NUEVAS PREGUNTAS DEL DIARIO FOLHA DE SAO PAULO A LUIS SEXTO
Por Flavia Marreiro
18 de abril de 2009
Acabo de ver que el noticiero del medio día del sábado en Cuba ha transmitido las declaraciones de Obama sobre un "nuevo comienzo" con Cuba. ¿Cuál es la repercusión en la isla?
LS) Al parecer, los cubanos aprecian, en primer término, que el presidente Obama emplea un lenguaje distinto al de sus predecesores. Y aprecian también que Cuba, hasta ahora, no está siendo utilizada como elemento de política electoral. Frases como "nuevo comienzo", incluso la admisión -formulada por Hilary Clinton- del fracaso de la política tradicionalmente usada contra Cuba, implican al menos una expectativa, un propósito que se aparta de las intenciones de las administraciones anteriores, que comenzaban sus períodos hablando "más de lo mismo" en el tono prepotente de siempre. Al menos, puedo creer que el pueblo cubano presta una mesurada atención al nuevo lenguaje y a los nuevos hechos, teniendo en cuenta también que algunos ciudadanos pueden ser mucho más optimistas y ver más claramente el inicio de una época caracterizada por la distensión. Yo, en lo particular, no soy tan optimista. Obama es él y su circunstancia política como presidente de los Estados Unidos y por tanto me refugió en cierto audaz escepticismo.
La impresión es que estamos viendo en intercambio más caluroso de declaraciones en décadas entre Washington y la Habana. ?Estoy en lo correcto?
LS) En efecto, Obama ha sido más cuidadoso en sus referencias a Cuba; ha dado incluso los pasos que prometió a sus electores de origen cubano, como la eliminación de las restricciones para viajar a Cuba desde los Estados Unidos, y alguna medida más. El Gobierno de Cuba, a su vez, ha dicho que está dispuesto a conversar con los Estados Unidos sobre cualquier tema, pero en estricto plano de igualdad, es decir, no de potencia a país pequeño; no de país dominante a país dominado. Pero, como se sabe, desde el año 2007 Raúl Castro expresó esa disposición del gobierno cubano, y luego la repitió dos veces, y ahora la ha reiterado.
Cuál podría ser el próximo paso de ese acercamiento? Poner fin al dinero para iniciativas como la TV Martí? Y por el lado cubano? Por el exilio moderado hay una exigencia para que Raúl actue también en el sentido concreto del acercamiento, con la suavización de las normas migratorias internas, tema que apareció en los debates promovidos por Raúl en la isla. Cual es su opinión?
LS) Mi criterio es que Obama se anotaría un punto en su credibilidad con respecto a Cuba, si empezara a desmantelar el aparato financiero que mantiene la actividad contrarrevolucionaria en el llamado exilio de Miami y Madrid. Por supuesto, el anticastrismo existe allí porque los fondos federales lo han convertido en una industria que ha enriquecido a muchos llamados líderes democráticos. Yo aseguro que lo menos que desean muchos cubanos que hablan o piensan en inglés y comen en inglés y desean tener un epitafio en inglés, es derrocar al gobierno revolucionario, porque al hacerlo se quedarían sin los abultados presupuestos al calor de los cuales han medrado. Ese, en suma, podía ser un próximo buen paso, si las cautelas electorales y releccionistas del Partido Demócrata no se pliegan, a su vez, a las presiones de los cubanoamericanos.
Ahora bien, me parece que Cuba no ve un probable y mutuo acercamiento con los Estados Unidos, como un asunto de recibir y dar algo a cambio. Es necesario tener en cuenta que Cuba, celosa de su soberanía e independencia, no permitirá que su política interna sea una moneda de cambio: hago si tú haces; te agrado si tú me agradas. En esos términos, creo, que ningún intento de acercamiento prosperará. La soberanía y la autodeterminación no están, según mi enfoque, en la mesa de negociaciones del lado cubano. Lo juzgo así porque de otra manera equivaldría a deponer las armas. Una cosa es que el gobierno y los cubanos estimen necesarias readecuaciones en sus estructuras económicas y políticas y otra que acepten que un país vecino, por fuerte y ancho que sea, las exija a cambio de mejores relaciones. Aceptar esas presiones, aparte de calificarlas de intromisión en asuntos internos, me parece, que sería para el gobierno cubano como traicionar las banderas fundamentales de los últimos 50 años. La revolución peleó principalmente por conquistar la independencia de Cuba, limitada por la dependencia neocolonial de los Estados Unidos que databa de 1902, desde el inicio de la república luego de terminada la guerra de independencia contra España.
Incluso, el diferendo con los Estados Unidos va mucho más atrás, hasta 1805, cuando la entonces naciente potencia del Norte, vio en la Isla de Cuba una de las presas de su geopolítica. Algunos cubanos quisieron anexar a Cuba al gran país de Norteamérica, pero el patriotismo antianexionista siempre estuvo vigente, encabezado por hombres extraordinarios: el Padre Félix Varela, hoy Siervo de Dios en el proceso de canonización de la Iglesia Católica Romana, pero siervo de la patria desde mucho antes porque fue el primer predicador y teórico contra la anexión o la dependencia de los Estados Unidos; después, José Martí, que dijo que todo cuando hacía por la independencia de Cuba era para impedir que los Estados Unidos cayeran sobre América Latina con Cuba dominada. Y en la última mitad del siglo XX, Fidel Castro les devolvió a los cubanos el sueño de la independencia que habían perdido. Todos estos antecedentes son necesarios para entender el diferendo con los Estados Unidos y su aparentemente posible superación.
Finalmente, he de aclarar que las limitaciones migratorias en Cuba -que cada vez son menos y que muchos, entre ellos este periodista, quisieran verlas eliminadas totalmente- tienen un origen: la manipulación que los Estados Unidos han hecho de la emigración, convirtiéndola en un arma política contra la revolución. La ley de ajuste cubano, que prácticamente les da a los cubanos el derecho a entrar ilegalmente en territorio norteamericano es la expresión más cabalmente inhumana del uso político de la emigración por parte de Washington, porque ha estimulado el secuestro de naves y las travesías en frágiles embarcaciones por el estrecho de La Florida. Cuba solo se ha defendido en ese campo como en otros.
Hay los que dicen que la liberación de los viajes y el acercamiento en si mismo es un reto para el gobierno cubano, por la presiones internas que pueda despertar. Qué piensa usted? Se espera que ese acercamiento pueda ayudar Cuba a poner en mejor ritmo las reformas anunciadas por Raúl para salir de la paradoja del "equilibrio precario" al que usted una vez se rewfereía en Juventud Rebelde?
LS) Cuba, su gobierno y su pueblo ha venido enfrentando el reto que implica la hostilidad de los Estados Unidos. El bloqueo ha sido el mayor desafío: sobrevivir como sociedad y nación socialistas con una potencia hostil a 90 millas de distancia, una potencia que dicta leyes de bloqueo con fuerza extraterritorial, limitando también a terceros países. Un bloqueo que obliga a recorrer miles de kilómetros para comprar arroz, por ejemplo. Y que no digan que Estados Unidos, con Bush, abrió el mercado a Cuba. Lo que Cuba les compra desde hace unos años a los productores norteamericanos no es todo cuanto Cuba necesita, y, sobre todo, es un mercado de una sola dirección: Cuba no les puede vender, ni recibir créditos y debe pagar por adelantado lo que adquiere en los Estados Unidos. Tal vez las noticias no se difundan con ese contenido, pero esa es la norma vigente.
Por lo demás, Cuba tendrá que asumir sus desafíos internos, es decir, mejorar el socialismo, hacerlo más eficiente, desarrollar sus fuerzas productivas, ampliar aún más el ejercicio de su democracia; Cuba tendrá que hacerlo con los Estados Unidos como país vecino o como país enemigo. No creo que se pueda condicionar las transformaciones internas, ya impostergables, a las relaciones con los Estados Unidos. El equilibrio precario del cual hablé un día en Juventud Rebelde y también en este mismo diario brasileño, tendrá que reforzarse desde adentro y para ello habrá que aceptar todos los desafíos: internos y externos. Porque a lo único que Cuba no podría apostar es a desaparecer como nación independiente y como proyecto de un socialismo que garantice el bienestar y la libertad. Claro, el mejor ámbito para mejorar el socialismo es la paz, porque permitiría concentrar adentro todos los esfuerzos .
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Fabian Pacheco Casanova -
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