CON HILOS DE ARAÑA
Luis Sexto
A petición de José Díaz: Este artículo ya fue publicado en Juventud Rebelde, el domingo 25 de mayo de 2013
Borges, el polémico, el a veces repudiado y citado o leído Jorge Luis Borges, confesó en un breve relato titulado El remordimiento el único pecado que quizá él, tan severo, haya cometido: no ser feliz. ¿Y puede uno ser culpable de no alcanzar la felicidad? ¿Depende absolutamente de la persona? ¿Es completa, única, constante?
Lo único verdadero es que el hombre como especie aspira a ser feliz. Los medios se le ofrecen, y a veces se convierten en fines esenciales para ser feliz mediante el placer: el amor, el comer, el viajar. Son fases comunes y también eventuales de la felicidad. Marx, que en tantas definiciones acertó, no la define, sino nos sugiere —al responder una pregunta de una de sus hijas— que la felicidad es más un estado que una sensación momentánea. El filósofo dijo, como es sabido: la felicidad está en la lucha. Podría interpretarse como la lucha por conquistarla, o por conquistar la felicidad para los demás. O la felicidad se genera y acrece en cualquier acción que implique luchar, arriesgarse. En lo atinente a Marx, sabemos que su lucha fue por transformar al mundo invirtiendo la pirámide social: la base, el proletariado, arriba; los propietarios, el vértice, cabeza abajo.
Posiblemente, cada cual sea feliz según convenga a sus deseos o frustración. Y con la pluralidad de aspiraciones, los modos de conquistar o merecer la felicidad también resulten diversos. Pero si el derecho a ser feliz es improscribible, se prohíben legal o éticamente ciertas formas de ejercer o conseguir la felicidad. Vedado está, aunque unos y otros violen la frontera de la prohibición, ganarla sin discriminar los medios. Porque ello implicaría robar, explotar, engañar para alcanzar la idea que uno ha moldeado de la felicidad. Las telenovelas ilustran, un tanto hiperbólicamente, la búsqueda de la felicidad mediante mañas implacables. Quizá ese 0,5 por ciento más rico entre los ricos, utilice fórmulas carentes de solidaridad y de generosidad. Desde los Evangelios hacia acá, muchos libros condenan la riqueza, patente de corso, con ciertas excepciones, del egoísmo, de la crueldad, del abuso de poder.
Lo más apropiado sería no ser ricos. El rico es candidato a derivar en hostis generis humani, como reza una expresión del derecho. Suele suceder que en cuanto conflicto social o bélico del presente, junto con la geopolítica de dominio de países poderosos, se mezclan los intereses de los ricos o de sus corporaciones, que alzan o bajan Gobiernos y dominan mercados, materias primas y combustibles, convirtiéndose así, impunemente, en enemigos del género humano.
Lo reconozco: algunos de mis lectores tendrán sus ideas de la riqueza. Tal vez aspiren a acumular mucho dinero y tantos bienes inmuebles que los bancos se repleten y le falten papeles al registro de propiedad. Pero en ese sueño metálico no los acompañaré. Tal vez camine junto a cuantos deseen vivir mejor sobre fundamentos de justicia y honradez. Y en ese afán los apoyaré con lo único que tengo: mi teclado y mis dedos. Porque vivir en Cuba implica trabajar, luchar por el bienestar sin que las diferencias se atrincheren en los extremos, como el norte rico y el sur pobre.
En verdad, tendremos que despejar los espacios para que a ningún compatriota le hinque el remordimiento de no haber intentado ser feliz. Pero aunque la sociedad disponga los medios, la decisión de lograr la felicidad pertenece a cada uno de nosotros. Dependerá de lo que nos propongamos para vivir contentos con nosotros, o vivir descontentos si alguna vez la conciencia se nos abre a una franja de claridad. Porque hay tanta ostentación de noches enjoyadas sin ética.
Para mí, resumiendo este muestrario de lugares comunes, la felicidad se teje con hilos de araña. Es tan endeble que un plumero doméstico la puede deshacer. Prefiero elegir la vergüenza —arma que nos propuso el puro Agramonte— como el síntoma primordial de ser o de haber sido feliz, a pesar de tanta pérdida familiar, de tanta renuncia afectiva, de tanto acto fallido. Ética derivada en sentimiento, la vergüenza apuntala la dignidad personal, esa autoconciencia que nos mantiene íntegros, porque nos hace decir como el Quijote, feliz en su misión caballeresca, aunque habitualmente golpeado y desmontado de Rocinante: «Yo sé quien soy». Y como lo que soy y en lo que soy, obro como escribí en un poema titulado Liberación*: busco la felicidad "a voces -nombre a nombre- como si convocara una nueva familia en los patios del atardecer".
*Noticias de familia, poesía, ed.Unión, La Habana, 1989.
13 comentarios
Alex45 -
toto -
Jose Diaz -
Tomás Morales -
Facundo15 -
Jose diaz -
Jose Diaz -
Jose Diaz -
Guzmán Gil -
Tomás Denis -
Daniel Franco -
Cuando entre a la Univ. a pesar de que mi padre tenia un trabajo fijo, solo tenia un pantalon y un compenero me vendio en 4 pesos un pantalon Viejo.
Solo tuve un poquito de ropa cuando reparieron en becas (en esa epoca a los becados Univ. le daban ropa y zapatos).
Pero siempre estuvo presente la diferencia entre los hijos de los pobres obreros y de los altos jefes del gob. (a pesar de la predica de igualdad entre TODOS los cubanos).
Yo no abandone Cuba en la decada del 90 sino mucho antes porque me resultava IMPOSIBLE realizarme como professional, pues todos los lugares claves estaban reservados por personas de la nomenclatura o sus familiars.
Tengo la esperanza de que Cuba sin renunciar a las conquistas sociales pueda resolver todos su problemas y esta persona que anora a Cuba pueda regresar para que mis restos puedan descanzar en esa tierra que nunca he dejado de querer.
Ademas le aclaro que he conocido personalmente a muchos que han obtenido riquezas con el esfuerzo de su trabajo e inteligencia para ser empresarios sin necesidad de hacer nada deshonesto.
Como Ud. le llama a mandar 4000 medicos a trabajar a Brazil donde ganaran mas de 4000 dollars mensuales y a ellos solo le pagaran tal vez unos 100 mensuales.
Jeremías -
Daniel Franco -
La riqueza ha sido criticada desde los tiempos bliblicos, pero la riqueza mal habida o utilizada para hacer el mal, Dios le dio riquezas a hombres Buenos que hicieron el bien.
Conozco por lo que se dice de ellos, de hombres muy ricos que dedican gran parte de sus fortunas a obras para ayudar a los mas necesitados, y no son uno ni dos, son muchos.
La riqueza no da felicidad, pero ayuda a encontrarla, recuerdo mis anos jovenes en Cuba como muchas veces tuve que cancelar el asistir a una actividad de jovenes por no tener una camisa adecuada, un pantalon o zapatos.
Cree Ud. que con esa pobreza podia ser felizz?
Ud. dice que en Cuba no hay desigualdades, pero recuerdo que cuando yo carecia de esas cosas, los hijos de los altos dirigentes, con los cuales estudiaba el bachillerato, no carecian de nada y hasta los recogian en autos por choferes pagados por el estado, y no eran uno ni dos.
Cree Ud. que yo podia sentirme feliz cuando tenia que caminar mas de dos km. hasta mi casa, porque por la escases de omnibus era imposible a esa hora tomar uno.?
No Sr. Luis, solo esta content con la pobreza quien no es pobre, porque el no ser rico no significa que sea totalmente pobre.
Es por esa manera de pensr que tengo que deseo de todo Corazon que Cuba encuentre su camino y los cubanos puedan realizarse dentro de Cuba y no como yo y mas de dos millones hemos que tenido que emigrar buscando un future major.
Le reitero que respeto su punto de vista, pero esta es como yo veo mi realidad.