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PATRIA Y HUMANIDAD

NUEVA ARCA DE LA ALIANZA

NUEVA ARCA DE LA ALIANZA

Luis Sexto

Homenaje a Monseñor Oscar Arnulfo Romero, mártir de la fe y la justicia 

La beatificación del obispo salvadoreño Oscar Arnulfo Romero favorece actualizar la idea Fidel Castro sobre la alianza estratégica entre cristianos y marxistas. Las balas que abatieron al arzobispo de San Salvador mientras celebraba la eucaristía, arrastraban en su penetrante velocidad el propósito de ajustarle cuentas al prelado por haber querido que la estrella polar no apuntara al norte sino al sur. Monseñor Romero –san Romero de América según la canonización simbólica proclamada por el obispo Pedro Casaldáliga, y ahora beato* Oscar Anulfo Romero, según ha decretado la Iglesia Católica- es un mártir de la revolución latinoamericana. Un mártir de la fe religiosa, y de la justicia aún pendiente sobre las hambres y frustraciones del pueblo latinoamericano.

Ocho años antes de que la sangre de Romero asesinado se mezclara con la sangre del Cordero sobre el altar del sacrificio de la misa – 24 de marzo de 1980-, Fidel Castro había formulado un principio que trastocaba el dogmatismo prevaleciente en la izquierda al juzgar a la religión y a los hombres de fe o de iglesia, como virtuales enemigos o, al menos, como entes de sospechosa cercanía. Los cristianos son aliados estratégicos –es decir, no de conveniencia provisoria, no “compañeros de viaje”- de los marxistas, y de los revolucionarios en su definición más abarcadora. A mi modo de interpretar la idea del líder cubano, Fidel asumía al concebir y difundir ese enfoque que el cristianismo, por su doctrina, que privilegia a los pobres, y por su ética, cuya máxima potencialidad es entregar hasta lo que no se posee, estaba muy próximo a los ideales de la revolución popular.

¿Existe, como establecía Hegel, una tajante separación entre la ética civil, laica, y la cristiana? Tal vez la respuesta dependa de qué posición se adopte ante el cristianismo. Si juzgamos la doctrina del Evangelio como un hermético código individualista, un mensaje de salvación exclusivamente “personal”, Hegel podría tener razón. Por el contrario, si como sostiene Leonardo Boff, “más que mejorar la expresión religiosa, el cristianismo pretende ayudar a la construcción del hombre nuevo”, el imprescindible filósofo alemán se verá obligado a modificar un tanto su parecer.

Así, pues, la dicotomía, la separación, que no pocos marxistas y revolucionarios han defendido irracionalmente, se reduce a un asunto de opinión. Si los cristianos, y los que no lo son, reconocemos como necesaria una teología de lo político, llegaremos a admitir que esta, al decir del mismo Boff, “procura libertar la comunidad cristiana de la versión intimista y privatizante que se le ha dado al mensaje de Jesús”. Evidentemente, la ética cristiana se fundamenta en la caridad. No, por supuesto, la caridad que sugiere el término inglés carity, y que Arnold Toynbee considera empequeñecido sinónimo de limosna, simple acto individual que tranquiliza conciencias, aunque nada modifica ni transforma en las estructuras sociales de la pobreza. La caridad -caritas latina, agape en su versión griega- es, en cambio, el amor que todo lo sufre y todo lo arriesga por el prójimo, el pueblo. Gratuitamente.

El cristianismo resulta así un camino global para edificar el Reino de Dios, que empieza hoy, aquí, entre nosotros, los vivos, y que muchos no creyentes traducen con la esperanzadora palabra revolución o utopía. Por todo ello, más que alentar una contradicción con la ética civil, laica, la doctrina de Cristo es un referente nutricio de la solidaridad revolucionaria. Una fuerza más para el mejoramiento y la preservación de la dignidad humana. Sin exclusivismos de un lado. Ni discriminación del otro. Porque la unidad política se forja por sobre toda cosmovisión. No consiste en la conjunción de filosofías afines, sino en el concierto de programas y acciones orientados hacia la transformación de la realidad indeseable. La vida y la muerte de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, por tanto, ejemplifican con el acierto irreprochable del martirio la propuesta de Fidel Castro.

Un juicio demasiado suspicaz ha de pensar sensatamente antes de presillar el expediente de reaccionarias o conservadoras con que solemos bautizar pluralmente a las jerarquías eclesiales, incluso a los hombres de fe. Un obispo posee, dentro de la organización romana, autonomía y colegialidad. Y su voz, guía de la iglesia local, adquiere una altitud, una preeminencia que influye en la feligresía, aunque sea obligada a convertirse en una voz que “clama en el desierto”. Y el mérito de Romero trasciende las denuncias de los asesinatos y desafueros de la dictadura salvadoreña, durante sus homilías en la catedral. Se zambulló en lo profundo, en lo más comprometedor de la fe y la signó con un contenido unívoco, sin dicotomías, entre lo escatológico y lo social inmediato. Promovió la lucha por la justicia en su interpretación catequética de los Evangelios: no es cristiano quien salga de la vida y se ubique al margen de la sociedad. Y de los evangelios dedujo su fervor por los pormenores terrenales. “Una verdadera conversión cristiana –sostenía- tiene hoy que descubrir los mecanismos sociales que hacen del obrero y del campesino, personas marginadas. Por qué solo hay ingresos para el pobre y el campesino en la temporada del café y del algodón”.

Ese mezclarse con el mundo y compartir los sufrimientos en el parto de un mundo renovado, no es, naturalmente, lo específico cristiano. Hemos de tenerlo como referencia para comprender al aliado. Lo específico cristiano –según la teología- es la fe en Jesucristo, como Dios que encarnó. Pero cuando la fe cristiana se alarga en un ósculo de universalidad y se encarna como remedio del dolor, valladar del poder abusivo, de la distribución injusta, el cristiano es superior.

Muchos sacerdotes pueden todavía reprochar al padre Camilo Torres su decisión de no celebrar más los sacramentos hasta cuando no reinara la justicia en Colombia. Ese sacrificio, sin embargo, paso a convertirse en una ofrenda de amor bajo las especies de un fusil. ¿Cómo, si no, hemos de reproducir el hallazgo primordial de Camilo Torres: no sabemos con certeza si el alma es inmortal; sabemos, en cambio, que el hambre es mortal? Y cómo se ha de matar el hambre cuando tantos se niegan a que muera. Y la violencia, esa que Orígenes, uno de los Padres de la Iglesia, negó como instrumento de los cristianos en su polémica contra Celso, resurge ahora depurada por manos que consagraron el pan y el vino en el culto eucarístico. La violencia no se caracteriza solo por la naturaleza del odio. Existe la violencia del amor. De modo que presentar la otra mejilla al que destroza, demuele, pulveriza la vida en nombre de la ganancia, el poder de clase, es quizás una ofensa a Dios. Podré regalar mi mejilla sana al que me abofeteó -así, en lo privado-, pero no tengo derecho a ofrecer la de mi prójimo, ni a tolerar que, delante de mí, lo golpeen.

La violencia del amor es, sin embargo, multiforme. No consiste solo en fusil contra fusil. Denuncia con la palabra, levanta las manos para votar contra el desafuero, apunta con el índice el error de lesa persona o lesa sociedad. Y esas son también señales de la violencia creadora que distinguió a los profetas. La crónica de las comunidades eclesiales de base en América Latina está enlutada por cuantos exclamaron, a usanza de los primitivos cristianos: “Non possomus”. No podemos renunciar a defender la verdad, combatir el mal, amparar al pobre, exaltar al justo. Y la sangre ha consagrado esa actitud. Decenas de mártires: obispos, sacerdotes, monjas, laicos.

Fidel Castro lo comprendió, incluso desde antes de 1972, cuando propugnó la alianza entre cristianos y marxistas. Ya lo había expresado en su praxis en la Sierra Maestra, 1958, cuando allí llegó el Padre Guillermo Sardiñas decidido a ejercer su ministerio sacerdotal entre los guerrilleros y también dispuesto a asumir el ministerio guerrillero con sus manos ungidas. Fidel lo aceptó. Y el Che Guevara sintetizó esta política –a pesar de sus posteriores desvíos desde el poder- con el equilibrio que matiza aún sus más apasionadas apreciaciones: “Nosotros nunca hemos venido a dividir, y constantemente hemos tratado de unir. Esa era una de las consignas primeras que desde la Sierra nos diera nuestro Jefe Fidel Castro: no separar a los cubanos (…) por su manera de pensar en materias espirituales; siempre tratar de juntarlos, siempre tratar de limar asperezas (…) y las lógicas diferencias de pensamiento (…) entre un católico y un protestante o una persona sin religión; no acentuar las diferencias, sino acentuar todos los puntos de contacto, todas las aspiraciones honestas, que nos permitan marchar juntos hacia la victoria”.

Del otro lado, aparte del testimonio cruento de infinitud de cristianos, uno de los escritores católicos más leídos en el siglo XX y autor de un poema al Che, tan bello como una antífona del oficio divino que recitaba en el monasterio de Gesetmany, Kentucky, el monje trapense Thomas Merton -aún dentro de su apego al papado y a la ortodoxia- concebía una definición cristiana de la sociedad un tanto discrepante de la síntesis oficial pontificia. “¿Sociedad cristiana?” –se preguntaba y respondía: “(...) no es una sociedad regida por sacerdotes, ni tampoco, necesariamente, una sociedad en que todos tengan que ir a la iglesia: es una sociedad en que el trabajo es para la producción y no para el beneficio, y la producción no es para sí misma, no solo para los que posean los medios de producción, sino para todos los que contribuyen de modo constructivo al proceso de producción” .

Tal enfoque quizás se aproxime al socialismo. El socialismo, por supuesto, no se apoya, como asiento primordial, en los sentimientos, en la bondad de unos hombres hacia otros. Se hace estructura para que el régimen de propiedad y la distribución de la riqueza, beneficiados por relaciones sociales solidarias, faciliten el perfeccionamiento humano. No tengo mejor final para esta reflexión que una anécdota de Leonardo Boff. Ocurrió en la Cumbre de la Tierra, en 1992. Según le contó al periodista cubano Eddy E. Jiménez Pérez, Boff había decidido abandonar el sacerdocio a causa del hostigamiento del Vaticano. Antes de comunicarlo a la prensa, quiso informar a Fidel, allí presente, porque “eres nuestro amigo”. Fidel le respondió: “No, Boff, no eres mi amigo, eres mi hermano.” Y le preguntó:

-¿Tú sigues creyendo y estás convencido de la liberación de los pobres y oprimidos?

El teólogo asintió:

-Sí, esa es mi convicción.

-Entonces –dijo Fidel- lo mejor del cristianismo está salvado…

 

*Bienaventurado. Siervo de Dios merecedor de culto de parte de  los fieles. Fase previa en el proceso de canonización antes de inscribir al beato en el canon de los santos.

8 comentarios

Dámaso García -

Señor Julián: me parece que en su comentario usted se equivoca por el mismo renglón que le imputa a Sexto. Es decir, usted lo acusa de haber insultado y humillado, cosa que yo nunca he combrobado ni usted tampoco, y lo hace insultándolo, además de dar por verdaderas toda una lista de negaciones. No, no puede reclamar ningún respeto, el que no respeta, el que no respeta incluso la cosmovisión de los demás. Porque usted no crea en dios, no deja este de existir para los creyentes. Y la fe del otro hay que respetarlo. Claro, por su lenguaje, y algunas formas verables me percato que puede usted ser español, y ya eso explica en parte su furia. Quiere que le diga con franqueza lo que pienso de su comentario, puesto doble como si lo quisiera recalcar, pues pienso que en usted hay condiciones para asistir a la consulta de un siquiatra. Porque hay tanta inconexión en lo que dice, tanta falta de coherencia, y tanta agresividad que lo más probable es que usted si no un demente, es un sicótico. Dicho sea paa ayduarlo y no para insultarlo.

Julian -

tratar de "juntar" cristianismo con socialismo, es lo mas absurdo del mundo. La religion es el opio de los pueblos, dijo Karl Marx con toda razon.
El "alma" no existe, el "espiritu" no existe, así como no existe ningún Dios.
Jamas nadie ha revivido despues de morir, nada ni nadie ha venido "del otro mundo" ni existen ningunos otros "7 cielos" ni paraiso ni infierno ni purgatorio ni limbo ni ninguna de esas tonterias que le han metido en la cabeza a la gente.
Es que hay q ser realmente tonto para creer tales cosas.
Quizas sea el miedo a la muerte lo que lleve a mucha gente a tener esas falsas creencias o esperanzas.
Mire usted. No EXISTE UNA SOLA RELIGION, NI UNA SOLA, que no haya sido usada para asesinar, torturar o invadir países con el único objetivo de enriquecer a sus jefes. Con el unico objetivo de que inos pocos vivan bien a costa de los demas.
Las religiones no son mas que un invento de algunos hombres inteligentes para vivir a costa de los otros menos inteligentes y mas sugestionables.
Y por otra parte Luis Sexto, usted sí qie se ha pasado la vida insultando, siendo arrogante y despreciativo, humillando por todos los medios que ha creido poseer, a aquellos q no pensaban como usted. En eso coincido con Luis Alberto.
En cuanto a que Heguel es "imprescindible", bueno ,eso no es mas que un mal chiste.
Heguel no fue mas que un representante de la clase social que se ha pasado la vida viviendo a costa de los demas.
Heguel fue derrotado en los postulados que planteo, por Carlos Marx, Federico Engels y Lenin
Heguel no fue mas que un hombre que defendió a los explotadores, a los burgueses, a los asesinos. Ese fue Heguel.
Los humanos se pasan la vida buscando culpables, justificaciones a sus malas acciones, escurriendo el bulto.
Y no se dan cuenta de que el "cielo y el paraiso" podrian existir en la tierra si se dedicaran a trabajar y a vivir en.paz, en vez de matarse como bestias.
Ah, pero no, qie va. Eso es muy dificil. Es mejor inventarse la religion y ya.
A Romero lo mataron, como mataron a Ghandi, como mataron a Malcom X, como mataron a Martin L. King, como mataron a los cristianos en Roma en el coliseo, como mataron a Juana de Arco, como mataron a tanta gente que creyeron en un Dios "X" que nunca vino a salvarlos, comk mataron a Jesus en un madero, y dicen que sus ultimas palabras al ver que iba a morir de verdad,fueron : "Dios mio, dios mio, por qué me has abandonado?PORQUE NO EXISTE NINGUN DIOS.
Dejen de ser tan tontos y dediquense a trabajar, a desarrollar alimentos, medicinas, a desarrollar la tierra, a controlar la natalidad descontrolada q existe hoy y q nos va a llevar al abismo.
Acaben de una vez con las armas, con las guerras.
Pero eso no va a pasar. sabeis por que?
porque preferis crearos un "Dios" y asi poder echarle la culpa a los demas.
porque los seres humanos somos cobardes, egoistas y mentirosos.
Es el COMUNISMO lo único que puede salvar al mundo.
Allá los ciegos que no quieran ver ni los sordos que no quieran oir
Podran revolcarse en el lodo de sus odios y de sus apetitos, pero eso no hará que cambie el mundo para bien, antes para mal

Julian -

tratar de "juntar" cristianismo con socialismo, es lo mas absurdo del mundo. La religion es el opio de los pueblos, dijo Karl Marx con toda razon.
El "alma" no existe, el "espiritu" no existe, así como no existe ningún Dios.
Jamas nadie ha revivido despues de morir, nada ni nadie ha venido "del otro mundo" ni existen ningunos otros "7 cielos" ni paraiso ni infierno ni purgatorio ni limbo ni ninguna de esas tonterias que le han metido en la cabeza a la gente.
Es que hay q ser realmente tonto para creer tales cosas.
Quizas sea el miedo a la muerte lo que lleve a mucha gente a tener esas falsas creencias o esperanzas.
Mire usted. No EXISTE UNA SOLA RELIGION, NI UNA SOLA, que no haya sido usada para asesinar, torturar o invadir países con el único objetivo de enriquecer a sus jefes. Con el unico objetivo de que inos pocos vivan bien a costa de los demas.
Las religiones no son mas que un invento de algunos hombres inteligentes para vivir a costa de los otros menos inteligentes y mas sugestionables.
Y por otra parte Luis Sexto, usted sí qie se ha pasado la vida insultando, siendo arrogante y despreciativo, humillando por todos los medios que ha creido poseer, a aquellos q no pensaban como usted. En eso coincido con Luis Alberto.
En cuanto a que Heguel es "imprescindible", bueno ,eso no es mas que un mal chiste.
Heguel no fue mas que un representante de la clase social que se ha pasado la vida viviendo a costa de los demas.
Heguel fue derrotado en los postulados que planteo, por Carlos Marx, Federico Engels y Lenin
Heguel no fue mas que un hombre que defendió a los explotadores, a los burgueses, a los asesinos. Ese fue Heguel.
Los humanos se pasan la vida buscando culpables, justificaciones a sus malas acciones, escurriendo el bulto.
Y no se dan cuenta de que el "cielo y el paraiso" podrian existir en la tierra si se dedicaran a trabajar y a vivir en.paz, en vez de matarse como bestias.
Ah, pero no, qie va. Eso es muy dificil. Es mejor inventarse la religion y ya.
A Romero lo mataron, como mataron a Ghandi, como mataron a Malcom X, como mataron a Martin L. King, como mataron a los cristianos en Roma en el coliseo, como mataron a Juana de Arco, como mataron a tanta gente que creyeron en un Dios "X" que nunca vino a salvarlos, PORQUE NO EXISTE NINGUN DIOS.
Dejen de ser tan tontos y dediquense a trabajar, a desarrollar alimentos, medicinas, a desarrollar la tierra, a controlar la natalidad descontrolada q existe hoy y q nos va a llevar al abismo.
Acaben de una vez con las armas, con las guerras.
Pero eso no va a pasar. sabeis por que?
porque preferis crearos un "Dios" y asi poder echarle la culpa a los demas.

francisco -

No existe ninguna nueva alianza, ni entre los católicos y otros religiosos, ni entre los ateos.
En estos momentos definitorios para la humanidad parece que la única alianza que va a prevalecer es la alianza del poder del dinero. Pobres de nuestros nietos!

Luis Sexto -

Ah, caramba, al fin sé de usted. ?Estaba usted disgustada conmigo? Cualquier promesa nunca cumplida no estuvo a mi alcance. O algo lo impidió. Me alegra saber de usted. Mis saludos.

Zuleika Inés González Ramírez -

Mis saludos y respetos, distinguido Luis Sexto. Una vez más con la mano en el corazón lo felicito. Es una pena que las personas se tornen tan desagradables con sus comentarios. Mirándolo bien, no comentan, sino muestran sus miserias humanas.

Sexto -

Como usted debe saber, Luis Alberto, el tiempo, en su relatividad, tiene ya para mí, una urgencia capital. A mi edad, no estoy para perderlo respondiendo o soportando lo que en definitiva no lleva a ninguna parte. Qué gano yo respondiendo sus prejuicios con respecto de mi persona cuando me tilda de arrogante. Siempre me defendería de una sombra, de alguien a quien no puedo imaginar. Por supuesto, me gusta debatir, y sobre todo debatir respetando las opiniones, los valores y la dignidad del otro. Lo que sucede, como usted también debe saber, a veces hay opiniones que no lo son y valores que no lo parecen. Dignidad humana siempre hay, aun en un criminal. Eso explica mi reticencia a abrir los comentarios, porque si uno espera enriquecerse, se percata de que en unos, hay muy poco que sirva, y digo en unos, porque hay otros que sí pueden ser excelentes interlocutores. Espero que usted lo sea. Las ideas, sean de la índole que sean, aunque antagónicas, pueden enriquecerse mutuamente en el debate. En el debate, no en el "bateo", es decir, mediante el golpe bajo o el insulto vulgar. Ello explica la decisión de quien usted, quizás, no conozca cabalmente. Y en un momento preferí omitir la opción de comentar a la opción de eliminar aquello que no cumplía las reglas que están puestas en el home de este blog y la ética recomienda. Ahora opto por la segunda: que debatan sólo aquellos que saben hacerlo éticamente. Crea que, al responderle, estoy valorando su comentario y a usted mismo, a quien no llego a conocer sino nominalmente a través de un nombre que podría ser un seudónimo. Ya ve, cuánto reproche uno podría hacerle a estas facilidades de Internet donde cualquiera puede mentir y quedar a salvo. La apoteósis de la impundiad. Mis saludos cordiales. Estoy invitándolo. Hay post que bastarían para hallar puntos de tangencia y puntos de divergencias.

Luis Alberto -

Veo que se aburrió de la frialdad que usted mismo dio a sus interesantes publicaciones en su blogs, que es escribir y hacerlo también si nunca vamos a conocer el efecto que eso tiene en quienes nos siguen, unos que coinciden de forma ciega y total con todo el contenido, y otros que se oponen o están en contra solo por el placer de debatir.
Me alegra que halla comprendido y dejado a un lado su arrogancia y desprecio por las opiniones ajenas sean en el tono y la forma que sean, tolerancia es lo que le falto y pudo mas en usted la censura institucional que existió siempre en lo medios de comunicación donde siempre pudimos leerlo, pero no conocerlo.