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PATRIA Y HUMANIDAD

¿COMPLEJIZAR O SIMPLIFICAR?

¿COMPLEJIZAR O SIMPLIFICAR?

 Luis Sexto

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Lo que sigue  clasifica entre las provocaciones. Y no me parece mal. El hombre, según Marx, se diferencia de la abeja en que puede concebir previamente cómo quiere su casa, y elegir entre mil formas y  mil materiales. Y se distingue, sobre todo, porque puede revisar, analizar, criticar cuanto hace y, en consecuencia, modificarlo, mejorarlo o echarlo abajo.      En  ese sentido es que ejerzo ahora el peliagudo oficio de provocar.

    Expuesta, pues,  con tanta rigidez, la disyuntiva del título parece excluir a uno de los términos: o periodismo o propaganda. Pero el planteamiento no pretende invalidar, más bien precisar qué lugar ocupa cada uno en la esfera de la comunicación social. Intento tan solo un reforzamiento ligero de la teoría, porque su formulación práctica sufre entre nosotros la distorsión, hasta el punto de afectar la eficacia de por lo menos el trabajo periodístico. 

   Hoy por hoy, el mayor riesgo de la prensa cubana  se agazapa en la credibilidad. Podemos admitir que pueda ser aburrida, monotemática, machacona. Son, en suma, accidentes  provisionales.: un día podremos cambar la relación y la prensa empezará a ser deleitable, variada, mesurada.  En cambio, la falta de credibilidad se convertiría en un trastorno que ni con crucigramas y secciones del corazón podría recuperarse, porque esas impresiones suelen perdurar en el tiempo como un esquema de percepción automática o inconsciente. Y creo, además, que los rasgos negativos ya nombrados –machacona, aburrida, monotemática- no se derivan de una carencia de profesionalidad, ni siquiera de un probable y excesivo tutelaje por parte de las estructuras del Partido o del Gobierno. Esto último, claro, no es el tema central de mi trabajo, ni lo tendré demasiado en cuenta para establecer mi tesis. Parece, incluso, que tanto el tutelaje como nuestra aparente escasa profesionalidad, responden a un mismo concepto, entre otros que también influyen y quedan fuera del análisis.

   Para decirlo de una vez: la prensa cubana, o una porción estimable de ella,  es víctima de una distorsión en su esencia técnica a influjo de una confusión de su esencia clasista. Dicho en palabras comunes: hacemos habitualmente propaganda y no periodismo. No los mezclamos creadoramente; los confundimos tan caóticamente que el producto final termina en resolverse en esos atributos que más de una vez hemos oído: monotemática, aburrida, machacona. Todo se junta en este fenómeno. Como en cualquier fenómeno social.

Con lo dicho no he querido sostener, primero, que la propaganda sea un recurso comunicativo de índole bastarda; ni  tampoco que el partidismo nos lastre o disminuya.  Y, ahora, contenida cualquier inferencia política de signo negativo, los términos cuestionados reclaman ser definidos, aunque solo podamos hacerlo en una aproximación.

   ¿Qué es la propaganda? Expondré la respuesta más elemental y común: un aparato que sintetiza y propaga ideas e informaciones cuyo propósito consiste en inducir o afincar creencias, actitudes, gustos. Para lo cual apela normalmente a los sentimientos e instintos, soslayando lo racional o lo evidente, y potenciando lo subliminal o implícito. La propaganda está presente en los documentos donde se defienden o abonan ideas.  Bartolomé de las Casas, con su panfleto Destrucción de las Indias compuso un texto propagandístico, forzando incluso la verdad. Exageró los colores de la situación de los aborígenes, porque pretendía impresionar la sensibilidad de los prohombres del imperio, y suscitar gestos generosos, caritativos, justos.

   El periodismo también participa de esos fines: procura lo mismo, porque su esencia de clase así lo prescribe. Y nosotros sabemos que la opinión expresa en un artículo o el orden de los elementos básicos de una noticia o información, intentan  inducir también a una posición de partido o, como mínimo, a una actitud beligerante ante ciertos hechos. ¿Cuál  fue primero? El periodismo o la propaganda?  Primero fueron las urgencias de las clases y sectores dominantes social y económicamente. El ejemplo es conocido. Yo mismo lo he citado en otro momento. Pero favorece a la claridad. En el Cuatrocientos, en la plenitud del Renacimiento, Venecia inventó o desarrolló la propaganda turística. Era entonces una potencia marítima, la reina del Adriático, y necesitaba anunciarse.  Publicidad y mercado se enamoran a primera vista. Célebre es el lema que circulaba allí como una invitación subliminal  al consumo: Vivir no es necesario; viajar es necesario. Y por esa misma época aparecen los avissi, las hojas noticiosas o informativas que, por supuesto, al difundir novedades de un mundo crispado por la ebullición del comercio y sus urgencias, estimulaba las apetencias de navegar. Apreciamos, pues, una concordancia en la búsqueda de los mismos resultados. Pero también ya desde entonces se deslindaban las formas. El periodismo apunta primordialmente al intelecto, al impulso racionalizado por la posesión del dato informativo. Conocer para decidir cómo actuar.

   Pero la propaganda cabe en un periódico, en un medio cualquiera. La publicidad –propaganda comercial-  aparece en las planas de los periódicos y revistas capitalistas. Y propagada es, además, la crónica social. Entre nosotros, también ciertos editoriales, ciertos artículos patrióticos donde se exalta la virtud doméstica, o se exalta una efeméride cuya trascendencia impone la ejemplaridad para cuantos viven en el presente. Y ello es positivo. Esa es la mezcla pertinente en un medio de prensa. Propaganda y periodismo comparten  el espacio, sin confundirse o sustituirse. Ahora bien, lo contrario –esto es, la propaganda que usurpa el tratamiento periodístico- desnaturaliza, simplifica el periodismo, aunque sea noble. No es el signo  lo que influye; es la incompatibilidad de las vías. Y así la dicotomía entre propaganda  o periodismo, se reduce a simplificación o complejización del contenido.

El enfoque propagandístico endulza  el enunciado periodístico;  falsea incluso la realidad al disminuirla, al reducirla a uno solo de sus elementos constitutivos. Y esa descomposición condiciona una probable falta de credibilidad de la prensa. Porque, a fin de cuentas, la vida es mezcla de lo positivo y lo negativo.

Voy a citar un ejemplo. Así empieza esta  nota informativa:

   La plenaria que posibilitó hacer un balance de los dos últimos años mostró una vez más por qué la Empresa de Cultivos varios de X es la abanderada  de la ciencia y la técnica, y sobresaliente en la mayoría de las ediciones del Movimiento del Fórum a nivel nacional.

Continúa así entre otros párrafos similares:

   Con el sentido práctico a nivel de surco, técnicos y trabajadores hablaron del ahorro de 67 000 litros de petróleo por mantener una mayor eficiencia energética, de la preparación de más yuntas de bueyes, del funcionamiento estable de 33 máquinas de riego de pivote central y 28 estaciones de bombeo, gracias a las innovaciones e inventivas ejecutadas y la introducción de abonos orgánicos, y de las abejas de la tierra (Meliponas) para favorecer la polinización en varios cultivos.

 Termina de esta forma:

  La motivación que propicia el Movimiento del Fórum hace que en la mayor entidad de cultivos varios de esta provincia los trabajadores se preocupen por poner cada vez más la ciencia y la técnica en función del objetivo principal: producir más con eficiencia, a pesar de la notable falta de recursos.

¿Podemos creer en esa entidad milagrosa, en esa panacea sin fisuras?  ¿Será creíble una información que potencia un aspecto ideal, idílico, soslayando el lado oscuro, la insuficiencia productiva, de la agricultura cubana?  El lector, o el televidente y el radioyente, por ello, enarbolan su incredulidad ante estos cuadros que, si verdaderos en algún sentido positivo, limitan la evidencia periodística de los aspectos negativos que la población conoce de cerca en las restricciones de la oferta y el ascenso de los precios en el mercado.

“A quién pretenden engañar”, exclama alguno.

“Si quiere usted comer vianda, ponga a hervir el televisor, o el periódico”, recomienda  otro transeúnte.

Nosotros coadyuvamos, tal vez, a generar estas frases no tan aviesas como su tono sugiere, cuyo alcance nos recuerda que el sol tiene mancha, pero la propaganda tan solo habla de la luz. Y la simplifica. No la complejiza.

 

 

 

EL GRITO SILENCIOSO DE HONDURAS

EL GRITO  SILENCIOSO DE HONDURAS

  

ACTUALIZACIÓN

Mientras la autoridad electoral de Honduras legitimó desesperadamente este domingo 17 de diciembre el fraude de las presidenciales de noviembre, la OEA llama ahora a repetir el sufragio

 
Por Patricio Zamorano 
Desde Washington DC 
 
El problema de Honduras no son solo los hechos gravísimos de estas semanas y de esta década. El problema dramático real de Honduras es el terrible vacío comunicacional en que ha caído frente al resto del planeta. El país de más muertes violentas por 100 mil habitantes del mundo; gran centro de tráfico de drogas en las narices de una de las bases militares estadounidenses más grandes de Centro América; el único país que ha sufrido en el nuevo siglo un golpe de Estado exitoso al más estilo tradicional de los setenta; y el que ha sido golpeado por fraude electoral sistemático en las últimas dos elecciones, parecer ahogarse en la indiferencia casi total de la comunidad internacional. 
 
Pareciera que el país está a la deriva total, sin ningún gesto concreto de reforma institucional realmente constructiva impulsada por su padrino forzado, los Estados Unidos. 
 
La OEA admite la existencia
de irregularidades electorales
 
Honduras tiene la palabra “escándalo” en cada rincón de su golpeada institucionalidad. En una cadena de hechos que comería cientos de páginas, todo comienza con las recientes elecciones, donde organismos como la OEA han enumerado una enorme cantidad de irregularidades en el conteo electoral. Primero, el candidato Salvador Nasralla iba ganando por 5 puntos, para luego, tras cortes sorpresivos del sistema computacional y del conteo electoral, aparece el presidente de facto Juan Orlando Hernández ganando por 40 mil votos. El caso de Hernández raya en lo cómico: tras el enorme escándalo en que su presidencia ha caído, apareció tras las cámaras anunciando su triunfo y destacando lo “impecable” del proceso. La verdad, impresionante. 
 
Es común escuchar de actores relevantes de la política hondureña sobre cómo dan por hecho que se manipularon directamente las actas electorales en la anterior elección, sufragio que (si todas estas denuncias son ciertas) fue efectivamente ganado por Xiomara Castro. Lo dicen así, casual y abiertamente, por supuesto, sin una base legal concreta. Son conversaciones de pasillo. Pero ahora en la reciente elección los rumores volvieron con más fuerza hasta convertirse en hechos concretos que incluso la OEA no pudo ignorar. Esta vez, se procedió a un modus operandi similar, a vista y paciencia de la nutrida presencia de observaciones electorales. Atraso crónico del conteo, corte sorpresivo del sistema computacional, resultados opuestos a los que el conteo parcial venía mostrando. El mismo escenario: miles de actas electorales sospechosas que tanto en 2013 como ahora en 2017 el Tribunal Supremo Electoral (TSE) se niega nuevamente a corroborar. Por ejemplo, más de 5 mil actas que la OEA denuncia no fueron transmitidas por el TSE la noche de las elecciones. Hecho grave imposible de ocultar.
 
En la noche de este domingo 17 de diciembre, el TSE se apresuró de forma desesperada a ratificar los resultados viciados que dan como ganador a Juan Orlando Hernández, pese a un tweet de alerta enviado por Luis Almagro pocos minutos antes. Seguramente sabía lo que Hernández intentaba: “Falta de certeza me lleva a solicitar no se hagan pronunciamientos irresponsables hasta informes definitivos de la MOE de OEA en Honduras”, expresó el secretario general. El gobierno de Hernández ignoró la presión. Posteriormente, ya con el fraude consolidado tras el anuncio del TSE, Almagro pidió derechamente repetir la elección. “Secretaria General de la @OEA_oficial propone nuevas elecciones para garantizar paz y concordia en #Honduras ante imposibilidad de dar certeza a resultado electoral”. Se anuncia también que el candidato Salvador Nasralla acude a Washington a reunirse con la OEA, el Departamento de Estado y organizaciones de derechos humanos, con las pruebas técnicas del fraude electoral.
 
Honduras y Venezuela:
criterio disímil
 
El caso de la OEA es sui generis. Potenciada la energía personal de su secretario general Luis Almagro con su campaña específica contra el gobierno de Venezuela, en el caso del escándalo concreto de Honduras, Almagro permaneció en silencio hasta el 6 de diciembre, cuando en un comunicado tuvo que formalizar las denuncias de irregularidades electorales y abrió la posibilidad de exigir nuevas elecciones. Frente a lo absurdo y evidente del fraude electoral, en un hecho histórico, la Misión de Observación Electoral (MOE) de la OEA había reconocido días antes que tras el conteo fraudulento, no podía ratificar ganadores. Pero estas palabras han tenido poco eco a nivel comunicacional continental.
 
La OEA debiera ejercer con una extraordinaria fuerza toda la presión de la que es capaz, y de la que ha dado grandes demostraciones en la campaña personalísima de Almagro contra el gobierno de Venezuela. Pero el fraude en Honduras es tan escandaloso, que Almagro no tendría absolutamente ningún problema de legitimidad moral si quisiera ejercer tan solo una parte de la energía que desplegó contra la Presidencia de Venezuela.
 
Lo mismo con las agencias de cooperación internacional. Es su obligación moral y profesional ejercer toda la presión de la que son capaces, considerando todo el dinero que envían a Honduras, para que la elección fraudulenta de noviembre se anule y convocar a nuevas elecciones, esta vez con control férreo del proceso para evitar un nuevo fraude. No importa quien sea el ganador en Honduras, el candidato de izquierda o de derecha. Pero se debe respetar de forma sagrada la voluntad de los electores.
 
La corrupción,
frente a frente
 
Basta con escarbar mínimamente en la clase política e institucional de Honduras (una conversación informal de sobremesa, una cena de trabajo, una entrevista académica), y el olor ácido de la corrupción emana inmediatamente. Todo se sabe, todos lo saben. La información es tan concreta, tan abiertamente obvia, que el observador internacional siente un gusto extraño en el paladar pensando en que los funcionarios de la Embajada de Estados Unidos, los funcionarios de la OEA, los expertos de las agencias de cooperación internacional, acceden diariamente a las mismas conversaciones, a las mismas revelaciones escandalosas. ¿Por qué la inacción?
 
Algunas pistas. Meses antes, entrevistando al ex presidente derrocado, Manuel Zelaya, le preguntaba: “Todos analizamos las causas del golpe contra su gobierno, pero ¿por qué cree usted mismo, Presidente, que lo derrocaron?”. 
 
Zalaya me respondió con firmeza, rápidamente. “Por Cuba y por Venezuela”, me señaló. Se refería a que no lo sacaron a la fuerza del cargo elegido por las urnas debido el tema de la Asamblea Constituyente que él impulsaba, o la lucha por reformar la Constitución y permitir la reelección presidencial. Esa es la versión oficial de quienes propiciaron el golpe. Zelaya da en el clavo cuando señala que la clase política y financiera hondureña, intacta en el poder por ya un par de siglos, nunca permitirá que un gobierno reformista (de izquierda o de derecha, pero principalmente progresista según los últimos hechos), sobreviva en Honduras. Mucho menos inspirado por el bolivarianismo chavista o castrista, al que identifican como el enemigo del modelo socio-político y económico que garantiza su situación de privilegios. La estructura política de Honduras, enquistada en el poder empresarial del país, es un constructo rígido que nunca ha sido reformado por una revolución popular, guerra civil o proceso de independencia y reformismo colonial como en el resto de las Américas. En ese sentido, la estructura social de Honduras vive cercana a un neofeudalismo que se niega a democratizar el acceso al poder, y que se opone rabiosamente a la integración de nuevos grupos sociales y políticos.
 
Presidente Hernández se reelige
sin golpe y sin tapujos
 
Tiene razón Zelaya (que proviene del área latifundista de Honduras, por tanto, era hombre de la elite tradicional, para gran sorpresa de su ex sector), pues a pocos años de derrocarlo, la propia derecha del Partido Nacional y de Juan Orlando Hernández procedió, nuevamente a vista y paciencia de la OEA, de EEUU y de la comunidad de ayuda internacional, a autorizar su propia reelección a través de una Corte Suprema nombrada a dedo por el propio presidente Hernández.
 
Sin reforma constitucional. Sin plebiscito. Sin golpe de Estado. Sin escándalo mundial. La verdad, un hecho difícil de comprender. Silencio de la comunidad internacional.
 
Todos los organismos y actores nacionales e internacionales que condenaron la consulta plebiscitaria de Zelaya para preguntar al pueblo hondureño sobre reformar a la Constitución y permitir la reelección en 2009, mantuvieron un férreo silencio cuando el propio presidente Hernández hizo lo mismo en 2015. No hubo condena desde la OEA, no hubo amenazas de aplicar la Carta Democrática, ni amenazas de suspensión del Consejo Permanente. EEUU no castigó a los miembros de la presidencia de Honduras con sanciones económicas ni suspendió las visas de viaje. Ningún efecto notorio. 
 
Un hecho irregular
de muchos
 
No es primera vez que la golpeada Constitución de Honduras es mancillada sin tapujos, de acuerdo a la voluntad de la elite en el poder. El país ejerce un enorme escándalo institucional cada año, autorizando antes al golpista Roberto Micheletti a ser precandidato presidencial, pese a estar clara y literalmente inhabilitado (los presidentes del Congreso no podían ser presidenciables). Pero la Sala Constitucional de la Corte Suprema simplemente desconoció a la misma Constitución, y lo autorizó. Reforma a dedo por decreto.
 
Hay hechos de esta década pasada que rayan en el absurdo. La misma Sala Constitucional impidió en 2008 que el vicepresidente Elvin Santos pudiera ser precandidato presidencial, por considerarlo inhabilitado debido a que ejerció la presidencia transitoriamente cuando Manuel Zelaya salía del país. En la campaña de primarias, Santos encontró una solución delirante. Nombró a Mauricio Villeda como su candidato-representante, divulgando a través de los medios de comunicación que la gente votara por Villeda, pues eso implicaba que estaban votando por él, dentro de la competencia en el Partido Liberal. Si ganaba Villeda, entonces él sería el candidato. Sorprendente.
 
EEUU: mil millones
de dólares, al vacío
 
El tema de EEUU es capítulo aparte. El país del norte ha gastado en Honduras la impresionante suma de 1.213 millones de dólares desde 2005 a 2016 (fuente, USAID). Estados Unidos tiene en ese territorio una de las bases militares más grandes de Centro América, Palmerola, la misma donde se detuvo el avión que se usó para expulsar a Zelaya del país en el Golpe de Estado de 2009. Los fondos de EEUU del área de la seguridad llegan de forma generosa a las fuerzas armadas y a la policía. Y pese a todo este marco de ayuda internacional, Honduras está hundido, ironías de su nombre, en una situación crítica de seguridad con un claro componente de crisis humanitaria. Miles de hondureños son asesinados cada año (60 a 88 asesinatos por 100 mil habitantes, según las fuentes, una de las tasas más altas del planeta). La mafia de las drogas se confunde con el Estado y las instituciones de forma más profunda que en México. La policía es temida incluso por los propios fiscales y ministros, y las pandillas aterrorizan a la población en cada rincón del país.  He sido testigo de cómo abogados funcionarios del Poder Judicial no se identifican frente a los agentes de seguridad en las calles para no caer víctimas de posibles emboscadas filtradas por los propios policías.
 
Es decir, en un hecho que no tiene explicación, la inyección de recursos de EEUU a la policía y a las fuerzas armadas de Honduras, las mismas que derrocaron a Zelaya, no está condicionada a resultados. Las mafias de las drogas, las pandillas y los asesinatos continúan sin tapujos, sin que los cientos de millones de dólares gastados tengan efecto alguno. Y con base militar estadounidense a pocos kilómetros de la capital del país. Otro escándalo que parecer no permear los pasillos en Washington DC.
 
Una pobreza dolorosa 
 
La población de Honduras es tan crónicamente pobre, que el viajero puede encontrar adultos en estado grave de desnutrición, como vi personalmente en la Montaña de la Flor, donde sobreviven vestigios de tribus indígenas. En esa zona, hasta la policía come una vez al día, y la población pasa a veces más de una jornada sin alimentos. Según el Banco Mundial, un 66% de los hondureños vive en la pobreza. Una mancha social enorme para todas las Américas. Una vergüenza para la elite financiera hondureña. 
 
Todo este espectro de realidades sociales es producto de una realidad política dañina y tóxica contra la población hondureña, realidad que emana de la propia clase política en el poder, apoyada, a veces simplemente por inacción, por EEUU, la OEA y la cooperación internacional. Pareciera que el experimento de izquierda de Zelaya radicalizó enormemente a estos tres estamentos, y han decidido simplemente mirar hacia el costado frente al reciente fraude electoral, con tal de mantener el status quo más conservador. Ya van varios ex presidentes de Centro América con procesos judiciales por corrupción flagrante luchando por escapar de la cárcel. Según demuestran las irregularidades electorales denunciadas por el informe de la MOE de la OEA, Hernández ha ganado de forma viciada algunos años de protección en el poder, pero si los rumores de las conversaciones de sobremesa en Tegucigalpa o San Pedro Sula son ciertos, los días de impunidad están contados. Eso, en un escenario donde una posición ética y legítimamente moral de la comunidad internacional así lo decida. 
 


CONTAR CON BUENA TINTA

CONVOCATORIA

La editorial Pablo de la Torriente, de la Unión de Periodistas de Cuba, convoca a historietistas, humoristas gráficos y guionistas  para que presenten obras originales, dedicadas a promover y rescatar con éstos géneros la obra y la vida de Pablo de la Torriente Brau que serán evaluadas por especialistas y profesionales calificados y las que resulten seleccionadas serán  incluidas en los planes de producción de la editorial.

Requisitos:

-Los originales de historietas deben presentarse en  páginas impresas para formato de 21 X 27 centímetros, en blanco y negro, con 4 y hasta  6 páginas de extensión.

-Debe acompañarse de una copia digital.

-Los autores que deseen participar en el apartado de humor gráfico, pueden hacerlo a partir de relatos escritos por Pablo o con caricaturas personales dedicadas al Héroe de Majadahonda. con este aspecto queremos reconocer al gran humorista que fue Pablo, cualidad reflejada en su periodismo y en su comportamiento social, sin dejar de ser respetuoso, educado e inteligente.

-Los autores que presentes guiones originales deben regirse por las normas establecidas para los que presenten historietas.

Temas que deben ser reflejados

-Sobre relatos, crónicas y reportajes escritos por Pablo de la Torriente, que la mayoría han sido publicados

-Sobre  su presencia en la Guerra Civil Española.

-Su exilio en los Estados Unidos y como tuvo que realizar su actividad como periodista y revolucionario en aquel país

-Su vida familiar y social.

-Sobre su valoración de figuras destacadas de la historia, el arte, la literatura, el periodismo, la ciencia y el deporte

Plazos para entregar las obras.

El plazo para entregar las obras cierra el 30 de abril de 2018

-Cada obra debe de estar debidamente identificada con: nombre y apellidos de autor; dirección  particular y del centro de trabajo o  de estudio; teléfonos particular  y laboral; dirección de  correo electrónico.

Los resultados se darán a conocer en el mes de diciembre durante las actividades por el 33 aniversario de fundada la editorial Pablo de la Torriente, en La Casa de la Prensa, sede de la dirección nacional de la Unión de Periodistas de Cuba. (Calle 23 esq. I, Vedado, La Habana)

Premios

-Las obras Premiadas serán incluidas en los planes de producción de la editorial, para su publicación.

-También serán seleccionadas otras obras, que aunque no hayan cumplido todos los requisitos establecidos en la convocatoria, muestren una propuesta, que por el tema y su calidad puedan ser incluidas en planes futuros.

-Se entregará certificado de participación  a todos los autores  que envíen sus obras

Las obras seleccionadas serán  exhibidas en la Galería de la Casa de la Prensa como parte del 33 aniversario de fundada la editorial de los periodistas cubanos, en diciembre de 2018.

Las obras serán recibidas en la sede de la editorial Pablo de la Torriente, calle 11 No. 160 e/ K y L, Vedado, La Habana, en los horarios de 9:00 am  a 4:00 pm, de lunes a viernes. Para obtener más información deberán  solicitarla por los teléfonos: 78327482-83,78329615 y 78326263.

BIBLIOGRAFÍA QUE PUEDE SER CONSULTADA EN BIBLIOTECAS Y LIBRERIAS

-Pablo de la Torriente Brau, pasión de contar/Editorial Pablo de la Torriente/2014

-Testimonios y reportajes, Pablo de la Torriente Brau/Ediciones La Memoria/2009

-Presidio Modelo, Pablo de la Torriente Brau/Ediciones La Memoria/2010

Arriba muchachos!, Pablo de la Torriente Brau/Ediciones La Memoria/2009

-Cuentos completos, Pablo de la Torriente Brau/Ediciones La memoria/2011

-Peleando con los milicianos, Pablo de la Torriente Brau/Ediciones Nuevo Mundo/1962

 

INTEGRANTES DEL JURADO

PRESIDENTE: Manolo Pérez Alfaro

PRESIDENTE DE HONOR: Francisco Blanco Ávila

INTEGRANTES: Ángel Velázco

                               Ernesto Padrón

                              Orestes Suárez

                             Francisco Blanco Hernández

                             Ana  Núñez Machín

Editorial Pablo de la Torriente

 

SI BREVE...

SI BREVE...

  Luis Sexto

 

   En su libro titulado en español Mientras escribo, el novelista estadounidense Stephen King revela secretos  y opiniones  del oficio de escribir. Yo recomiendo, si algunas vez lo encuentran en los cristales de Internet, que bajen a Mientras escribo  porque  King,  a veces condenado en las enciclopedias a ser sobre todo autor de novelas de terror, expresa juicios muy atinados acerca de las trampas de la literatura.

   Lo primero que nos explica en las primeras páginas de Mientras escribo es que ha escrito un texto breve. Según argumenta,  a la mayoría de los libros sobre la intimidad de la escritura les sobra paja y tonterías.  La edición española, que un amigo me envió  por correo electrónico, cuenta 111 páginas. Y Stephen King, cerró tanto grilletes en sus manos, fue tan avaro en cuartillas, porque, confiesa,  a menos páginas, poca hierba seca. Y para eliminar la paja de un libro, hay que cumplir una regla, una regla entre otras: omitir palabras innecesarias. Voy a intentarlo, prometía. Y ya dije que  en Mientras escribo sólo llenó 111 páginas.

   Uno, si fuese escritor, pensaría en las recomendaciones de Stefen King. Y se preguntaría. Qué es mejor. Un libro largo o un libro breve. Tal vez, alguno diga: esa opción debe de estar condicionada por las necesidades del asunto o tema. Un proyecto literario orgánico, digamos una novela, puede requerir de muchas páginas. Otros, tal vez, necesiten menor volumen. Pero imprescindible es que el espacio se justifique por el interés, aunque se explaye, y sobre todo, que el enunciado se distinga por la concisión y la síntesis. Sólo las palabras necesarias, y el contenido en su esencia. Desde luego, el volumen de un libro puede estar también condicionado por el dinero. Si la editorial paga por el número de cuartillas, posiblemente este o aquel autor estire su historia o su asunto hasta más allá de lo recomendable, y por ello rellene con yerba seca sus capítulos, incluidos los circunloquios, los diálogos sin sentido, y las descripciones parásitas.

   Los lectores, al menos los atentos, se percatarán del fraude. Cuando uno salta páginas tras páginas buscando empatarse con lo sustancioso,  es porque la  cáscara de arroz ha pavimentado algunos tramos de la obra.  Aclaremos, en  cierta época, en particular a inicios de haberse inventado la imprenta, la tirada de un libro debía estar justificada por el grosor.

    En esos tiempos del siglo XVI y XVII, costaba tanto esfuerzo y recursos imprimir que hasta Miguel de Cervantes tuvo que rellenar a El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha con aventuras extrañas. Como sabemos, muchas páginas de más recibieron la visa de Cervantes en su obra principal. Y si a pesar del relleno, Don Quijote continúa cabalgando sobre Rocinante, ello significa que  este libro posee una esencia y una existencia inclaudicables.

 

(Texto de la sección Al pie de las letras, del programa Epigramas, que trasmite cada día, a la 1 pm, Radio Progreso.)

EL BESO Y EL GALLEGUITO

EL BESO Y EL GALLEGUITO

 

Polvos de archivo

 

Luis Sexto

 

   IGNORÁBAMOS en aquellos días  que  Luis Gonzaga Urbina  fue el padre de Silvia Pinal, la actriz mexicana cuyo esplendor físico encabritaba, desde la pantalla de los cines, a nuestra adolescente varonía. En cambio, recitábamos de memoria un poema de Urbina, titulado “Metamorfosis”: “Era un cautivo beso enamorado/ de una mano de nieve que tenía/ la apariencia de un lirio desmayado/ y el palpitar de un ave en agonía…”

   Hoy,  casi 60 años después, de vez en cuando llamo por teléfono a alguno de mis coetáneos –ah, mi hermano Argelio Santiesteban-, le recito esa primera estrofa, y éste, con la voz lacrimosa, continúa con el resto de la letra, como si la estuviera leyendo:   “Y sucedió que un día, / aquella mano suave / de palidez de cirio, / de languidez de lirio, / de palpitar de ave, / se acercó tanto a la prisión del beso, / que ya no pudo más el pobre preso / y se escapó; mas, con voluble giro, / huyó la mano hasta el confín lejano, / y el beso, que volaba tras la mano, / rompiendo el aire se volvió suspiro”.

     Tal vez  este poema date de los primeros años del siglo XX. Publicado en Glosario de la vida vulgar, libro impreso en España, en 1916, uno puede preguntarse hoy por qué nos seducía ese cautivo beso enamorado hasta el punto de fijarlo en la memoria  de nuestra adolescente inquietud erótica e intelectual, y recordarlo en la madurez como el padrenuestro aprendido de la abuela o en las escuelas de  nuestra época. Quizás lo recordamos, por la misma razón que recordamos “La fuga de la tórtola”, de José Jacinto Milanés, o “A una golondrina”, de Juan Clemente Zenea. Y aunque entre los tres poetas se interponen distancias generacionales, de influencias literarias y de ambientes formativos, los tres poemas coinciden en el conflicto azuzado por el  despojo  y en la sutil musicalidad con que se habla de una tórtola en fuga, de una golondrina pasajera cuyo vuelo deja al poeta doblemente cautivo en la prisión del castillo del Morro  y en la nostalgia familiar, y  de un beso que se escapa, planea en el deseo  y muere sin llegar a ser beso.

   Urbina, nacido en 1867 -otras fuentes aseguran que en 1868-,  murió durante 1934 en  Madrid.  Residió un año en La Habana, entre  marzo de 1915 y marzo o abril de 1916. Luego pasó a la capital española como corresponsal de El Heraldo de Cuba. Discípulo filial y ex secretario privado de Justo Sierra, justipreciado en México como secretario de Instrucción Pública, llegó a Cuba, a la par que otros intelectuales y artistas de aquel país-José M. Ponce entre ellos- para eludir los riesgos, incluso la muerte, en  las revueltas caudillistas, las venganzas políticas y las sublevaciones campesinas. 

   Sensible, musical, y abierto, es decir,  sin hermetismos ni conjuros esotéricos, en su modo de concebir el verso, y democrático en su acercamiento a la realidad, Urbina sentía peculiar atracción por el mar habanero. En su andariega manera de pensar el próximo poema, recorría el Malecón. Y tanto le placía que reprochó a los habaneros  –y cito a Yoel Cordoví[1]-  no estimar los valores del muro del litoral, frontera comúnmente apacible donde el mar deposita, trasmutado en espuma, su cansancio.

  Fue, entre nosotros, como un teórico de la crónica contemporánea, enunciado periodístico en que se prueban las facultades para apartarse de la prosa maquinal que alguna vez predomina en los periódicos y exaltar el lenguaje transformándolo en  patio de lo subjetivo. Conocí esa faena del poeta mexicano cuando solicité en la Biblioteca Nacional  Los ojos de Argos, libro de crónicas de Ruy de LugoViña, según dije en otro momento.  Y a la par que abría la verja de hierro dulce del volumen, impreso en 1915, decía Urbina en el prólogo que el libro resultaría durable, porque Lugo-Viña no era cronista de ver lo que pasaba y enseguida correr a reproducirlo “en un estilo atropellado y simplón en el que se deslizan frases hechas, metáforas gastadas, muletillas corrientes, tropos de cuño borrado, y moldes léxicos con abolladuras en los relieves”.

   Luis G. Urbina  estableció en su obra una alianza entre el poeta y el cronista. El poema titulado “Confidencia” muestra, con más apego a la vida real, la identidad consonante entre el cronista y el poeta: entre el cronista que observa y penetra  con la prosa en el alma de la gente y las cosas, y el poeta que los traslada entre los paños húmedos de la emoción. Posiblemente estas estrofas se refieran  a un personaje habanero muy popular, muy recurrente en  libretos del teatro bufo, y  más trajinado  aun después de 1926,  cuando la radio mordió el aire de Cuba, y de La Habana en particular: el gallego.

   Urbina lo enalteció así: “¡Pobre galleguito, rubio y candoroso,/ que a América vino sin ir a la escuela!/  Tiene torpes andares de oso/ y apacible mirar de gacela./ 

“Su ademán es brusco, pero ¡qué sincero!/  Su palabra es ruda, pero ¡qué leal!/ Tiene el galleguito corpachón de acero/ y alma de cristal./

 “¡Madera de santo, carne de héroe... pero/ será ¨bodeguero¨, /ganará dinero,/ y hará capital./ 

“Una vez nos vimos, y simpatizamos: / y en el ¨bar¨ humilde, muertos de calor, / charlamos, charlamos,/ con los codos puestos sobre el mostrador. 

“Y pasan los días, y siempre le digo, / después de probar/ mi vaso de "Láger":/ -Si ustged  (sic) viera, amigo,/ qué linda mi tierra; qué bueno mi hogar!

“Y él me dice: -Señor, qué delicia/ es sentarse a cuidar el rebaño/ a la sombra de un viejo castaño/ o a la vera de un río, en Galicia!

“Y así vamos, el hombre y el niño, / viendo, viendo...: él, la sierra; yo, el valle;/ su aldea, él; yo, mi calle;/ yo, mi lago; él su Miño.

“Y así enmudecemos, casi aletargados,/ atisbando el recuerdo que vuela/por frente a mis ojos, negros y cansados,/ por frente a sus grises ojos de gacela.

 “Lo que yo te digo, lo que tú me dices, /  de mi hermosa tierra, de tu ancha campiña, / abre y emponzoña nuestras cicatrices.../¡pobre galleguito, somos infelices!/ ¡Yo tengo nostalgia; tú tienes morriña!".

    Cuántos de nosotros tuvimos un abuelo o abuela gallegos. Por momentos he intentado rescatar de la morriña a mis abuelos paternos. En fecha borrosa o desgarrada ya en los álbumes familiares, desembarcaron en La Habana, solos, cada uno desde su nave, y por su muelle a fines del siglo XIX con un sobrio bulto en las manos. Apenas sabían firmar. Y por ignorar desconocían incluso el lugar dónde pasar la primera y las siguientes noches. Y cuántos también nos hemos ilusionado con liberar aquel “cautivo beso enamorado”  en una cuartilla capaz de reanimar al lirio y calentar la nieve.

 

 



[1] Revista Temas, trimestre de enero-marzo de 2010.  

QUIERO LLORAR... PERO NO PUEDO

QUIERO LLORAR... PERO NO PUEDO

TESTIMONIOS DESDE MÉXICO

 

Por Leydi Torres Arias

Desde el 19 de septiembre no lloro. No lloro y lo que veo dan ganas de gritar y llorar y derrumbarse como los edificios. Yo creo que, como muchos edificios, estoy agrietada, pero no me derrumbo aun.

No puedo llorar, o más bien, no debo. Miro a mi alrededor y casi todos quieren llorar, pero no deben, o están bloqueando emociones, como yo. En los centros de acopio, junto a los carteles de clasificación: agua, ropa, medicinas, juguetes, pañales y comidas para bebés…hay personas sentadas con otros carteles: Terapia psicológica. Nadie se acerca a contarle sus traumas. Y no porque no tengamos qué contar, sino porque estamos muy enfocados en seguir moviéndonos como hormigas laboriosas y no paramos a pensar en cuán dañados estamos.

Ayer mientras me duchaba me descubrí moretones en los brazos y en las piernas que no tenía, o que tal vez traigo desde el 19 de septiembre, pero que no había tenido tiempo de mirar. También siento a cada rato que el piso se mueve, y me espanto. Y pregunto a los demás si ellos también lo sienten o solo yo estoy enloqueciendo. Y sí, todos sienten que tiembla, todos estamos aterrados de que vuelva a sacudirse la tierra. Aun así, nadie se detiene a llorar.

Creo que el mantenerse en las calles, quitando escombros o en centros de acopio, alerta al gobierno de que no queremos que paren las búsquedas, que nadie valora como posibilidad inminente que tiren los edificios que peligran o que quiten los escombros ellos con maquinaria pesada, cuando los familiares de desaparecidos aun los buscan. En este país ya ha habido demasiados desaparecidos que no han buscado, como para permitirnos abandonar nuestras posiciones. Sí, porque México ahora es como un campo de batalla con posiciones muy estratégicas que cada cual defiende.

Creo, estoy convencida, que el día en que el gobierno pare las labores de rescate y empleen maquinarias para remover escombros y terminar de demoler, ese día todos vamos a volver a llorar. Ese día sentiremos que el terremoto fue más fuerte.

UNOS LLAMAN A SU FAMILIA Y NADIE RESPONDE

UNOS LLAMAN A SU FAMILIA Y NADIE RESPONDE

TESTIMONIO DESDE MÉXICO

 

Por Leydi Torres Arias

      Estoy viva.
      Eso fue lo único que pude escribir cuando volví a tener conexión luego del terremoto en México.  Mi celular se me cayó de las manos en el momento que empezó a temblar, lo recuperé y pude salir del edificio donde estaba. Pensé, de veras pensé, que las escaleras se iban a caer junto conmigo. Por un momento tuve la idea de hacer una llamada (creyendo que podía ser la última) pero me contuve porque la otra persona no estaba en México, no tenía por qué sentir mi terror, y yo no debía ser tan egoísta de romper su tranquilidad, ni de hacer que escuchara mi voz en el justo momento en que yo pensaba que no iba a volver a hablar.
   No exagero, el estremecimiento fue muy fuerte. Salí del edificio llorando, por suerte todos los de casa nos reunimos rápido. Pude pasar solo dos mensajes antes de quedarme sin conexión. Creo que en ese momento ni ellos ni yo teníamos la dimensión justa de lo que había pasado, así que yo solo dije: “Acaba de temblar en México, estoy bien”. Y ellos me respondieron algo así como: qué bueno que estás bien.
   El edificio donde vivo resistió, pero como el movimiento fue oscilatorio y trepidatorio a la vez, se sentía que se movía a los lados y que a la vez, lo sacudían de arriba abajo. Sentí miedo. Nunca había sentido tanto miedo. Tuve un colapso nervioso y lloré. Lloré como niña chiquita. Solo se me pasó cuando salimos a la calle y vimos la destrucción y los que lloraban porque habían perdido familiares en los edificios caídos. Eso sí era un llanto irreversible, pensé, no como el mío que era de alteración, y hasta sentí vergüenza de haber entrado en shock cuando yo estaba en una pieza y habían tantas personas muertas. Pero mi miedo también era intransferible, yo también estaba aterrada. Y no me podía comunicar.  Así que volví a llorar.
    Ya que todos debían permanecer fuera de sus casas (por posibles desplomes, fugas de gas, y réplicas del terremoto), y nos dijeron de un edificio que se derrumbó a dos cuadras de nosotros, nos fuimos a ayudar. Había mucho escombro. Horas después, cuando pude responderle a un amigo bombero, me hizo jurarle que nunca iba a entrar a un edificio colapsado aunque yo sintiera gritar a un niño dentro, y le dije: tengo miedo. Y me dijo: el miedo nos mantiene vivos en momentos así.
    Mi celular se conectaba intermitentemente y en ningún momento pude llamar a mi familia en Cuba ni comunicar directamente con ellos, así que le agradezco a los que lo hicieron, y a quienes me llamaron por whatsapp o Messenger porque misteriosamente yo no podía hacer ninguna llamada, pero las veces que me llamaron, pude al menos decirles: estoy bien.
   Gracias a los que se preocuparon, a los que avisaron a mi familia. Hoy he visto más desgracia y dolor de la que pensé ver en mi vida. He visto cómo los ciudadanos se movilizan para ayudar, cómo quitan escombros y se alegran cuando creen encontrar un sobreviviente, y cómo se ensombrecen cuando notan que ya es cadáver. He visto cómo identifican a ese cadáver, gritan su nombre para si hay algún familiar cerca. Y no. No hay ningún familiar cerca. Tal vez su familia aun está bajo los escombros, o en otro o en otro edifico caído.
   Estoy viva. Como me dijo un amigo: soy una sobreviviente.
 

LA PESADILLA “TRUMPISTA”DEL ODIO RACIAL

LA PESADILLA “TRUMPISTA”DEL ODIO RACIAL

Por Patricio Zamorano 

Director de www.infoAmericas.info

Desde Charlottesville, Virginia


   El asesinato en frente de las cámaras de Heather Hayer fue triple. Primero, un supremacista blanco cuya foto de prisionero pareció diluirse en dos ojos taciturnos y tristes, la arrolló junto a 19 almas en la callecita Cuarta de un pueblito simple pero intelectual de Virginia, Charlottesville. La callecita es empinada, y amplificó la fuerza del monstruo James Fields, cuando embistió a un grupo de manifestantes pacíficos con su Dodge musculoso. El silencio era eterno cuando caminé lentamente junto a decenas de personas que se quedaban como en transe doloroso ante la enorme cantidad de flores y mensajes de cariño en honor al alma de Heather, 32 años, técnica en abogacía, activa en el tema de los derechos civiles.

   El segundo asesinato llegó el mismo sábado 12 de agosto, cuando el presidente Donald Trump intentó un mensaje anodino, ambiguo, a medias justificando la violencia racial que trajeron cientos de supremacistas blancos a este pueblito universitario, la única mancha progresista en el exestado esclavista de Virginia, que decidió encender los demonios de los afiebrados nazis de la zona y pretender eliminar la escultura en honor al derrotado general Lee, cuyo fracaso militar liberó a millones de negros que se pudrían en esclavitud.

   El tercer asesinato llegó el martes 15 de agosto. Repudiando sus propias palabras de benevolencia forzada hechas el lunes 14, donde condenaba al Klu Klux Klan, a los supremacistas blancos y nazistas, pasó Donald Trump a expresar sus verdaderos sentimientos: defendió a la extrema derecha, la famosa “alt-right”, criminalizó a las 20 víctimas de la violencia racial prácticamente acusándolos de provocar sus propias heridas, y defendió la figura de bronce del viejo Lee, invitando indirectamente a derribar las esculturas a George Washington (¿como sería la escena de miles de picotas echando abajo el obelisco gigante en honor al padre de este país, ahí en el corazón de la capital de EEUU?) y las imágenes de Jefferson pues “ellos también eran esclavistas”. Lo que es cierto, pero bajo el absurdo “trumpiano”, el mandatario-empresario conectó a dos épocas disimiles en una cachetada ignorante de la historia, como es su costumbre. No le bastó, en ese sentido, a Trump con validar la esclavitud y validar la violencia racial de la supremacía blanca. En su alocución rabiosa de ese martes 15, donde ofendió a los periodistas y mostró su ira contra los estudiantes atacados en las calles de Charlottesville, no dijo ni una palabra de condena contra los gritos antisemitas de quienes blandieron antorchas en la Universidad de Virginia. Esas antorchas son el símbolo horrible de los años 50 cuando en la cúspide del movimiento de apoyo a los derechos civiles, hordas de blancos fanáticos corrían por las calles del sur estadounidense quemando casas e iglesias, con sus feligreses adentro, de la comunidad afroestadounidense.

   Todos los sectores, incluido su propio Partido Republicano y los empresarios de las mega-compañías más importantes de EEUU, expresaron su impacto por las palabras de un hombre de negocios que, con esta aventura en la política y a una velocidad febril de escándalo tras escándalo, está creando su propia sepultura simbólica en la historia de este país. Ningún presidente en su sano juicio llenaría de odio declaraciones que se refirieran a la muerte de una mujer inocente ante un desalmado que cobardemente arrojó el metal de su auto contra una muchedumbre anónima. Hay acuerdo mayoritario en EEUU en cuanto a que Trump ha provocado un quiebre moral profundo en su presidencia, y a nivel personal, que nunca será olvidado.

   Trump ha continuado golpeando durísimo el recuerdo de Heather Heyer. Con su discurso afiebrado de esta semana en Arizona, nuevamente rodeó su asesinato con decenas de minutos irascibles contra la prensa, en mensajes populistas dirigidos exclusivamente a sus apoyadores, en largas diatribas intentando explicar caóticamente y con altanería qué dijo, cómo lo dijo, qué quiso realmente decir. Pero apenas nombró a Heather Heyer una vez en Arizona, y no para homenajearla directamente, sino que para atacar a los críticos que han señalado justamente su falta de deferencia hacia su figura en la mayoría de sus declaraciones de prensa y de Twitter. No la arrulló bajo el manto presidencial, como incluso el más conservador de la historia de los presidentes de Estados Unidos hubiera hecho. La madre de Heather ha respondido con altura moral, dolida por la forma en que se ha comportado Trump, y aclaró que no responderá las llamadas del mandatario.

   Porque Trump no vino al funeral (después de todo lo protagonizado por su labia, la verdad ya se hizo imposible su presencia), no quiso ver cara a cara los ojos dulces de Heather que miran alegres en este momento frente a mí en la calle 4 del pueblito de Charlottesville, con una frescura amable que invita a decirle ¿cómo estás Heather? ¿Cómo te sientes? Sus fotos a plena sonrisa, que se reparten en el suelo, rodeadas de flores, sobre el mismo pavimento que vio el horror hace solo unos días, cuando el demonio blanco que obnubiló la mente de Jason Fields decidió en un espasmo de locura y de odio racial magullar a su auto musculoso, su símbolo de macho de gran caballada de fuerza, y lanzarlo en picada criminal contra quienes consideraba sus enemigos sin alma, sin cuerpo, sin historia, sin sangre ni corazón latiendo. Que crujan los cuerpos, los brazos y piernas, de negros, blancos, mujeres y hombres, da lo mismo.

   Con la forma deleznable e inmoral con que se ha comportado Donald Trump en estos días febriles, el presidente de Estados Unidos, el comandante en jefe del ejército más poderoso del mundo, parece empequeñecido, sentado en el asiento del pasajero del joven Jason, aprobándolo con su silencio y una media sonrisa, mientras el neo-nazi, huérfano de Hitler y sus ideas fratricidas, aprieta los dientes y presiona a fondo el acelerador de la muerte…