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PATRIA Y HUMANIDAD

LA AUTOCRÍTICA

LA AUTOCRÍTICA

Luis Sexto

Antes de ir a casa cuando era alumno externo de los salesianos, o antes de dormir en la etapa del internado, el director nos daba las buenas tardes o las buenas noches hablándonos de una propuesta ética. Previamente, todos habíamos dedicado un minuto a pensar en el valor o el desvalor de nuestras acciones del día. A ese acto de reflexión, llamábamos examen de conciencia.

Más tarde, aprendí a llamarlo autocrítica.

Pero qué es la autocrítica. Oímos hablar de ella, incluso nos la recomiendan en el arte, la política, la economía. Y a mi parecer, como dije, equivale a un examen de conciencia, a un mirarse hacia adentro y ejercer la crítica contra nosotros desde la propia carne. El ejercicio autocrítico es una especie de fogón de la espiritualidad. Porque el hombre, o la mujer conversan, como dijo Antonio Machado, con “el hombre que conmigo va”. Esto es, reconoce en sí mismo a un interlocutor cuya vigencia impide que la conciencia se nos enmusarañe. O que los errores nos descosan la obra.

Sobre la autocrítica, la escritora Dora Alonso me recomendaba: ni tanta, ni tan poca. Porque si escasa, puedes perpetuarte en la misma estación; si excesiva, puedes encontrarte en el mismo apeadero por la ruta inversa: la esterilidad. Lo decía refiriéndose a la obra de un escritor o un aprendiz de escritor. Pero la opinión de la maestra, cuyas cenizas revuelan, a petición suya, en el aire de Cuba, abarca todo el espectro de la autocrítica. Compone, así, un medicamento cuya dosis hay que medir y pesar con exactitud. Si queda corta, no cura; si se pasa, daña al paciente.

Todo ello es razonable. Pero –ah, a partir del “pero” suele venir lo más interesante- le tengo miedo a la autocrítica. Más bien, miedo a cierto uso de la autocrítica. Recientemente, alguien decía en el Noticiero de TV que la agricultura había producido tanto y tanto y tanto, aunque, a pesar de las cifras, aseveraba, “no estábamos contentos con lo hecho”. En efecto, nadie, particularmente los consumidores, puede estar satisfecho con los resultados de nuestra agricultura. De ahí, pues, la autocrítica intervenía para atenuar el juicio de lo que en teatro nombran “la cuarta pared”: el público. ¿Quién no está dispuesto a perdonar a quién reconoce su falta?

Por ello temo que la autocrítica se transforme en una retórica, en un decir que se decolora, que promete lo que nunca cumple, que expresa un pesar que no se siente. Temo, en fin, que un hábito necesario y constructivo derive en un recurso enmascarador. En la poltrona de las justificaciones. A mí me enseñaron que un examen de conciencia, cuando se hace sinceramente, tiende al mejoramiento. Si pasan los días y los mismos yerros, las mismas insuficiencias, aparecen en el escrutinio, la autocrítica es simple coqueteo con la verdad. O más claro: no es verdad. 

 

4 comentarios

Daniel Noa -

Gracias Maestro, por recordar una vieja medicina que en etapas más ardientes aprendimos a tomar a conciencia...Pues los exámenes de conciencia que en algún momento anterior habíamos hecho verdaderamente no eran reflexión concienzuda pues, al menos en mi caso, se trataba de una edad muy temprana....Hoy al filo de los 65, con la madurez de la vida y los palos por las fallas, la reflexión es un ejercicio verdaderamente concienzudo, al menos para mí. De su escrito, sólo diría como Baltazar Gracián....Lo bueno, si breve, dos veces bueno. Ojalá se retome más a menudo ese antiguo hábito, sea en forma de verdadera autocrítica o de examen de conciencia...Los venideros días, con presencia papal en nuestra tierra....y en medio de los esfuerzos por cambiar lo malo por lo bueno, son terreno propicio para que esa simiente vuelva a germinar y que las lluvias de primavera la hagan crecer fuerte.

Leocadio Melendez -

Esta "Reflexion",ya fue publicada por el profesor en noviembre del 2011,Se habra contagiado con su mentor?.

Alfonso Teijelo -

Estimado Luis; hace muchos años que la autocrítica perdió su significado en nuestro país. Se convirtió en el "harakiri" profiláctico de muchos dirigentes a todos los niveles, y hoy, lamentablemente, está tan desprestigiada que, cuando alguien la ejerce con honestidad, no le creen. Es que se hace difícil cuando hay tanta apología barata y autobombo en nuestros medios. La verdadera autocrítica, el "examen de conciencia" del que usted habla, duele mucho; y hay que tener mucha solidez de principios para ejercerla. Y mucha más, cuando el día a día te ha exigido durante años, vivir en la doble moral para tener solvencia política. Revertir esas "cosas" es una de las tareas más titánicas que tenemos los cubanos por delante. Gracias.

Carlos -

Le van a extranar mucho las personas inteligentes que leian su columna en JR y que por culpa del "bloqueo" no tienen acceso a internet. Yo no se si en su inmensa modestia usted se ha percatado de que, al menos en el exilio, usted es uno de los pocos, sino el unico, creible de los que aun desde puntos de vista critcos, defienden el sistema cubano.
"...Si queda corta, no cura; si se pasa, daña al paciente..." Como se esta refiriendo a la "auto" critica me imagino que el paciente sea usted, o quien se la haga, pero si se traduce a la "critica" misma, el paciente es el propio sistema; y ese es el que NO se puede danar, segun sus defensores.
"...Si pasan los días y los mismos yerros, las mismas insuficiencias, aparecen en el escrutinio, la autocrítica es simple coqueteo con la verdad. O más claro: no es verdad..." Que dejar entonces para tantas criticas historicas durante mas de 52 anos, para al final mirar lo que se ha "logrado"?
Se le va a extranar mucho, maestro!