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PATRIA Y HUMANIDAD

PARTICIPACIÓN COMPROMETIDA

PARTICIPACIÓN COMPROMETIDA

Luis Sexto

El nuevo año, posiblemente, implicará también un cambio de época para Cuba. La intención expresa de los Estados Unidos de restablecer las relaciones diplomáticas, rotas por Washington en enero de 1961, y la aceptación por parte del gobierno cubano, marcarán un cambio cualitativo en el desarrollo histórico y económico de nuestro país.

Todo parecerá más fácil a partir del 2015, con la supresión paulatina de antiguas e injustas sanciones y prejuicios, según el compromiso del presidente Obama, y la eliminación del bloqueo como ley enemiga. Todo, sí, podrá resultar menos complicado para la voluntad nacional de desarrollar la economía y sostener una orientación revolucionaria socialista. Pero, no lo dudemos:  también todo será más difícil, más sensible. Quién se atrevería a dudar de que la potencia del Norte no ha renunciado a su esencia imperialista dominante. Quién duda de que en los Estados Unidos seguirán moviéndose fuerzas que no han renunciado a tener en Cuba una réplica subordinada de su sistema.

Sea dicho, sin embargo,  reconociendo que sin bloqueo norteamericano y con relaciones diplomáticas con los Estados Unidos, a Cuba -la de hoy, la nuestra, la de cuantos han peleado durante más de 50 años por defender la independencia y la justicia social- le resultará más provechoso trabajar por el sostén económico  de una sociedad que aspira a la democracia del socialismo; una sociedad que excluya la fragmentación social que podría condicionar la propiedad privada liberada sin límites. Ahora bien, las nuevas condiciones exigirán más flexibilidad, más reflexión y más lucidez en el gobierno y la administración. La nueva época en que se introduce el curso histórico de la revolución, nos reclamará un reacomodo de la mentalidad predominante forjada por el centralismo y la verticalidad, y de cuya influencia ha derivado cierta rigidez política y cierta incapacidad para las iniciativas.

Exigirán también las nuevas condiciones externas e internas, una reanimación de nuestra ética revolucionaria y un avivamiento de nuestro compromiso patriótico. Por tanto, la participación comprometida ha de ser la contraseña de este año que comienza. Y participar comienza hoy por comprender, desde una actitud ético política de solidaridad, que todo cuanto se aplique en Cuba para perfeccionar el socialismo presenta algún lado escabroso, y demanda una cuota de confianza en que, por drásticas que resulten ciertas medidas actualizadoras de lo económico y lo social, ningún ciudadano ha de sentirse como una pluma batida por un viento incontrolable.

Convengamos en que nuestros sueños de mejoramiento no suponen acomodar a todos pidiendo a todos el menor esfuerzo, sino adoptar una estrategia, dentro del empeño socialista, que ofrezca a cada uno un espacio para que el esfuerzo individual valga verdaderamente en lo personal y se integre, recíprocamente, en lo colectivo.

Cualquier duda es comprensible. Pero la esperanza y el optimismo tendrán un nicho vigente entre nosotros si miramos la realidad como es, y aceptamos que ninguna aspiración de justicia social e independencia nacional se conquista y sostiene sin una economía que genere riquezas en vez de derrocharlas, una economía que gaste menos de lo que ingresa.

Probablemente, Cuba tendrá inversiones extranjeras, quizás el país acceda créditos y a mercados. Mas, lo principal es que los trabajadores cubanos sostengamos la convicción de que el mejoramiento de uno de nosotros tendrá que influir en el mejoramiento de los demás.

(Comentario difundido por Radio progredso, el pasado 5 de enero de 2015.)

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