ME PREOCUPA EL LECTOR
Luis Sexto
Esta entrevista con el escritor gallego Xosé Neira Vilas debe de tener fecha entre los primeros cinco años de la década de 1980. No conservo la data exacta. Ni tampoco archivé el texto después de publicarse en el periódico Trabajadores, órgano de los sindicatos cubanos. La encontré de improviso: ¿entre papeles marchitos, en una página de Internet, alguien me la envió? No sé. Incluso, la guardé en mi ordenador sin título y este que lleva ahora quizás no sea con el que se publicó. De cualquier forma, resume la voluntad de estilo del autor de Memorias dun neno labrego. La amistad de Xosé Neira Vilas me honró cuando nos veíamos con frecuencia en La Habana, y me honra en los recuerdos que conservo de este tierno y sabio escritor. En 1992, Neira Vilas retornó definitivamente a su región natal. Nos dejó en el Fondo Gallego, algunos manuscritos originales de su obra, así como de otras personalidades de Galicia. Entre tantos libros y méritos, es miembro de Número de la Real Academia Gallega. Ojalá Neira pueda saber que un periodista cubano lo recuerda y lo hace recordar, sobre todo ahora que ha presentado su nuevo libro Días de Cuba donde recrea sus vivencias durante los 31 años que vivió en este país.
La curiosidad me ató hace quince años a Xosé Neira Vilas. Ya conté la historia. Fue en un ómnibus de la ruta 27 donde un amigo me señaló a un hombre que, con las piernas sosteniendo tres o cuatro libros, miraba ensimismado las fachadas palaciegas de la calle Línea. El ómnibus iba atestado. Y como con voz sobrecogida por una presencia esotérica, mi compañero dijo: “Ese es Neira, el escritor gallego."
Un privilegio profesional satisface ahora a aquel interés juvenil. Neira me recibe en un acogedor y escueto despacho iluminado por el sol, que atraviesa la cristalería le la ventana y me responde, aunque incompletamente -tienes aún varias respuestas en débito-, un cuestionario mediante el cual he querido conocer a este hombre más bien enjuto de palabras y a quien, en un acto de audacia familiar llamé doblemente compatriota: por mis orígenes gallegos y por su ejemplar ciudadanía cubana.
No muchos saben que la obra de Neira Vilas sirve en Europa para fundamentar tesis de la crítica, y su nombre toma numerosas páginas en las enciclopedias españolas. El, acá, entre nosotros, vive con la trabajosa modestia del hombre común, utilizando la mayor parte de las vueltas de su reloj en labores colectivas, primero como funcionarlo de un ministerio y, actualmente, de jefe de redacción de la revista Zunzún. Su obra, esa que lo transformó en un escritor acatado, se apropia del tiempo sobrante, sin horas preferidas y con la espontánea irregularidad de un aprendiz.
CARNET PERSONAL Y LITERARIO
-Nací, (o me nacieron, como diría Gómez, de la Serna), en Gres, aldea de la provincia de Pontevedra, en el gallego valle de Ulla, el tres de noviembre de 1928. En Enero de 1949 emigré a la Argentina. Allí conocí a la escritora cubana Anisia Miranda, con quien me casé en 1957. Vinimos a residir y a trabajar en Cuba en 1961, una semanas después de la Invasión mercenaria de Playa Girón.
-Usted ha dicho: "Es bueno tener las raíces en alguna parte". ¿Dónde las tiene, acá, después de veintitrés años de convivencia cubana?
-Mis raíces, obviamente, están en Galicia. Si nos atenemos a la definición de Rilke en cuanto a que la patria del hombre es su infancia, hay razones sobradas para que me sienta gallego de por vida; esencial y categóricamente gallego. Mis raíces, pues, están allí, para bien o para mal, quiera yo o no quiera. Vengo de ese pueblo Y su espíritu va conmigo mundo adelante. Conmigo van sus virtudes y sus defectos, su historia, sus anhelos, su cultura y sus frustraciones. Lo bueno y lo malo, como es natural.
Cuba fecundó mis raíces gallegas, y me nacieron ramas y frutos que se han hecho buenos en estos veintitrés años. No es retórica ni es inmodestia. Algo de esto explico en el breve prólogo de En la extraña ciudad (Arte y literatura, -1982). Casi todos mis libros gallegos fueron escritos en Cuba, en medio de múltiples e inaplazables deberes, y todas las páginas de esos libros están impregnadas de la ideología solidaria que dimana de nuestra Revolución.
-Asombra, sin embargo, que después de tantos años fuera de Galicia siga usted fiel como escritor a su lengua natal y a los temas de su tierra.
-Es, para mí, algo muy natural. Si bien soy más o menos bilingüe desde los ocho años de edad, aproximadamente, el gallego es el idioma cotidiano de mi infancia y de mi adolescencia. Hasta hace muy poco -y aún hoy, en gran medida-, el idioma, en Galicia, como en algunas otras partes de la península y de Europa es expresión de clase. Sin entrar en matices, los ricos en mi país nacían hablando castellano, la lengua oficial, la del Poder político y económico, la de la burocracia, la del clero, la de los "señoritos parásitos"; en cambio, han venido utilizando el gallego los campesinos, los hombres del mar, los obreros (salvo en algunas áreas donde existe el "castrapo", una especie de lengua intermedia), los intelectuales progresistas, ciertas capas, esta vez más amplias, de la clase media...
“Para un escritor gallego (que no es igual que un gallego escritor, de acuerdo con la lengua que utilice) expresarse en el idioma materno significa pactar con el pueblo, ser parte de ese pueblo que ha venido decantando durante más de ocho siglos un instrumento propio de comunicación hasta convertirlo en una de las más bellas y ricas lenguas derivadas del latín. Un idioma que ha venido desarrollándose en ambas orillas del río Miño, se extendió hacia el sur de Portugal, recorrió el mundo con los navegantes lusitanos, se convirtió en una de las tres grandes lenguas atlánticas -junto con el castellano y el inglés- y se habla y escribe, con pequeñas variantes, en los cinco continentes (desde el Brasil hasta la Isla asiática de Macao, pasando por Angola, Mozambique... )
“Me fui demasiado lejos... Volviendo a su pregunta: mi Fidelidad a la lengua gallega es tan natural para mí como los ojos con que miro las piernas que me trasladan, la mano que guía mi bolígrafo. Y la lejanía, en años y kilómetros, en vez de empobrecer esta herramienta lingüística, curiosamente la enriquecen. Mi léxico es cada vez más amplio. En la distancia, somos más sensibles para esto.
“En cuanto a los temas, estos van unidos, generalmente, a la problemática socio-cultural de mi pueblo. Temas e idioma van estrechamente unidos. Cuando los temas gallegos se nos agoten -lo que parece improbable- seguiré escribiendo en gallego a partir de otros personajes y escenarios.
Neira Vilas se familiarizó con la literatura desde los nueve años. Ya en Buenos Aires, continuó "emborronando papeles" pero con voluntad de trascendencia, y en 1960 empezó su primer libro -Dende Lonxe-, un poemario. Al año siguiente, escribió Memorias de un niño campesino, y luego siguieron otros de cuentos v novelas -Aquellos años de Moncho, Querido Tomás y también poemas y evocaciones poemáticas, “aunque -aclara él- pese a estos intentos, no me considero un poeta. Trato, sí, de ser un fabulador en prosa, y me daría por satisfecho si en algunos de mis cuentos y novelas estuviese presente de algún modo la poesía”.
-Demuestra usted en sus obras, un apego a las técnicas tradicionales de la narrativa. ¿Significa ello que usted rechaza las técnicas actuales que, a veces, incluso, obstaculizan la comunicación con el lector?
-Me preocupa el lector; no puedo dejar de pensar en él cuando escribo. Busco la comunicación sin demagogia, sin concesiones temáticas ni léxicas, sin populismo, pero sin abusar de las técnicas que puedan dificultar el mensaje. Los escritores gallegos debemos tener muy en cuenta esto. Debemos ser cuidadosos en el tema, en el lenguaje, en el estilo; cuidadosos (en coordinación con los editores) hasta en la tipografía. Se está ensanchando nuestro público lector, que habla gallego, pero que en general, ha sido alfabetizado en castellano. Por algunos años es nuestro deber ser sencillos en cuanto a procedimientos narrativos, y ser a la vez profundos en lo que se refiere a riqueza léxica, autenticidad sintáctica (deformada, a veces, por autores cuya lengua materna, la de los primeros años de vida, fue la oficial) y sobre todo en los temas es necesario sumergir al lector en el análisis -en este caso por vía, de la ficción- de sus problemas más acuciantes.
“Es también válida, claro está, la narración de puro entretenimiento, incluyendo la de corte policíaco, por ejemplo, pero al menos, si no cumple el último requisito, que no falle en los restantes. Este es mi punto de vista (que algunos escritores gallegos no comparten), respecto de las nuevas técnicas narrativas y del experimentalismo deportivo ante la sociedad para la cual, de primera intención, escribo”.
-¿Se deduce entonces que, para usted, es más importante tener un contenido que comunicar?
-Forma y contenido han de complementarse. Un buen tema se puede malograr por chatura expresiva, y al mismo tiempo un estilo depurado, una forma novedosa de contar, una técnica eficaz, atractiva, sin nada sustancial que decir, resultan aberrantes. Es como vestir a la última moda a un maniquí.
LOS GALLEGOS EN LA CULTURA CUBANA
A sus obligaciones laborales, Neira ha añadido la responsabilidad de la Sección Gallega del Instituto de Literatura y Lingüística de la Academia de Ciencias. Allí, desde 1969, estudia la presencia gallega en la cultura cubana. Explica:
-Pienso que esta investigación (que sepamos, la única que se lleva a cabo en América, sistemáticamente, sobre una comunidad o corriente migratoria hispánica), aunque modesta, es muy significativa, para Cuba y para Galicia. Es imposible reseñar aquí quince años de labor. Le citaré sólo algunos de los trabajos concluidos: catalogación de la prensa gallega de Cuba (desde 1878 a la fecha); elaboración de índices de las principales publicaciones periódicas; gallegos mambises, miembros del Ejército Libertador cubano (hemos registrado unos 120, incluyendo al general Francisco Villamil); creación de la biblioteca gallega, a base de los fondos que pertenecieron a instituciones extinguidas, y las provenientes de donaciones diversas; palabras gallegas insertas en el habla cotidiana de Cuba; escuelas creadas en Galicia (entre 1904 y 1926) desde La Habana; emigrantes gallegos en el movimiento obrero de Cuba; análisis sobre la presencia en Cuba de figuras destacadas de la cultura gallega, como Ramón de la Sagra, Valle-Inclán, Curros Enríquez, Ramón Cabanillas, Alfonso Castelao, Antón Villar Ponte, y muchos otros.
Y así, entre sus saudades gallegas y sus faenas cubanas, dejé a Xosé Neira Vilas, un ciudadano de la humanidad que afirma: "Solo puede querer a otro pueblo quien se sienta unido al propio".
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