SI FUERA PERRO NOS MORDIERA
Luis Sexto
Tal vez me reprochen afiliarme al tremendismo por que diga que el campo cubano arrastra históricamente una maldición: perder valores frente a la ciudad. ¿Tendré acaso que repetir el dicho de que Cuba es La Habana y los demás paisaje, o evocar esa imagen de la más obscena poética urbana de que para guardarraya la calle Galiano?
Y ahora, si se disgustan, dejen de leerme, porque voy a afirmar que esa psicología alérgica al campo y a los trabajos agrícolas sigue vigente. ¿O alguien piensa que se metió en las cuevas como una cimarrona para envejecer y morir lejos de los ladridos del amanecer?
Nuestra agricultura es todavía pobre. Pobre en frutos y en brazos y en inteligencia, aunque ahora también en recursos. Lo que no falta es la tierra: está ahí, expectante, a veces resignada. Falta, en cambio, amarla como matriz de la abundancia, en vez de empequeñecerla aprisionándola en la improductividad, como si con ellos la hiciéramos mayor.
¿Ofendo si afirmo que predomina en nosotros, los cubanos, la visión del contemplativo, del usurero que acaricia la alcancía de la cual no extrae ninguna moneda? ¿Puede explicase con otro símil que la agricultura siga estragada, raquítica? Y no es por déficit de exhortar, clamar. Porque si algo abunda, son las exhortaciones. Pero se echa de menos, al parecer, el rigor sobre quienes todavía presumen ver en la agricultura una oficina desde donde administrar arbitrariamente. De ese modo, podrían enrarecer el clima de creatividad, cuya distorsión es peor que la sequía o el exceso de agua. Cuán limitador resultaría que, otorgada la tierra del Estado, alguno de los usufructuarios reciente del decreto ley 259 fueran observados a través del ojo de una aguja, como posibles usurpadores, cuando el marabú físico, adelanta en su extinción.
Pero este podría persistir si el mental tarda en desarraigarse. Y es comprensible la demora. Porque durante décadas ciertos sectores de la agricultura fueron sometidos a la manipulación burocrática, o a decisiones irreflexivas, sin consultar a cuantos sabían cómo trabajar y tratar la tierra. Y, como desvalor agregado, ciertos administradores carecían de la cultura agraria y de otra cultura tan importante como saber tratar a los seres humanos. Porque la agricultura y su gente no se administran; se encauzan. Cuántas veces oí repetir: la caña no se limpia con machete, y luego, ante una voz autoritaria, el molote de movilizados iba como en una carga, machete en mano, a dejar parte de la hierba y a lastimar las cepas.
En ámbitos de la economía y de la sociedad, pocas cosas son hoy, sin haber sido ayer. El entramado de facilidades conquistadas por la Revolución se cubrió de limitaciones, en vez de propiciar la satisfacción. A veces, la agricultura fue el sector peor pagado, y las oficinas crecieron como la peor de las yerbas. En 1964, Fidel denunció esa desviación. Después, tan temprano aviso fue consumido por una actitud que prefirió, al esfuerzo, una especie de inmovilidad sobre ruedas.
Por supuesto, si esa actitud aún subsistiera –y pudiera estar colándose entre unos u otros- habría, pues, que continuar liberando las fuerzas productivas, facilitando la capacidad del productor para decidir y trabajar. La tierra necesita que el agricultor la ame y la cuide, y para que la ame y la cuide, el trabajador ha de experimentar la certeza de poseer el fruto de su labor, y venderlo sin trabas y cobrarlo también sin dilaciones, y sobre todo trabajar sin que algún inspector, con fiebre administrativista, aparezca ahora y después, y amenace con quitar la tierra. La ley solo ha de servir para orientar, ordenar, y reordenar cuando se incumpla; no para atemorizar.
Esas acciones que restringen o enrarecen lo que el Estado ha legislado, tienden a la separación artificial entre la tierra y el productor. Y si estamos preservando a la tierra de la concentración para salvar la justicia, tan negativa como la concentración en pocas manos resulta que muchas manos no trabajen la que poseen, porque falta sensibilidad y convicción para percatarse de que no hay nada peor que carecer de alimentos.
Entre tantas cosas que faltan en el campo cubano, a más de lo dicho, falta recuperar la cultura campesina, reanimar la vida y los servicios en bateyes, en caseríos de tierra adentro, de modo que el trabajador agrícola, en cualquier tipo de propiedad, se sienta y se convenza que hoy, y por mucho tiempo, es el trabajador más importante de Cuba. Sin embargo, en la práctica, a veces la soga se rompe por lo más delegado. (Publicado en Juventud Rebelde)
11 comentarios
Demetrio Peralta -
Mi correo es Aperelta48@gmail.com, hágame llegar su correo y podemos intercambiar descargas sin groserías ni rencores.
Carlos -
Solamente con saber que Jose marti nacio en La Habana, bastaria para respetarla. La Habana es la eterna novia de los cubanos, aun los que no somos de alla, pero que por suerte pudimos estudiar en sus institutos y universidades, guardamos hermosos recuerdos de ella, de su malecon, de su prado y su rampa!
Usted es un tipo extremadamente raro!
Todo el que lo lee, de ambas partes, lo rechaza porque usted no tiene color. Es gris. Es socialista, pero vive en el capitalismo, pudiendo vivir en el socialismo. Defiende a la revolucion, pero la abandona para "trabajar por ella" desde la comodidad de un sistema abierto. Critica a los que tratan de abrir el proceso cubano porque no son suficientemente estalinistas y ahora para colmo de los colmos, odia a los habaneros, porque se parecen a los miamenses.
Usted puede acusar a Sexto de cualquier cosa, menos de no ser serio con lo que escribe.
Yo que usted cambiaba de la colombiana a la jamaiquina. Esta ultima es menos alucinante y produce mas risa.
Demetrio Peralta -
El resto de su articulo es un símil de otros sobre el tema, una ensarta de suposiciones, pura semántica que por carecer de investigación y contacto con el campo, carecen de los argumentos de causa efecto, es lo dicho en otra ocasión en uno de mis comentarios, los periodistas se creen y se toman la libertad de escribir sobre cualquier tema sin saber lo suficiente de el, no se toman el trabajo de hablar un rato con experimentados hombres de campo, yo le puedo resumir, que con visitas esporádicas a las provincias, de altos dirigentes a los cuales lo llevan a los mejores ejemplos de los aparentes logros, y con arengas sobre lo estratégico de la producción de alimentos, que no es interiorizado ni por los mismos que luego lo repiten, no se resuelven los problemas de la agricultura y de la Industria azucarera, que aunque no se han dado cuenta es la llamada a ser la principal productora de alimentos como lo fue en la década de los ochenta, con su producción de azúcar, mieles y alimentos animal, ya que en esta industria se logra entre cinco y diez veces mas producción que en cualquier otro cultivo, lo que permite con los ingresos de sus exportaciones adquirir el déficit de otros productos que en cualquier época de nuestra historia, Cuba a tenido que importar, y así será en el futuro, pero en este momento, le insisto todo parte de una mala política, y no aceptar que la producción intensiva con altos rendimientos requieren agroquímicos, tractores, cosechadoras, riego y técnicas de cultivo, los salarios justos aportaran los brazos necesarios , lo demás seria matar de hambre a los habitantes de provincias para tener alimentados los del mercado negro de la calle Galeano.
Jose Diaz -
Juan Criollo -
Es una pena que el aire de los cambios no haya llegado a los jefes de Juventud Rebelde.
Cafe Caturra -
El bibliotecario -
"Ser guajiro, o campesino, gana prestigio en Cuba, donde el estado necesita con urgencia más alimentos nacionales para abastecer a una población de más de 11 millones y disminuir severas facturas anuales por importaciones.
Estoy planeando regresar al campo, dijo a ANSA Secundino López, criado y crecido en una finca en el centro de Cuba y que vino a estudiar a La Habana hace más de 30 años, aquí se quedó y trabaja aún en una oficina. Cuando voy a mi provincia me doy cuenta que corre el dinero. Algunas familias han comprado automóviles y pasan sus vacaciones en hoteles, aseguró.
Un proceso de cambios en la agricultura decretado por el gobierno en 2008, junto a reportajes en los medios de información cubanos que muestran nuevas y productivas fincas, están cambiando una tradicional desvalorización de la imagen del guajiro.
El gobierno lanzó ese programa para atenuar una grave ineficiencia productiva en la agricultura con millones de hectáreas de tierras estatales ociosas o mal explotadas, una población campesina que emigraba a las ciudades y facturas por compras de alimentos en el mercado mundial que se acercaban a los dos mil millones de dólares.
El presidente cubano, Raúl Castro, anunció entonces que deberían convivir en el área rural junto a las empresas y propiedades estatales agrícolas un sector no estatal más dinámico estimulado por tarifas más flexibles para sus mercancías y por mercados de libre oferta y demanda junto a otros regidos por precios fijados por el Estado.
En el contexto del programa clave de ese proceso, en los últimos tres años 163.000 granjeros recibieron 1.495.000 hectáreas de tierra estatales ociosas en usufructo, según anunció ante la televisión nacional Pedro Olivera, director general del Centro Nacional de Control de la Tierra, del Ministerio de la Agricultura.
Olivera afirmó que aún entidades estatales ocultan tierras sub-explotadas que están bajo sus administraciones. Sin contar tales terrenos clandestinos, están aún disponibles más de 900.000 hectáreas para su distribución.
Pese a un aumento de la producción agrícola nacional en cerca de un 10 % durante los tres primeros meses de 2012, el gobierno lidiará aún, cuando el año esté terminado, con un gasto de 1.700 millones de dólares en importaciones de alimentos.
El funcionario Olivera dijo que el 59,4 % de los granjeros que recibieron tierras se dedican a la ganadería, y el 23 % a cultivos varios. No obstante, representantes del gobierno advierten que aún hay mucho camino por andar antes de conseguir las producciones nacionales agropecuarias que se requieren.
No podemos estar tranquilos mientras se destinen alrededor de 1.500 millones de dólares anuales a la importación de alimentos, comentó públicamente Orlando Lugo Fonte, presidente de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP).
Durante un acto que celebró el Día del Campesino esta semana, Lugo Fonte dijo que hay que lograr una mayor eficiencia, insistir en que las contrataciones plasmen todo el potencial productivo y contribuir a que los precios de los alimentos sean inferiores.
(Con información de ANSA)
Chaplin -
?Tú piensas que el término campesino es el que posee muchas tierras? OH, pobre cultura sociológica de estos politólogos. Campesino es, si no lo sabes, el pequeño propietario de tierrra, que en Cuba era habitualmente trabajador a partido, es decir que la daba la tercera o la mitad de la producción al latinfundfista, o era realenguista, es decir, trabajaba en las tierrras del Estado, o era arrendatario, el productor que pagaba por un pedazo de tierras. Dios mío, hasta dónde puede llegar la perversidad de estos amanuenses del imperialismo.
Landau -
Lombriz -
Gildo Inojosa -