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PATRIA Y HUMANIDAD

UNA FLOR EN DICIEMBRE

UNA FLOR  EN DICIEMBRE

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Luis Sexto

Diciembre trae un regusto de niñez; el recuerdo tibio de las madrugas frías en que nos tapábamos, tanto con la colcha como con la seguridad de papá y mamá. En esa etapa diciembre no nos inquietaba como el último tramo de un año. Un año más era entonces  un acercarse a  “ser grande”, a alcanzar la autonomía, andar y ver a mi antojo en la juventud o la mayoría de edad que parecían prometernos todo y que parecían nunca llegar.

La infancia era un constante adviento. Esperábamos la llegada de los primeros signos de la pubertad y las primeras rebeliones ante las normas que sujetaba nuestros impulsos.  Ah, qué distante el tiempo, cuán lejano el fin que ni siquiera nos deteníamos a considerar que pasábamos por la mejor período  de la vida. La niñez es como un arroyo subterráneo que saldrá a la superficie de nuestra memoria cuando ya solo traiga la nostalgia. Y diciembre nos aviva la morriña, como decía mi abuela gallega,  en los colores ensombrecidos de nuestro presuntuoso invierno, y en las costumbres.

Diciembre. Mes de otro Niño, de un Niño que se ha quedado entre nosotros dignificando la infancia, convirtiéndola en paradigma de la humildad. Sed humildes como niños, nos sugiere Jesús desde su cuna de paja, desde la covacha donde eligió nacer para dejar establecido que sus preferencias no gustan del lujo, de la soberbia, del abuso de poder que se atrinchera en el ejercer las diferencias y la indiferencia.  

Pero la humildad, hoy, cabe en el símbolo de la señal de tránsito que advierte: por aquí no se pasa. Tanto se la teme que muy pocos aceptan asumir el crédito bochornoso de ser humildes, salvo en las autobiografías que nos exigen para aspirar a un carné en ciertos partidos u organizaciones de izquierda, o para optar por un premio: “Nací en el seno de un hogar humilde”… Nos enaltece haber nacido humilde, en casa pobre y honrada, pero no ser humilde, porque entonces la relación es diversa, casi opuesta. El diccionario carga con un volumen de responsabilidad en esa fobia. Entre las tres o cuatro acepciones de humildad, la mayoría nos fijamos en la última: esa que nos remite a sumisión, rendimiento.

Nadie opta, desde luego, por la sumisión, la servidumbre y, por tanto, la humildad viene siendo una virtud maldita. ¿Pero hemos de creer en la superioridad innata del ser humano? Aceptemos solo  su facultad de mejorar  partiendo “humildemente” de su falible condición. En este análisis la humildad se asienta como un trampolín para el salto hacia la perfección cristiana: el de la admitir humildemente que humilde  proviene de humus, en latín, y que humus es tierra, barro por extensión. Es eso, pues: reconocer nuestra poquedad, como garantía para crecer y afianzarnos.

Si no fuera cursi, recordaría aquellas lecturas de mis días juveniles y dijera qué sublime es el perfume de la apenas advertida violeta. He querido dejar estas ideas claras. Teorías revolucionarias aparte, sociología aparte, estoy entre los que estiman que el planeta se disuelve en el caos por falta de humildad, de claridad acerca de los valores y desvalores ingénitos de nuestra especie. Todo lo que tiene fin es breve, ha dicho un poeta. Y me parece también razonable que, además de breve, sea imperfecto. Nuestra especie carece de humildad. Nos hemos creído la historia del rey de la creación, el animal superior. Y las evidencias atestiguan que creerla resulta válido: ¿Quién como nosotros? Pero esa disposición natural tiene que afincarse en  la convicción de que es una superioridad latente, parcial, signada por la muerte –supremo símbolo de la fragilidad- de los individuos y, quizás, algún día, por efecto de la misma soberbia a la que el Hombre apuesta sus ilusiones, estará marcada por la probable desaparición de la especie.

La humildad nos asistiría al percatarnos de que si el Padre fue el creador, nosotros recibimos el encargo de ser los conservadores de la obra de  la Creación. Pero la humildad se nos ha escurrido entre la casaca de la arrogancia. ¿Quién como nosotros?, pregonamos alzando la lengua de fuego del Ángel ensoberbecido. Y nos detestamos unos a los otros. Nos maltratamos. Amar al semejante es un acto de humildad que pocos acometemos.  Y el mundo se nos deslava, y se nos hunde, porque somos aun menos capaces de amar a criaturas inferiores: el árbol, que crece y a veces nos estorba la visión, o el perro, en el que proyectamos nuestra agresividad, o el grillo, que molesta nuestro sueño con su estridular.

Vivimos entre equívocos; huimos de las certezas. Lo dijo Maurice Blondel : “No tratemos al embrión que somos como si fuese un ser acabado”. La imperfección nos define, y solo la humildad nos hará libres para reconocerlo. No quisiera aparentar el tono del predicador. Más bien quisiera ser el del hombre de fe que medita un tanto fuera de cualquier ciencia, y en su reflexión, en ese mirarse hacia adentro, que es también un volver atrás, evoca, despojado de toda insolencia,  los diciembres ya vividos, las navidades perdidas e irrecuperables y las ve como la oportunidad de otra resurrección: la de la inocencia infantil, para volver a empezar a ser grande convirtiéndonos en niños.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

5 comentarios

nsf -

Mas vale tarde q nunca; pero q tristeza para aquellos que pasaron a la otra vida enterrando toda la inocencia y las navidades perdidas sin posibilidad de recuperarlas y vivivieron en humildad escondida ante la prepotencia de que humildad era "ser el mejor, el imprescindible el incondicional"... sea por el bien de todos y para todos y eso nunca sra tarde para recuperarse.
FELICES FIESTAS EN ARMONIA FAMILIAR PARA TODOS

julian -

Para todos mis hermanos cubanos. Espero les guste.
FELICIDADES POR FIN DE AÑO:


Escucha, hermano mío.
Llegará un día,
en que los hombres se libren de sus ataduras,
De una vez y para siempre.
Llegará un día,
en que los hombres acaben con los que se han dedicado a robar,
asesinar, destruir todo lo bueno y noble del ser humano.
Llegará un día
en que el hombre comprenda que las supersticiones no son mas que una quimera,
y que sólo los propios hombres podrán, a partir de esfuerzos y de sacrificios,
convertirse en verdaderos dioses.
Porque somos dioses hermanos, somos hijos de dioses.
Ejemplo de amor como el de Jesús de Nazareth, no lo habrá jamás,
pero aún así, podemos imitarlo.
Llegará un día,
tarde o temprano, pero llegará,
en que la injusticia será borrada de la faz de la tierra,
y el hombre dejará de ser el lobo del hombre,
será solo el hermano del hombre, de todos los hombres.
Llegará un día,
En que el hombre no pueda ser feliz mientras en cualquier lugar del mundo,
no tenga un manto para cubrir su desnudez.
Entonces no existirá más la Caridad, porque será reemplazada por la amistad,
no existirá más la limosna, sino la ayuda desinteresada y leal.
Llegará un día,
en que nos preguntemos: ¿qué va a pagar, la sangre que la tierra absorbe?
¿Qué oro, que no es oro de sueños ves así? Dime ¿qué puede valer mas que la vida de un ser humano?
Llegará un día,
cuando tenga un hermano, hermano de hambre, hermano de sangre,
hermano de sueños, de vida, de historia y de suerte hecha por los dos.
Entonces, en ese día, no me fijaré en su altura ni en su raza,
no me fijaré en su cultura ni en su fortuna.
Entonces, en ese día luminoso, teñiré su bandera con mi propia sangre,
y así será una sola la sangre derramada, y ya no habrá muerte en el mundo,
dejaremos de matarnos unos a otros, como bestias.
Llegará el día,
y entonces, le entregaré mis libros, le entregaré mis manos,
sin un humillante recibo de pagos.
Llegará el día,
en que comprendamos de una vez,
que el cielo está en la Tierra, y el paraíso en la conciencia del hombre.
Llegará el día,
en que realmente se transformen en arados las espadas,
y la única violencia que existirá, será la del trabajo creador y poderoso,
que hará salir de las entrañas de la tierra, el fruto bienhechor del sudor del ser humano.
Yo no lo veré, pero,
¡Que dicha para aquellos que sí lo verán¡
Porque como dijo un hombre: "esta gran humanidad ha dicho: ¡basta!, y ha echado a andar".
Estoy convencido, estoy seguro en la más profundo de mi alma, de que ese momento llegará.
Por eso vivo, por eso lucho, por eso seré capaz de morir si es necesario.
Llegará un día, llegará ese día,ESE DÍA, hermanos míos.
Llegará.

Gildo Inojosa -

Vivi humildemente en Cuba rodeado de gente humilde,trabaje humildemente para gente humilde,comparti la fe cristiana en una iglesia humilde,rodeado de humildes hermanos de fe tan humildes como yo.Nunca en mi vida he vivido de manera tan sencilla y frugal.Fui feliz.No todo son ganancias cuando se tiene que emigrar,se pierden amigos,se pierden costumbres,se pierden los vecinos que llegaron a ser como familia propia.Hay que sobrevivir.Y los nietos empiezan a hablar en un idioma que no es el nuestro.No nos quejamos,fue necesario.pero en diciembre como dice el periodista se extranan los otros diciembres en que eramos mas humildes y pobres y discutiamos los domingos con los vecinos y amigos la pelicula que habiamos visto el sabado por la noche en la tv.

Demetrio Peralta -

Ser humilde y tener carisma es algo de las pocas cosas por lo que sentido envidia sana, fue y es un fuerte deseo que para lograrlo no he podido domeñar mi carácter aparente, solo fui humilde cuando fui niño, preferido y mimado por profesoras y toda una legión de hermanas y primas, cuando crecí fui algo engreído y finalmente adulto siempre me calificaron como arrogante y prepotente aunque en el fondo sabia que esos no eran mis males, sino una mascarada protectora para imponer autoridad y respeto, los que me conocieron bien lo sabían, pero nunca pude lograr que la mayoría y mis subordinaron así pensaran, con los éxitos personales y las responsabilidades ese defecto y rigidez de principios y exigencia tiro hacia debajo de mi, y ya mayor las luchas de conciencia en la década perdida me convirtió en un hipócrita, para terminar siendo lo que siempre fui, un pesado e insoportable de una sinceridad chocante y un fuerte espíritu de contradicción, porfiado en el debate pero un amigo confiable para los que me conocieron desde mi juventud, la humildad natural y sincera es una virtud muy cercana a la grandeza, el que la posea que la cultive, y no permite que el orgullo y los logros personales pasajeros se la arrebaten haciéndole creer que es un ser único y especial, allí se pierde la humildad.

Leonel Solo -

Sr. Luis,
Efectivamente, cuanta humildad necesita este mundo! Sin embargo, parece ser una virtud que se va formando en el hogar pero no llega a manifestarse plenamente hasta que no nos pasan muchos Diciembres como los que usted evoca. Seria capaz un ensayista de 20 años, o el mismo Luis Sexto a esa edad, de reflexionar asi?
Soy irremediablemente optimista y veo, o quiero ver, que cada vez hay mas gente sacando afuera su humildad. En este sentido hasta ahora Cuba, quizas por su aislamiento, o por su condicion de pais sui generis, lleva ventaja. Lo que en Cuba llamamos autosuficiencia ("Yo soy el mejor haciendo esto") es un defecto que la mayoria detesta, mientras que en el capitalismo es natural y hasta admirado el ensalzarse a si mismo. Se comprende, cuando las personas constantemente se estan vendiendo al mejor postor. La enfática división de la sociedad en ganadores y perdedores afianza esta actitud. Sin embargo, creo que cada vez la gente aprecia mas al filántropo, al héroe anónimo y al voluntario.