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PATRIA Y HUMANIDAD

EN EL TORRENTE, HACIA LA LUZ

Por Luis Luque Alvarez 

A propósito del libro Con Luz en la ventana, de Luis Sexto 

«Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar, que es el morir», aseguraba quejumbroso el bardo castellano del siglo XV. El tiempo es de esas corrientes, y su vocación es arrastrarnos. Primero espectadores, vemos pasar a los nuestros. Los viejos, sí, pero también los que apenas se asomaron. Y andamos, andamos sin darnos cuenta de que, poco a poco, también nos mojamos los pies, las rodillas...

Mi amigo Luis Sexto también camina y se adentra, pero no a ciegas. Sabe que es forzoso avanzar, y lo hace, mas no vigilando temeroso el fondo. Mira al frente, hacia la luz. Escribe poemas, y narra lo que ve, lo que siente. El frío que cala, la claridad del agua, y atisba al que le antecedió en el torrente. Lo huele. Lo sabe.De tales certezas hay en su poemario Con luz en la ventana, que apareció este sábado en la tertulia de la Tecla Ocurrente, gracias a la Editorial Pablo de la Torriente. Un texto de versos calmos, breves, en el estilo que fui incorporando a mis propios quehaceres, sin confesárselo jamás.   Cero rimas. El ritmo basta; el suave contoneo de una métrica a veces atrevida, dibujando siluetas, a veces tradicional. No hay estridencias ni mieles, ni fácil lamento.

Una oración —como titula uno de sus textos— es el conjunto. Frugal, fiel, pequeño, como el poeta se ve. Y es.Pero la plegaria no va al vacío. Sexto dialoga con el que recuerda, con la «piedra que no fundó caminos», y comparte experiencia con Naborí y Eloína, «que saben de estas cosas», del «vasto equilibrio de un beso», necesaria inyección de vida que ayuda a aguardar paciente la cita con el que de veras vive.Ahí está, a la mano, la esperanza, triunfando sobre el dolor, que no se esfuma, pero que tampoco domina. Por eso no hay espacio para plañideras. Porque allí donde los huesos anuncian fracaso, él ve vuelo, libertad. ¿Y quién convence al hombre de abandonar la verdad y la certidumbre?

Mi amigo, el poeta, definitivamente se deja llevar por las aguas. Aborda el tren, rumbo al banquete donde —le confiesa a Lennon— estará prohibido vestir de frac; y no le cierra el paso a la nostalgia, pero vive. Abre de par en par las ventanas y da la bienvenida a la luz. Es hacia ella que va.Caprichosamente asida de su mano, va también la poesía. 

(Tomado de Juventud Rebelde11 de junio de 2006)

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