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PATRIA Y HUMANIDAD

LA SOLEDAD DEL FARAÓN

LA SOLEDAD DEL FARAÓN

La foto es una vista de la casa -sita en 19, esquina E, en El Vedado, La Habana- donde Dulce María Loynaz vivió desde 1947 hasta  su muerte en 1997. Tras su remozamiento, se convirtió en un centro cultural dedicado a la poetisa.  

 Luis Sexto

CARTA DE AMOR A TUTANKAMEN, POEMA en prosa, más bien página de un diario juvenil,  cuya contención lírica podría significar la definición de Dulce María Loynaz: verbalmente estoica, afiliada a una medida que le represa  desbordamiento y le facilita  el discurrir por las profundidades. Esta carta de amor a un  faraón fenecido casi en la adolescencia, brota  durante  un viaje  de la poetisa por Egipto y otros lugares de esas tierras,  cultura tan antigua, que parecen sobrevivir en el misterio.

Dulce María se había formado formó en un hogar sensible y culto. Sus hermanos Flor, Enrique y Carlos Manuel también tenían en la mirada la claridad neblinosa de la poesía, incluso su  padre, el General Enrique Loynaz del Castillo. Difícilmente, por tanto,  la poetisa, a pesar de sus 26 años y un doctorado en la Universidad de La Habana, podía evitar conmoverse ante el sarcófago múltiple del joven faraón. Y luego de regresar al hotel, escribió este poema lírico en prosa, que aún reclama la vigencia gracias a la finura de su composición y lo maduro del impulso. El  español Antonio Oliver Belmás, poeta y experto crítico de la obra de Rubén Darío, subrayó en el prólogo del cuadernito, publicado en 1953, que con esta Carta Dulce María hubiera merecido que el joven Tutankamen resucitara.

Qué pasaba por el corazón de la poetisa. ¿Podremos intuir qué grado de intensidad experimentaban sus temblores, sus vacíos para atreverse a rodar las piedras,  aventar las arenas de los siglos y dirigirse a un monarca egipcio fallecido a deshora? Dulce María, ya tan sagaz y tan sincera como en su madurez, se percató entonces  que escribía cosas como de loca. Se dirige al joven rey: “Déjame decirte estas locuras que acaso nunca te dijo nadie, déjame decírtelas en esta soledad de mi cuarto de hotel, en esta frialdad de las paredes compartidas con extraños, más frías que las paredes de la tumba que no quisiste compartir con nadie.” Antes le ha dicho: “Por esos ojos tuyos que yo no podría entreabrir con mis besos, daría a quien los quisiera, estos ojos míos ávidos de paisajes, ladrones de tu cielo, amos del sol del mundo.”  Y más adelante: “Pienso que tus cabellos serían lacios como la lluvia que cae de noche… Y pienso que por tus cabellos, por tus palomas y por tus 19 años tan cerca de la muerte, yo hubiera sido lo que ya no seré nunca: un poco de amor”.

Aunque Carta de Amor a Tutankamen se publicó 24 años después de haber sido compuesta, uno reconoce que en lo circunstancial de este texto,  además de los valores formales como la sobriedad y un discurrir sin apenas hacerse notar, ya estaban los valores internos de los poemas con que Dulce María alcanzará  su crédito como una voz recia y delicada a la vez. En este poema se aprecia la soledad, la frustración,  la ternura desasida y la contenida pasión de un Eros que se transforma en maternidad: Así –le dice al faraón dormido- te hubiera recostado yo sobre mi pecho, como un niño enfermo.

Dulce María Loynaz escribió varios libros de poemas. Entre otros -y cito los primeros-  Versos, Juegos de agua y Poemas sin nombre.  Este último en prosa. Y es en la prosa poemática, cuando el verso se desprende del maquillaje métrico y de la música exterior de la rima, donde la poetisa logra, a mi modo de ver, su mayor hondura. No me refiero, sea advertido, a su prosa novelística, en la cual ejerce también la poetisa;  sino la prosa en que cuajan las ideas poéticas con calidad y libertad irrepetibles. A mi parecer, pues, su libro superior es Poemas sin nombre. Un libro amor. Un libro filosofía. Un libro desolación. Un libro sueño. Quizá me sea permitido repetir un título de César Vallejo: Poemas humanos, generalmente breves, en que conviven lo erótico, lo bíblico, lo religioso, lo cotidiano, lo lírico.

Esta es una muestra: “Estoy doblada sobre tu recuerdo como la mujer que vi esta tarde lavando en el río. Horas y horas de rodillas, doblada por la cintura  sobre este río negro de tu ausencia.” En otra página escribe: “Hasta en tu modo de olvidar hay algo bello. Creía yo que todo olvido era sombra; pero tu olvido es luz, se siente como una viva luz… ¡Tu olvido es la alborada borrando las estrellas!”

En Poemas sin nombre se esconde el evidente secreto de la estética que ha dado perennidad a la poesía de Dulce María Loynaz. El poema 105 lo revela: “Esta palabra mía sufre de la escriban, de que le ciñan cuerpo y servidumbre. He de luchar con ella siempre, como Jacob con su arcángel; y algunas veces la doblego, pero otras muchas es ella quien me derriba de un alazo”. En doblegar la palabra martirizándola con la afilada conciencia del estilo o negociando con sus probables desvíos y anuencias, en eso, en doblegar la palabra, consiste la faena del poeta en la arena solitaria de la experiencia poética. Y Dulce María logró que su poesía venciera el desafío de todo canto: permanecer. Y Aunque por mucho tiempo la autora se mantuvo exclusivamente en los límites de su casona familiar, su poesía seguía  vigente, viviendo existencia propia y acusando con su ternura o su desgarramiento la personalidad que la creó.

Entre La carta de amor a Tutankamen y Poemas sin nombre, se mece  un sutil hilo de comunicación que sostiene la coherencia de esta mujer signada por la plenitud del vacío[1].

 

 



[1]En 1987, su patria dulce, de la que nadie pudo llevársela, le otorgó a Dulce María Loynaz (1902-1997)  el Premio Nacional de Literatura. Y España, la patria que le dio la lengua de su palabra doblegada, le entregó  el Premio Cervantes de 1992, símbolos máximos del recuerdo y la presencia.

   

5 comentarios

Leydi -

como uno aprende con este blog! no sabía tantas cosas..
Los poemas de Dulce María son tan sensibles! muy tiernos, quién pudiera...

Sumatra -

Gaviria: ?Vives en La Habana? Si habitas en esta ciudad, a quién entonces pretendes engañar. Cuál casa es habitación de pordioseros. Porque si te refieres a la casona de su juventud, hace mucho, muchos años que fue derruida. La propia Dulce María escribió un largo poema titulado Los últimos días de una casa, pero eso fue en la ´decada de los 50 o antes, como una elegía a la casona familiar. Tienes que leer ese poema. Ahora bien, su casa de la calle 19, esquina E, esa, remozada y limpia, es la sede del centro de promoción cultural Dulce María Loynaz, atendido por el Ministerio de Cultura de Cuba y donde se le rinde homenaje constante a la poetisa. Claro, uno puede ccmprender la ignorancia, pero también puede condenar a quien fabrica infundios, mentiras intentando confundir. Date una vueltecita poor la calle 19, en El Vedado... En ningún sitio del mundo se le tiene tan presente a Dulce María como en Cuba. Y no olvides, que antes del premio Cervantes, en 1992, el Ministerio de Cultura le otoregó a Dulce maría el premio nacional de literatura, en 1987. Es decir, la poetisa salió de su ostracismo voluntario y aceptó todos los homenajes, incluso las ediciones de toda su obra.

Gaviria -

A raíz del triunfo de la Revolución cubana, la poetisa mantuvo un recogimiento propio de su carácter que la mantuvo aislada de la vida social durante largo tiempo en su casona de El Vedado, pero más que su naturaleza fue su actitud apolítica, en un país donde se instauraba un nuevo régimen, lo que le costó el desconocimiento en su propia tierra.Compartio asi la soledad del Faraon.Una sombra en un pais de sombras.Sus reconocimiento y distinciones a nivel internacional "cogio movidos" a la nomenclatura que desplego una intensa ofensiva por rescatarla "para la causa".Inutil esfuerzo,ni siquiera los cakes y flores enviados por el mas prolifico de los escritores cubanos logro conmoverla,como tampoco nadie ha podido conmover a la Esfinge.Su antigua mansion donde se inspiro para escribir su novela Jardin es hoy en dia un refugio de pordioseros.No somos nada Dulce Maria solo polvos y cenizas.

Luis Sexto -

Katherine: Puedes enviarme el cuestionario a mi correo: sexto@enet.cu
Saludos, Luis Sexto

Katherine -

Hola profe, soy estudiante de Periodismo de la Universidad de Matanzas. Ud fue a darnos una conferencia cuando yo estaba en segundo año, tal vez lo recuerde. Ahora estoy en quinto, y me gustaria pedirle su ayuda.
Mi tesis es una historia de vida sobre Eugenio Diaz, un excelente corrector de estilo del periodico Giron, de Matanzas.Me gustaria entrevistarle sobre el estilo periodistico. Si puede, me responde en Facebook, soy Katherine Subiaut. Saludos.