por endebles.

   Quizá la dialéctica, tan encarecida en la teoría, sea la fórmula adecuada para juzgar la realidad en que nos insertamos, realidad que es, aunque nos resistamos a admitirlo, resultado de nuestro pensar y nuestro quehacer. Enfocando nuestros actos a través del sí y el no dialécticos, podemos mejorar nuestra obra. Desde luego, para ello, hay que palpar la obra de cerca, dentro de ella, no desde los cristales de ventanas herméticas. La visión burocrática compone la antítesis de la visión dialéctica.

   La mentalidad burocrática, por ejemplo, usa mucho los datos de la estadística, y suele valorarlos desde una posición absoluta. Por ello, no extraña que obrar según los números de las estadísticas, conduzca a errores. Esa es una tendencia igualitarista. Las estadísticas, desde luego, no son culpables, sino el uso que de ella hagamos. Por ejemplo, si a partir de cierta medida, algunas familias han de pagar determinada cantidad por algún servicio, la diferencia de ingresos puede acusar la injusticia de la uniformidad. Por ejemplo, núcleo que ingrese 1 000 pesos y pague 100 por determinado servicio, usará el 10 por ciento de su salario. Pero el que perciba 400 y pague, a pesar de un gasto racional, la misma cifra, empleara el 25 por ciento. Lo que significa que esta familia percibirá la sensación de que, para ella, lo que debe erogar es equivalente a 2,5 veces mayor que la familia de superior ingreso.

   No es así. Pero es así. Y habrá que concluir que a los más les faltan ingresos o les sobran gastos. Esto es solo un ejemplo visto desde la dialéctica o la  crítica.

FIDEL PERIODISTA

FIDEL PERIODISTA

 Luis Sexto - @sexto_luis

  

Terminada la relectura de Fidel periodista, uno queda en silencio  preguntándose cuál es el secreto de este libro que nos conmueve y remueve, a pesar de que sus textos fueron concebidos más de 60 años atrás. Pensándolo bien, no hay secretos, sólo evidencias, evidencias de que los artículos de este libro se escribieron  con la pasión de un estilo convencido y convincente. Con pasión, digo, y no con apasionamiento. El apasionamiento puede oscurecer la lucidez de las ideas, pero la pasión, es decir, la energía moral unida a la audacia, la honradez y la valentía, hace que las ideas resalten por el brillo de la verdad y la sinceridad con que son expuestas.

   Por el 90 cumpleaños de Fidel Castro, nacido el 13 de agosto de 1926, la editorial Pablo de la Torriente Brau, de la Unión de periodistas de Cuba, publicó la segunda edición, un tanto aumentada, de Fidel periodista, volumen compuesto por los artículos que el entonces joven abogado publicó en diversos medios contra la corrupción del gobierno de Carlos Prío (1948-1952), y luego contra el golpe de Estado de Fulgencio Batista, hasta 1953, cuando Fidel y sus compañeros de ideales creyeron que sólo las armas podían descabezar la tiranía. Y asaltaron el cuartel Moncada en Santiago de Cuba.

   En 1955, luego de salir de la prisión junto con los combatientes sobrevivientes, amnistiados por el reclamo popular, continúo Fidel escribiendo contra el desmán y el desgobierno, el crimen y la tortura.  Incluso, tras exiliarse en México, continuó publicando en Cuba sus tremantes artículos, hasta cuando, en diciembre de 1956, desembarcó en las costa del sur oriental, cerca de la Sierra Maestra,  donde dos años después de una intensa guerra de guerrillas, el ejército rebelde venció a la tiranía. Con sus textos previos en la revista Bohemia, y los periódicos Alerta y  La Calle, y publicaciones de índole clandestina como Aldabonazo y El Acusador, Fidel abonó política e ideológicamente la necesidad de su futura campaña militar.

   Fidel periodista expone cuánto estima el líder de la revolución cubana el papel de la prensa. Pero sobre todo demuestra cuánto talento periodístico apoyó su cultura jurídica como abogado y su cultura política y literaria. Fidel ejerció el periodismo como arma de lucha contra lo inmoral y lo injusto. Fidel escribió periodismo de denuncia, periodismo de debate, incluso periodismo de investigación, porque no expresaba una acusación  o una crítica sin presentar pruebas y argumentos por ocultos que estos se mantuvieran. No, amigos míos, el periodismo de Fidel no se sustentó en el insulto, sino en razonamientos sopesados, medidos, e investigados. Y los esgrimía apoyado en la sagrada cólera del amor a la patria y a la justicia.  

   Fidel periodista completa sus propósitos como libro con el testimonio de varios periodistas que por momentos estuvieron cerca del líder de la Revolución. Los recuerdos de estos profesionales confirman la vocación peiodística de Fidel Castro.

   Qué más habré de decir. Que Fidel periodista  es un libro para leer más de una vez. Para leer aprendiendo cómo se defiende la verdad.                          

 

RELACIÓN CREADORA: HOMBRES E IDEAS

RELACIÓN CREADORA: HOMBRES E IDEAS

 

   Luis Sexto

   Según pasa el tiempo, me voy convenciendo de que las ideas, por buenas que puedan ser, solo son mejores si mejores son los hombres y mujeres que las sostienen y defienden. Por sí solas, no andan ni pueden extenderse. Ese dicho de que la verdad se abre paso sola, tiene más apariencia que solidez de pensamiento. La verdad necesita de remolques y de empujes. Y para esa tarea no hay máquinas, son los seres humanos, convertidos en trabajadores de la política, de la educación,  de la cultura,  como agentes de la transformación más que en vigilantes de cuanto se transforma.

    La experiencia ha enseñado, que lo hayamos aprendido es otra cosa, la experiencia, digo,  nos ha enseñado que el futuro no admite arrastres:  arrastres de problemas, de dudas, de vicios y conductas impropias u obras incompletas. Porque, y parece evidente, significaría llevar lo peor del presente al mañana. Y por lo tanto el tiempo por venir vendría a ser parte de nuestro mal tiempo. O lo que es igual,  si no mejoramos, seguimos estacionados. Porque no basta con dictar leyes, modificar otras, aprobar estrategias y métodos, si carecemos de la capacidad y la voluntad de concretarlos, o los interpretamos como nos parezca o convenga, en un  acto de indisciplina que demora o paraliza la necesidad dialéctica del cambio.

   Las instituciones son hoy el espacio donde la acción de mejoramiento ha de realizarse como una constante. Entre todos,  hemos de protagonizar este proceso. Como también sabemos, los carismas ya no abundan. Carismáticas han de ser nuestras aspiraciones, aún descontentas por estar a medias. Nuestras aspiraciones de justicia, de plenitud humana y ética y de satisfacción económica, deben ser severos ideales  que nos puncen la conciencia para acabar de admitir que el individuo es también maestro de sí mismo. Y si los carismas, esto es, el poder de atraer o de convencer no es frecuente en las personas,  debemos de convertir en generalidad otros dos carismas imprescindibles del ciudadano: la honradez y la creatividad.

    Y hemos de ser honrados y creativos admitiendo, primeramente, nuestra indiferencia ante los máximos problemas del país, reconociendo nuestra torpeza para evaluar y acometer la solución de tanta insuficiencia, de tanta decisión correcta aun sin fructificar. Cuando veo parte de nuestros campos aún sirviendo de  hospederos a la manigua, oyendo hablar de planes agrícolas en plena agonía y que la burocracia agraria anuncia como prósperos, uno se pregunta qué más hace falta para que cada año sirva para echar en la cuneta una carga de propósitos fallidos, de promesas incumplidas, y así seguir andando más ligeros de errores , y menos bloqueados por las neblinas.

   Que no nos pese admitirlo. Falta honradez en nuestra sociedad. Falta creatividad. Falta honradez para trabajar conscientes del espacio que en la economía ha abierto nuestra sociedad. Lo ha abierto para que el trabajo tenga sentido, y viva mejor el individuo y su familia, y mediante la correspondencia entre el individuo y la colectividad, vivamos todoso mejor. Pero, ya lo he dicho: trabajo sin creatividad queda en la rutina. Y para mí asumir el trabajo creativamente no es sólo aplicarse buscando intensidad y productividad, sino trabajar considerando el trabajo como la fórmula más humana del hombre honrado.                                                               

Clinton seguirá la apertura con Cuba; Trump, una incógnita por su caos mental

Clinton seguirá la apertura con Cuba;  Trump,  una incógnita por su caos mental

 

Patricio Zamorano, analista político, profesor universitario y trovador chileno,director ejecutivo del portal InfoAméricas.info  remarca que durante este primer año de restablecimiento de relaciones entre la isla del Caribe y Estados Unidos, el principal avance desde el lado cubano ha sido convertirse en un interlocutor de igual a igual con el gigante norteamericano, pero que aún quedan muchos temas pendientes para que realmente las diplomacias se normalicen.

Por Ricardo Pérez V.

Este miércoles 20 se cumplió un año desde que Cuba y Estados Unidos restablecieron de manera oficial las relaciones bilaterales, tras más de 50 años en que ambos países se miraban con recelo. En estos 365 días en  opinión de muchos, poco se ha avanzado.

¿Es muy temprano para exigir más en un año? ¿o los cubanos y estadounidenses deberán ser más pacientes para satisfacer sus demandas en el marco de esta nueva etapa?

Patricio Zamorano es uno de los más indicados para responder a estas dudas, pues lleva muchos años radicado en Estados Unidos y ha visto muy de cerca este proceso y es uno de los expertos en esta materia. Incluso, estuvo invitado hace algunos días a la ceremonia de conmemoración del año de relaciones bilaterales, que se celebró en la embajada cubana recién instalada en Washington. De paso por Chile, tuvo tiempo para responder a las consultas del diario La Nación y realizar un análisis de la situación actual entre la isla y el gigante norteamericano.

- En este primer año, ¿crees que se ha notado algún cambio relevante en la relación de ambos países? ¿Ha habido un avance concreto?

 -Ha habido un avance concreto en varias áreas, pero en muchas otras el progreso ha sido marginal. Yo diría que el principal avance desde el lado cubano ha sido convertirse en un interlocutor de igual a igual con Estados Unidos. La potencia del norte ha tenido que sentarse a la mesa de negociaciones y conversar sin precondiciones con su contraparte cubana. Eso es así y señala un triunfo importante de la diplomacia cubana. Pero al mismo tiempo le ha causado al gobierno del presidente Obama una gran tensión con los sectores conservadores de ultraderecha del Congreso de Estados Unidos, que no le perdonan haber reiniciado relaciones diplomáticas sin haber exigido más al gobierno cubano.

 “Sin embargo, aún quedan muchos temas pendientes. Pese a que las transacciones bancarias desde EEUU, tarjetas de crédito, creación de sucursales comerciales, apertura a las telecomunicaciones y el incremento exponencial de vuelos autorizados se ven bien en el papel, aún no se han concretado. Hay una montaña de expectativas, enfrentada a una realidad mucho más restrictiva desde el punto de vista legal, normativo y de capacidad técnica. Cuba no tiene capacidad aeroportuaria para enfrentar los 100 vuelos diarios que EEUU dice querer autorizar. No hay suficientes hoteles y Cuba enfrenta, en ese sentido, un gran desafío de infraestructura para los próximos años. Pero el diálogo en muchas áreas se amplía día a día. Hay reuniones constantes de equipos de seguridad aeroportuaria, de la guardia costera para enfrentar el narcotráfico y la seguridad marítima, se ha abierto por primera vez en décadas el flujo de correo postal. La Embajada de Cuba se llena en sus eventos de funcionarios del Departamento de Estado, de representantes de las fuerzas armadas, de congresistas. Todo un cambio de formas inimaginables un par de años atrás. Pero siguen pendientes tres áreas fundamentales, a mi juicio: terminar con el embargo estadounidense, cerrar la cárcel de Guantánamo y devolver este territorio a los cubanos, y derogar la llamada “ley de ajuste cubano” que incentiva el intento de pisar suelo de EEUU en balsas con todo el riesgo de vida que conlleva”.

 - A pesar de esta nueva etapa, se mantiene la migración de cubanos a EEUU. ¿Por qué?

 -Claro, todo esto relacionado con la pregunta anterior. Hay sin duda una constante migración cubana a Estados Unidos por razones económicas. Y Cuba ha dado todas las facilidades a los cubanos que ahora solo necesitan visa del país anfitrión para viajar a él, igual que cualquier otro ciudadano de cualquier país. Pero hay un tema que la opinión pública desconoce. Hay un acuerdo migratorio entre EEUU y Cuba, vigente desde Reagan, donde Estados Unidos se comprometió a entregar 20 mil visas a los cubanos cada año. Pero EEUU nunca ha cumplido esa cuota. Y sumado a la “ley de ajuste cubano” que señala que cualquier ciudadano de Cuba que pise territorio de EEUU puede solicitar la residencia, entonces se convierte todo esto en la combinación perfecta para incentivar el cruce irregular en balsas. Los cubanos se arriesgan a cruzar el mar Caribe porque la Embajada de EEUU en La Habana no les da visa. Los cubanos se arriesgan a cruzar a Estados Unidos por esta combinación viciada de una ley que les dará residencia si llegan a la costa. Esto debe acabar de una vez por todas, y EEUU debe comprometerse a realizar una reforma racional y humanitaria para regularizar el tema migratorio y evitar más pérdida de vidas.

-Algunos indican que esta nueva etapa sólo ha tenido algo de relevancia en términos comerciales, con el restablecimiento de vuelos y cruceros y la intención de inversión de empresarios de EEUU, pero que políticamente la relación sigue estando fría como antes…

-Hay algo de eso. En Washington DC las autoridades diplomáticas, y los funcionarios de la Cancillería en Cuba dejan en claro esa sutileza, sobre que se han reanudado las relaciones diplomáticas, pero bajo ningún punto de vista existe una normalización de las relaciones entre ambos países. Cuba ha dicho claramente que no considerará las relaciones normalizadas mientras exista el embargo ampliamente condenado en Naciones Unidas, y que se devuelva la zona de Guantánamo. El gobierno de EEUU a su vez insiste en que tampoco considera las relaciones normalizadas mientras no se reforme el sistema político cubano bajo una fórmula de democracia multipartidista, y mientras los hermanos Castro estén en el poder. Pero este es un tema fundamental que es el escollo para la normalización completa: Cuba pide que EEUU elimine presiones unilaterales que ejerce el país del norte contra la isla, y EEUU exige cambios dentro de la institucionalidad cubana. Pero eso es un escollo enorme que debe solucionarse desde los Estados Unidos pues Cuba no le pide a EEUU que cambie su sistema político. Cuba no mantiene un embargo contra EEUU ni controla parte de su territorio soberano. Esta distinción es súper importante, pues desde el punto de vista comunicacional y político da la idea de que Cuba debería cumplir con una especie de agenda de EEUU para seguir avanzando, y eso es la verdad irónico, pues la situación concreta es la opuesta: EEUU tiene una obligación fundamental de eliminar un embargo que es completamente ilegal según las normas del derecho internacional, y devolver un territorio que no le pertenece, el de Guantánamo. Cuando esas dos condiciones se cumplan, no cabe duda que EEUU podrá iniciar la influencia que estime conveniente para presionar a un cambio político. Por supuesto, se encontrará con la resistencia cubana, que con todo lo acontecido en todas estas décadas, aún no claudica. Si uno se preocupa de dialogar con la sociedad civil cubana se da cuenta que ‘Cuba es para los cubanos’, en el sentido de que entre todo el rango de posiciones políticas, hay un acuerdo tácito: la soberanía de la isla y los avances de la revolución en el área salud, educación y subsidios de las necesidades básicas no son transables. Excepto entre los disidentes declaradamente anticastristas y en contacto con las autoridades diplomáticas estadounidenses, es claro que la población cubana quiere el acercamiento con Estados Unidos, quiere iniciativa privada y quiere normalidad con el país del Norte. Pero al mismo tiempo no van a entregar la independencia institucional, cultural y política de la isla a Estados Unidos. Eso no se ve en el análisis en el corto o largo plazo.

 -¿El bloqueo económico siguen siendo la gran piedra en el zapato entre Cuba y EEUU?

 -Así es. El bloqueo y el tema de Guantánamo. Eso desde el punto de vista cubano. Desde el punto de vista de Estados Unidos, desean un cambio de régimen, la salida del castrismo del gobierno de Cuba, multipartidismo y apertura política a la disidencia. Y ese es el problema: puestos todos estos factores en la balanza, son disímiles. No hay puntos de acuerdo en la agenda, es una agenda paralela, que vive en momentos y objetivos distintos. Y eso puede retrasar enormemente la “normalización de relaciones”, aunque no impide seguir avanzando en la profundización de las relaciones diplomáticas, que no es lo mismo.

 -¿Crees que esta nueva relación ha cambiado en algo las expectativas económicas, de vida y de desarrollo de los cubanos?

 -Sin duda. En 2013 fui a Cuba a realizar conferencias en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí, y tuve contactos con varios estudiantes, académicos, intelectuales, periodistas y artistas, toda gente de la sociedad civil, y mi pregunta fundamental fue en torno a las reformas económicas, que han corrido de forma paralela al proceso de reanudación de relaciones diplomáticas. En cierta forma Obama elige este momento histórico para acercarse a Cuba también para aumentar la influencia de EEUU durante esta apertura a la iniciativa privada. Entre todas las personas con las que pude hablar absolutamente nadie compartió una visión negativa de las reformas. Flota en el ambiente, y las cifras lo confirman, que la creación de espacios para la iniciativa privada es fundamental para que el Estado pueda mantener el nivel de gasto social que ejerce y beneficiar a quienes realmente lo necesitan. En tres años que he estado visitando a la isla en proyectos académicos he visto una explosión de actividad impresionante. Restaurantes, tiendas de celulares, ampliación de puntos de WiFi e Internet. Restauración de La Habana vieja, restauración del malecón, encuentros semanales de trova con la nueva generación de cantores, el hip-hop y el funk pululando en las calles, nuevos bares, nuevas iniciativas personales de artistas, nuevos medios de comunicación independientes. Es palpable de forma real que la Cuba de antaño, la que sectores de izquierda más conservadores desean mantener como un ícono congelado en el tiempo, ya no existe. La Revolución se está revolucionando a sí misma, desde adentro, y eso creo implica también un fracaso desde el corazón radical de la derecha estadounidenses. Cuba está cambiando sin la intervención directa de Estados Unidos, y ese cambio no tendrá por tanto el sello estadounidense, sino el sello de la cubanía.

 -¿Crees que el gobierno socialista cubano se siente cómodo con esta nueva relación con EEUU?

 -No creo que se sienta cómodo en el sentido político, pero sí en el sentido estratégico. No es fácil crear confianza entre dos países que han roto relaciones diplomáticas por más de 50 años. Tampoco es cómodo sentarse a la mesa a negociar cuando ese país aún ejerce un bloqueo financiero contra la isla. No es cómodo para las autoridades de Estados Unidos sentir que se sientan a la mesa claudicando de la lucha contra un gobierno comunista que ha visto pasar a una cantidad enorme de presidentes que no lograron doblegar ni al gobierno ni al pueblo. Pero sí es cómoda la forma en que se ha concretado el acercamiento, por primera vez de igual a igual, respetando los tiempos, respetando las agendas de interés de ambos países. No hay ningún otro país de América Latina y del mundo ubicado al otro extremo del espectro ideológico, con excepción de la exUnión Soviética, que se haya sentado a la mesa con Estados Unidos al mismo nivel de diálogo, de tú a tú, con el grado de trascendencia de lo que se está discutiendo en estos momentos. Por eso digo que el gobierno cubano está cómodo desde el punto de vista estratégico. Desde lo político, es otra cosa. Hay muchos en Cuba sin duda, y en la izquierda latinoamericana, que se sienten más incómodos por ver este acercamiento, mientras al mismo tiempo EEUU crea nuevas sanciones contra Venezuela, por ejemplo. Desconfían de EEUU, de sus intenciones, de las consecuencias, temen que Cuba se transforme en un Vietnam o en una China que desarrolle un mal llamado “capitalismo de Estado”. Es muy temprano aún para extrapolar hacia donde derivará el proceso. Los sectores que más añoran la Cuba idealizada de décadas atrás, desearían mantener el sistema socialista inmutable, pero lamentablemente la realidad de las cifras macroeconómicas y de las necesidades diarias de la gente son mucho más urgentes, y algunos cambios son necesarios para mantener las columnas-base de la Revolución de 1959. Pero basta con pasearse por las calles de La Habana y hablar con la gente, y la verdad es que nadie en su sano juicio aceptará que se invente un capitalismo de Estado que barra con la salud, la educación, la protección social y cultural que ha costado tanto construir y que es un orgullo para los cubanos, porque pese a la gran pobreza en que vive la población, no es lo mismo ser pobre en Cuba que ser pobre en Chile, por ejemplo. Ya lo saben las miles de familias chilenas arruinadas económicamente por enfermedades catastróficas, en el inmoral ambiente comercial y financiero que se ha creado con el sistema privado de isapres.

 - ¿Por qué se ha demorado tanto EEUU en cerrar Guantánamo?

 - Esta ha sido una de las promesas más incumplidas de Obama. Se ha comprometido varias veces a cerrar la cárcel, ante el escándalo mundial que se ha creado al saberse que se ejerce la tortura, como ha denunciado la Cruz Roja y Naciones Unidas. Y pese a que tuvo al Congreso de EEUU a su favor al inicio de su gobierno, no fue capaz, y ahora menos con un Congreso dominado por el Partido Republicano. El Congreso le niega a Obama ahora los fondos para expatriar a las decenas de presos que siguen languideciendo sin proceso, sin derecho a una defensa secreta, sin condenas. En las condiciones actuales, Obama ha amenazado con sacar a los presos y derivarlos a terceros países o a cárceles en territorio estadounidense usando sus atribuciones ejecutivas, por decreto, pero eso le traerá sin duda acusaciones constitucionales de los congresistas que no desea abrir en plena etapa electoral. La promesa trunca de Obama del cierre de Guantánamo será quizás una de las marcas más oscuras de su legado. Se le criticará por años.

 - ¿Cómo vislumbras la relación a futuro ante un eventual triunfo en las elecciones de Hillary Clinton o de Donald Trump?

 - Eso es una pregunta abierta. Clinton, no cabe duda pues lo ha dicho, mantendrá el continuismo de la apertura diplomática con Cuba. Lo ha dicho en sus libros, siempre apoyó finalizar el embargo, abrir embajadas, y todo lo que se ha realizado. En el caso de Trump, como todo lo que tiene que ver con Trump, es una incógnita basada en su caos mental. Desde el punto de vista económico, no cree en embargos, y desearía embolsarse un nuevo millón de dólares abriendo una Torre Trump en el malecón de La Habana. Pero tiene un grupo importante de republicanos anti-castristas que le exigirán, de llegar a la presidencia, desmantelar todas las medidas ejecutivas que ha realizado Obama saltándose el embargo. Pero eso ya es parte de un futuro sumamente incierto dadas las condiciones de las elecciones presidenciales más caóticas de las últimas décadas en Estados Unidos.

 

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EL RIESGO COTIDIANO

EL RIESGO COTIDIANO

 

Luis Sexto, @Sexto_Luis

Redunda decirlo. En Cuba y fuera de ella habitan  ciertos cubanos que darían la mitad de su lengua para que la enseñanza del inglés sustituya al español en las escuelas -como ha sucedido recientemente  en Puerto Rico-, y el país, transformado en desierto, sea cubierto de hormigón y asfalto por el  dinero extranjero, y el Malecón chispee mensajes de Exxon, McDonals, Geneal Motors… ¿Quién no se da cuenta de que  nunca antes como ahora han coincidido tantos malos deseos  para empujar hacia atrás? Desde las derechas en Washington, Miami y Madrid, hasta las derechas  y las “izquierdas” internas, pasando por  reivindicaciones que, justas en esencia, se deslegitiman por su lenguaje absoluto y por  el momento escogido para exigir lo que, al no considerar la creciente condición de  plaza sitiada de Cuba, fragmenta la unidad nacional y debilita el proceso de readecuación y transformación social. 

   A esos rasgos  se juntan pesimismo e indiferencia. Durante los debates masivos de los Lineamientos económicos y sociales presentados al Sexto Congreso del Partido Comunista, y único,  se patentizó la voluntad nacional de  hacer más participativa la democracia en Cuba, más transparente la gestión y más crítico el papel del Partido como garante del programa de actualización de la sociedad cubana. También en el reciente  séptimo congreso. Pero, a pesar de ese empeño de transparentar los fines y los medios, y en consecuencia proscribir el "secretismo", el cotidiano fluir del país  en sus planos medios y bajos revela que aún en algunos sectores no se oye un lenguaje público clarificador.

   Ha continuado  pesando, pues, la “vieja mentalidad”, generada durante decenios por un Estado excesivamente centralizado, cuya estructura  dependió de la línea vertical: un movimiento de arriba abajo sin que existieran, como resortes de equilibrio, las líneas horizontales, lados fuertes de un centro fuerte. Y también, por añadidura, parecen estar influyendo “viejas ignorancias”. Porque, en efecto, siguen proliferando la incapacidad para adoptar iniciativas, oír las quejas y articular explicaciones y respuestas convincentes.

   Desde mi óptica, la fórmula para evadir el mayor peligro de las aspiraciones socialistas se halla en Lenin. El líder de la Revolución de Octubre, que no vivió lo suficiente para rectificar los desvíos de aquel  socialismo,  dictó,  al menos,  un método para impedir la absorción de la sociedad por las superestructuras burocráticas y a la vez fortalecer el control popular: “El estado es fuerte cuando las masas lo saben todo, pueden juzgar de todo y lo hacen todo conscientemente. Y ese saberlo todo, juzgarlo todo y hacerlo todo conscientemente implica que los espacios democráticos existentes –entre otros, la Asamblea Nacional, las asambleas municipales y las de rendición de cuentas en las circuns cripciones-, junto con los medios de información, se extiendan y profundicen. Y sirvan de contención a la irracionalidad burocrática, negada por esencia a escuchar y a dialogar,  y proclive a  emborronar la letra y el espíritu de cuanto se decide para transitar de las necesidades a las soluciones más audaces y efectivas, como la vigencia de la ley del valor y su consecuente mercado.  Estos espacios democráticos, incluida la prensa, han de servir, sobre todo, como generadores de la participación popular, al saber los cubanos, regularmente, qué se hace, cuándo se hace y para qué se hace.

  No resulta oscura esta verdad: el diálogo, la información y la crítica, incluso la autocrítica, no dañan, sino, al contrario, son los antídotos para impedir que tantas  manos intenten empujar a Cuba hacia el desierto donde podría estar, según el decir del novelista Luis Sepúlveda, la obra maestra de los hombres. O de algunos hombres, cuyos perfiles ya he dibujado en estas líneas.