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PATRIA Y HUMANIDAD

EL COLETEO DE VIEJAS PASIONES

EL COLETEO DE VIEJAS PASIONES
Por Lorenzo Gonzalo,
periodista cubano radicado en Miami
Resulta sorprendente la insistencia de unos pocos cubanos que aprueban la injerencia de Washington en los asuntos políticos de terceros países.
El proceso insurrecto cubano de la década del cincuenta, no sólo buscó derrocar una dictadura canallesca, sino superar prácticas políticas corruptas, con escasa participación popular y que ya presentaba fuertes tendencias a profundizar las desigualdades sociales.
Hay pocas gentes que conspiren tan tenazmente en contra de este objetivo, que el tiempo ha convertido en un valor de la ciudadanía cubana. Mi sorpresa nace de la experiencia personal y de otros que, como yo, sentimos en carne propia las intromisiones de Estados Unidos en los asuntos internos de Cuba, desde los primeros momentos del proceso revolucionario. Intromisiones que no sólo fueron la continuidad de una vieja práctica, sino que en este caso la extendieron al campo de la insurrección, alentando la violencia y el asesinato de funcionarios y dirigentes del incipiente proceso.
Traigo a colación el tema, porque estos grupos me recuerdan los grandes conflictos de los primeros años de la revolución cubana, donde la manipulación, desinformación y principalmente el interés por el dinero fácil y la posibilidad para algunos de obtener poder amparados en las bayonetas del poderoso vecino, condujeron a un laberinto de errores ciudadanos y gubernamentales, que aun cincuenta y cinco años después no han podido superarse.
Quienes asumen esas posiciones, complacientes de viejas políticas de Washington, tienen una culpabilidad mayor que los de cualquier tiempo pasado. Con la experiencia acumulada hasta hoy, nadie puede ser engañado tan fácilmente, excepto que esté motivado por razones egoístas y menosprecie los grandes conflictos que esas políticas han infligido a la población en los pasados años.
Con un contenido diferente, la política de hoy para desestabilizar a Cuba, continúa conservando su cuna en Miami como lo demostró la Cumbre de las Américas. Allí se dieron cita grupos de cubanos orientados desde esa ciudad, aun cuando algunos que habitan en la Isla les hicieron coro y se prestaron para servir de tarugos del circo.
Muchos de los cubanos antiguos miembros de la CIA se dieron cita en el lugar, aunque la mayoría fueron más discretos que Felix Rodríguez Mendigutía, instrumento directo en el asesinato del Che, quien pavoneo su cinismo por hoteles y calles de Panamá.
La presencia allí del periodista Juan Manuel Cao, mostró desde un inicio el carácter provocador de aquellas incidentales. Fue el encargado de cubrir ese tipo de noticia y quizás uno de los pocos dispuestos a desempeñar semejante labor. Canales televisivos como el de Univisión fueron más discretos, aunque no podían renunciar del todo al juego mediático para complacer a un público miamense que cada día rechaza más este tipo de periodismo y sobre todo manifestaciones tan bochornosas.
Ninguno de los periodistas presentes vivió las tragedias de las primeras intromisiones de los años sesenta en Cuba y el costo humano y de recursos que significó para el país. Tanto para quienes estuvimos en contra del gobierno en esos años, como para sus dirigentes y el pueblo en general, aquella política de Estados Unidos resultó en una gran pérdida para todos.
Varios comentan que el principal organizador de los hechos de la Cumbre fue Lincoln Díaz Balart y su empleado Darse Ferrer. Fue Díaz Balart quien discretamente intercedió frente a las autoridades cuando los provocadores fueron detenidos.
No voy a enjuiciar o mencionar el financiamiento de esos grupos, pues en todo el mundo se autofinancian por diversas vías no gubernamentales, especialmente dentro de las libertades de los regímenes liberales, cuya principal conquista fue precisamente separar las funciones civiles del Estado. Dejo eso a los políticos. Pero sí diré que se trata de un grupo en extinción sin influencia alguna, lo cual se demostró por el triunfo que alcanzó la Cumbre al margen de sus gritos y provocaciones.
El sello de esa Cumbre fue estampado por la posición madura y desapasionada del gobierno cubano y por la valiente decisión de Obama asegurando que la época de las injerencias estadounidenses en terceros países ha terminado, algo que contradice a un gran número del Poder que radica en el Pentágono y a los servicios del bajo mundo de la inteligencia.  
Fue un triunfo rotundo de la razón, pero también indicó que los enemigos de la paz todavía pueden dar algunos coletazos.
Todo lo dicho es mi opinión. La referencia soy yo.
27 de abril del 2015

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