OBRA DE EXTRAORDINARIO CALADO HUMANO
Por Hugo Chinea[1]
Presentación del libro titulado La aparente cordura de las cosas, de Luis Sexto, en el Pabellón Cuba, durante la Feria Internacional del Libro de La Habana, el 13 de febrero de 2017
Estimados amigos:
Gracias a la que considero inmerecida deferencia de su autor, tengo la íntima satisfacción de presentarles este admirable libro que Luis Sexto ha titulado La Aparente Cordura de las Cosas.
Al adentrarse en la lectura, uno se percata de que se trata de una exploración, de una investigación periodística que crece a través de los testimonios, anécdotas, y giros de la vida de los personajes, para presentarse, definitivamente, como un texto literario de factura nueva para el oficio.
La sencilla vida de hombres y mujeres, supuestamente intrascendentes, transcurre en una coyuntura muy especial de la vida económica del país. Sus voces nos enganchan. Nos conducen por un mundo desconocido, donde se cruzan caminos de ternura, de heroísmo, y también veredas torcidas de la conducta humana, hasta el homicidio.
Lo simple se magnifica en la trama para ponernos al tanto de sus frustraciones y sueños, de la sostenida esperanza de volver a vivir entre el fragor de las ruedas del trapiche, del pitazo estridente; bajo el pedazo de cielo que parece soportado por la columna de humo de la chimenea del central de su batey. Esta, es su más recóndita ilusión tras la aparente cordura de las cosas.
Los personajes, diversos, se truecan constantemente en la omnipresencia de uno de ellos, el Topógrafo, para contarnos una conmovedora historia. Se trata de hombres y mujeres que convivieron con este medidor de ángulos verticales y horizontales, de espacios, de terreno para tender líneas férreas en diferentes ingenios de provincias, un protagonista más entre esos anónimos trabajadores de la producción de azúcar, y que no es otro que el propio autor de este libro.
Luego de su andadura periodística por temáticas muy diversas, recogidas en las páginas de Trabajadores, sus textos de Prensa Latina, en la revista Bohemia, Juventud Rebelde, y otros en varios libros -cuya relación aparece mencionada en la contracubierta de éste que presentamos hoy, y que incluye uno de poemas y otro de cuentos cortos-, Luis Sexto nos viene ahora con un paisaje humano diferente.
El sentido del honor. El amor entrañable al trabajo, y a la vida simple. La entrega por un futuro mejor. Y también la nostalgia, que Chuchú Marcos, uno de los personajes, recrea en décimas recitadas, y otro, Longo Cabrera, por el contrario, tira el gancho de la esperanza, transitan de principio a fin las páginas de este texto en disímiles situaciones y amenas peripecias.
La historia de centrales, ferrocarriles, de sus máquinas, esa huella del hombre en su paso por la vida apresada en su lenguaje y testimoniada en su escritura, se convierte en uso recurrente del autor como pausas, anécdotas, breves memorias, que enriquecen el curso narrativo del texto.
Y, atentos, porque encontraremos sobresalientes interpretaciones de prestigiosas personalidades sobre la deslumbrante belleza de nuestra naturaleza, de tendencias literarias, y de filosofía de la vida, que nos harán reflexionar.
Nada es generosamente gratuito. Cada palabra, cada lúcida referencia, está intencionalmente plantada como piezas precisas, imprescindibles, en la armazón de una arquitectura literaria.
Lo que en apariencias resultaría poco atractivo de contar se torna trascendente, porque como casi todo, el detalle, la circunstancia de la vida del individuo que la encarna, constituye el combustible que anima a lo que, reunido en lo multitudinario y diverso, solemos llamar pueblo. Y es en esta partícula de lo diverso de donde el autor extrae toda una enseñanza de la contradictoria vida de estos tiempos, para mostrárnosla en una excelente dimensión, donde el ritmo, y la belleza del lenguaje, nos ponen a pensar si no se trata de una aparente cordura para mostrarnos una realidad novelada.
Los hechos duros del derribo de paredes y el desmontar de piezas de centrales, el silencio, la desoladora visión de las ruinas esparcidas como restos de cadáveres, comprimen el corazón, inundan los ojos. Sin embargo nada mata la esperanza de estos seres dolidos. Saben, presienten, que es la esperanza su único sostén, y que algún día, de nuevo, sonará el pitazo estridente del central, crujirán las máquinas, se perfumará el ambiente de olor a guarapo, caña y miel, y su pedazo de cielo volverá a estar sostenido por la columna de humo de la chimenea de su central.
Premio Nacional José Martí, de la Unión de Periodistas de Cuba, por la obra de su vida, Luis Sexto hace una vez más gala, esta vez crecida, de su oficio de explorador y cómplice, al regalar al periodismo y la literatura cubana, una obra de extraordinario calado humano, escrita con esa cordura suya, la apetecida y reclamada por José Martí para el periodista que debe ser, como lo es este autor: “látigo con cascabeles en la punta”.
Muchas gracias.
[1] Narrador cubano. Nació en Sancti Spíritus, el 1 de abril de 1939. Autor Contrabandidos (cuentos). Premio UNEAC, 1972; Los hombres van en dos grupos (cuentos, La Habana). Colección Cocuyo. 1977; De las raíces vive el árbol. Contemporáneos UNEAC 1882
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